Conflictos ambientales en Argentina
Pascua Lama

Fuente: Prensa Sur, 4 de octubre de 2007

REBELIÓN EN LOS VALLES CALCHAQUIES
Rotundo rechazo a la presentación del "Manual de buenas prácticas mineras"

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II Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales / Hotel Panamericano, Bariloche: Lo que parecía ser una disertación más dentro de un congreso marcado por la tranquilidad, se convirtió en una lluvia de críticas a las empresas mineras metalíferas. Pobladores locales y representantes de todos los países de América Latina manifestaron su descreimiento en relación a las supuestas “buenas intenciones” de las empresas, indicaron que les parecía “ingenuo” tratar de frenar la contaminación con un manual, y les preguntaron a los disertantes si no se daban cuenta que su actividad era mal vista por la gente en todo el continente.

La presentación de la “versión en español de la Guía de Buenas Prácticas para la Minería y Biodiversidad del Internacional Council on Mining & Metals” organizada por la Fundación Hábitat y Desarrollo, con la activa colaboración de la ong británica Living Earth Foundation, pasó de la calma al debate en cuanto se abrió el espacio para las preguntas.

Había dominado la charla Christine Copley, llegada desde Londres, directora del programa de medioambiente del Concejo Internacional de Minería y Metales, órgano establecido por unas 16 empresas mineras entre las cuales, según ella, no figura Barrick Gold, pero sí Río Tinto (una de las mayores del mundo, y que lleva adelante los mismos métodos que Barrick). De todas maneras, la Cámara Argentina de Minería se sumará a este concejo en los próximos días. En el panel, la mujer era secundada por un representante de una de las Ong facilitadotas y un empleado minero de alto rango.

Copley explicó en inglés, mientras se hacía la traducción simultánea, cuál era el contenido de este manual, destinado a ayudar a las empresas a enfrentar las dificultades de su actividad. Allí se habla de “construcción de nuevos consensos entre las empresas y la sociedad civil”, de “mitigar el impacto sobre la biodiversidad”, “no crear falsas expectativas al hablar de remediación”, “limitar muy claramente las responsabilidades”, y se explica porqué “tener en cuenta la biodiversidad favorece los negocios”.

La guía también invoca que es “producto del diálogo con organizaciones ambientales”, se remarca que “las empresas deben dar información a la sociedad sobre sus actividades”, aparecen cuadros donde se admite el alto riesgo de impactar negativamente sobre los ecosistemas (a punto tal de usar la palabra “catastrófico”), se propone evaluar “compensaciones”, y se ofrece un conjunto de herramientas de desarrollo comunitario – “Community Development Toolkit”- para “integrar” a las comunidades a la actividad minera.

Al finalizar la presentación se dio paso a las preguntas. “¿Siendo que la minería metalífera es considerada a nivel mundial una de las mayores amenazas a los ecosistemas del planeta, porqué cree usted (a Copley) que se sigue llevando adelante?”. La respuesta giró en torno a la “confianza” y “desafío” en que se inicie un “proceso” que nos lleve hacia la “minería responsable”.

El resto de las preguntas (o directamente intervenciones, en algunos casos), dio cuenta del alto nivel de rechazo a las empresas mineras en cada uno de los países de Latinoamérica. Cabe recordar que las personas presentes eran en su gran mayoría asistentes internacionales al congreso de conservación y demostraban saber mucho sobre sus prácticas y áreas de trabajo y estudio.

Un peruano rebatió el planteo de que la minería debía soportarse por ser una actividad tradicional, indicando que en Perú es “tradicionalmente desastrosa”, y que seguramente un puneño con plomo en los pulmones no estará orgulloso de lo tradicional. Guardaparques argentinos explicaron cómo los proyectos mineros amenazan gravemente áreas protegidas. Un francés preguntó irónicamente de que manera se podía ayudar a los autores del manual a convencer a las empresas de que no contaminen. La respuesta (¿irónica también?) fue una recomendación: “hablen con las empresas”.

El venezolano Hildebrando Arango, Director de Divulgación e Interpretación de la Naturaleza, se preguntó si las mineras realmente conocen o quieren respetar la hebra de la vida, que si se corta, no puede reiniciarse. Pidió pruebas de regeneración de un ecosistema después de un alto impacto y pidió que se precise de qué se hablaba al recomendar a las empresas que sean claras con los límites de su responsabilidad. “¿Hablan de límites legales…geográficos… o de los límites éticos? ¿Qué pesa más, el dinero o la vida?”. Los aplausos llenaron la sala.

Un estudiante chile se paró para contar cómo las leyes mineras chilenas amparan a las empresas por encima de las áreas protegidas, a punto tal que un parque se redujo para permitir una explotación. Dijo que “intentar detener el desastre de esta minería con un manual me parece por lo menos ingenuo”, y dijo que el tema tenía la seriedad necesaria como para tomar posición entre todos y “enfrentar la minería”. En este sentido, un vecino de Bariloche preguntó si las empresas iban a respetar el rechazo que surge a lo largo de la cordillera a los diversos emprendimientos. La respuesta descalificó esos movimientos: “los líderes después se hacen políticos. Lo que se debe respetar es la ley.”

Solamente dos personas hicieron preguntas poco molestas para los panelistas. El resto era una seguidilla de críticas: Una vecina de Bariloche se refirió a las consecuencias del proyecto Pascua Lama, “que nos deja sin un glaciar”, y habló de las conocidas “irregularidades” de Bajo La Alumbrera en la provincia de Catamarca. La Strata? Una técnica que trabaja en la reserva San Guillermo, en la zona de Pascua Lama, dijo que las consecuencias efectivamente son desastrosas y que los guardaparques que cuidan la región nunca fueron consultados.

Sobre el final, otro vecino de Bariloche se dirigió al panel: “Quiero saber si entendieron que desde los distintos países de Latinoamérica les han dicho “No la minería”, ni con alto impacto ni con bajo impacto, si entendieron ese no, eso quiero saber.”

Entre los asistentes se encontraba Soledad Bleta, de la Unidad de Gestión Ambiental de la Actividad Minera, perteneciente a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la República Argentina. No hizo ninguna pregunta.

[Prensa Sur | Bariloche]