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Relacionado: Conflictos ambientales en Brasil
Plantas de celulosa en - Argentina
- Chile
- Uruguay
Fuente: WRM
Brasil: el gigante de la pulpa de eucalipto
Capítulo 7 de:
El papel del Sur. Plantaciones forestales en la estrategia papelera internacional
por
Ricardo Carrere y Larry Lohmann.
Aracruz
Bahia Sul Celulose
CENIBRA
Jari y Companhia Florestal Monte Dourado
Riocell
Otros proyectos en proceso de instalación
Cuando se habla de
Brasil, muchos piensan que se trata de un enorme
país semi vacío, donde el impacto de algunos
cientos de miles de hectáreas de plantaciones de
eucalipto debe ser mínimo. Sin embargo, esto no
es así. Al igual que en otros países, en Brasil
las plantaciones de eucaliptos no están
localizadas en tierras que nadie quiere, sino que
se concentran en las más pobladas zonas
costeras, cercanas a los puertos de salida de la
producción de pulpa. Las plantaciones y las
plantas de pulpa se extienden desde el extremo
sur (Rio Grande do Sul) hasta el extremo norte
(Pará y Amapá). No sólo están teniendo
fuertes impactos sobre el ambiente, sino
también, lo que para nosotros es aún más
importante, sobre la gente y sus medios de vida.
Brasil tiene una larga
experiencia en materia de plantaciones de
eucaliptos, destinadas a la fabricación de
carbón y de coníferas para la producción de
pulpa. Sin embargo, hasta mediados de la década
de 1960, el área plantada con especies exóticas
era relativamente pequeña y concentrada
fundamentalmente en el estado de São Paulo,
donde era mayor el consumo de maderas y donde la
deforestación había vuelto necesaria la
importación de maderas de otras regiones de
Brasil a precios más elevados.
La situación cambia
radicalmente con la política de la dictadura
militar que se instala en el país en 1964. A
partir del golpe, se implementan políticas que
privilegian al gran capital, las cuales forman
parte de una estrategia de modernización, que
busca la inserción de la economía brasileña en
el marco internacional (Gonçalves 1992). Se
elabora entonces un nuevo código forestal,
seguido por disposiciones que establecen
incentivos fiscales para quienes se vuelquen a la
plantación de árboles. Esto dio rápidamente
lugar a vastas plantaciones en diferentes
regiones del país, en muchos casos sin siquiera
tener claro el destino final de la madera
plantada (Knight 1991b). La incorrecta
localización y el escaso cuidado post
plantación significó la pérdida de muchas de
estas plantaciones. En efecto, de las 6
millones de hectáreas plantadas bajo el sistema
de incentivos gubernamentales, sólo 2,3 millones
de hectáreas de eucaliptos y 1,6 millones de
hectáreas de pinos han sobrevivido (Bazett
1993). Años más tarde, la industria de la
celulosa pudo aprovechar estas extensas fuentes
de materia prima, aunque resulta poco claro en
qué medida, dado que en 1994 se estimaba que el
área total plantada para pulpa era de entre 1,2
y 1,5 millones de hectáreas, de las que las tres
quintas partes de eucaliptos (Associação
Nacional dos Fabricantes de Papel e Celulose
s.f., Higgs 1994).
Pese a la aparente anarquía en
el área de plantaciones, el gobierno militar
apuntaba claramente al establecimiento de un gran
complejo industrial celulósico volcado hacia la
exportación. Esto se traduce en la elaboración
y puesta en práctica de los Planes Nacionales de
Papel y Celulosa I (1974) y II (1979/80), que
fueron precedidos, a finales de la década de
1960, por un conjunto de beneficios tarifarios y
fiscales a la importación de máquinas y
equipamientos para esta industria. La misma pasa
a ser una de las principales favorecidas por la
política desarrollista del gobierno (Gonçalves
1992, Gonçalves et al. 1994).
El estado se encargó además
de establecer lineamientos claros (a través del
financiamiento), en cuanto a la escala que
tendrían las nuevas plantas. En efecto, por
resolución del BNDE (Banco Nacional de
Desarrollo Económico), se concede prioridad en
los financiamientos a aquellos proyectos que
tuviesen una capacidad instalada o proyectada de
1.000 tons/día de celulosa. Además, el banco
condicionó sus préstamos a la previa existencia
de un 50% de abastecimiento propio de materia
fibrosa (Gonçalves et al. 1994).
En todo el desarrollo del
sector el estado ha jugado una función central
en el establecimiento de las condiciones
institucionales y legales necesarias para la
implantación de monocultivos forestales e
industrias, en la inversión de dineros públicos
para la creación de este parque industrial y,
finalmente, en la divulgación de la visión de
que estos proyectos serían capaces de lograr el
desarrollo y de garantir el progreso de las
regiones donde se instalasen (Miranda 1993a).
Como veremos a continuación, también se han
dado casos en los que empresas estatales por si
solas, o en asociación con el capital privado,
se involucraron en inversiones en el sector.
Las nuevas empresas de celulosa
se instalan fundamentalmente en el este y norte
del país. Tal localización, al implicar la
cercanía a las extensas fuentes de materia
prima, permitió la asociación, en el mismo
espacio, de la base forestal con la planta
industrial, lo que posibilitó que la industria
se beneficiara con las economías de escala.
También permitió que la industria evitara la
resistencia popular contra la contaminación, que
hubiera tenido lugar en caso de localizarse en la
proximidad de centros urbanos importantes.
Finalmente, al establecer las plantas cerca de la
costa, la industria pudo mantener bajos los
costos de transporte hacia los puertos de
exportación (Gonçalves 1992)
Un
resultado aparentemente exitoso
La industria de la pulpa y el
papel se comienza a desarrollar a escala
considerable en la década de 1950, cuando la
producción de pulpa llega a las 280.000
toneladas. Durante la década de 1960, el sector
crece significativamente, aumentando la
producción a 780.000 tons. Sin embargo, es en la
década siguiente cuando se definen las
características actuales y la expansión del
sector. En 1980 se producen más de 3 millones de
pulpa, pasando a predominar las pastas químicas
de fibra corta (eucalipto) sobre las de fibra
larga (coníferas). En la década del 1980 el
motor de esta industria pasa a ser la producción
de pulpa para el mercado externo y la producción
total se aproxima a los 4 millones de toneladas.
En 1994, la producción brasileña de pulpa de
eucalipto abastece el 50% del mercado mundial de
pulpa de eucalipto (Gonçalves et al. 1994,
ABECEL s.f..).
Brasil es hoy sinónimo de
grandes plantaciones industriales de rápido
crecimiento y se le propagandea como "el
principal abastecedor de pulpa de mercado de
eucalipto de los 1990", exportando casi dos
millones de toneladas anuales de pulpa (Know-How
Wire 2.1993, ABECEL s.f.). Hoy se ubica en la
segunda posición a nivel mundial en cuanto a
área cubierta por plantaciones de rápido
crecimiento y sus costos de producción se ubican
entre los más bajos del mundo (Shell/WWF 1993).
Irónicamente, la enorme
expansión del sector de la celulosa ha
tenido lugar en un país en el que el consumo de
papel per capita se encuentra muy por debajo del
promedio mundial. Así, mientras el consumo per
capita de papel en los Estados Unidos es de 332
kgs/habitante, en Suiza de 216, en Costa Rica de
55 y en Argentina de 45, en Brasil oscila en
torno a los 28 kgs por habitante (PPI 7.1995). La
mayoría del pueblo brasileño no se ha
beneficiado entonces con un consumo más elevado
de papel, ni tampoco ha recibido beneficios
sustanciales en materia de empleos generados por
la industria. En cambio, la sociedad en
su conjunto ha sufrido una serie de impactos
sociales y ambientales negativos.
Se plantea entonces la pregunta
de en qué medida el referido desarrollo
masivo de plantaciones y de plantas de pulpa
puede ser considerado un éxito. Intentando
responder a esa dicha pregunta, en este
capítulo se analizará la historia, las
pretensiones y las acciones de las cinco empresas
de celulosa más frecuentemente elogiadas del
sector (Aracruz, Bahia Sul, Monte Dourado,
CENIBRA y Riocell), que en conjunto producen
cerca del 90% de la pasta blanqueada de eucalipto
para exportación del país.
Aracruz
Aracruz es el mayor productor
mundial de pulpa kraft blanqueada de eucalipto
para el mercado y opera la mayor planta
productora de pulpa de cualquier tipo. En 1978
inauguró su primera planta de 400.000 toneladas
al año (posteriormente ampliada para producir
500.000) y en 1991 la segunda, que produce otras
500.000 toneladas. (Willums & Goluke 1992).
La producción de Aracruz se orienta
fundamentalmente al mercado externo, siendo
Europa su destino principal, seguida por los EEUU
y Japón. Las exportaciones de la empresa
constituyen más de la mitad del total de pulpa
exportada por Brasil, ubicándose por encima de
las 850.000 toneladas (Miranda 1993a, ABECEL
s.f.). Entre sus consumidores europeos se cuentan
Jamont, Arjo Wiggins Appleton, Sappi, Inveresk,
Tullis Russell y UK Paper.
La producción de pulpa de
Aracruz se alimenta de sus extensas plantaciones
de eucalipto, instaladas en los estados de
Espírito Santo y Bahia, donde ha logrado
crecimientos cada vez más rápidos en base a la
selección y posterior clonación de las especies
y ejemplares de más rápido crecimiento y mejor
adaptados a las necesidades de la planta
industrial (es decir, aquellas con menos corteza
y ramas), lo cual le ha permitido reducir su
consumo de madera por tonelada de pulpa de 4,5
tons en 1985 a 4,1 en 1991 (Swann 1993). Al mismo
tiempo, el crecimiento promedio de sus
plantaciones pasó de 25 a 35 m3/há/año
(Willums & Goluke 1992).
Pese a que se lo presenta como
un muy exitoso emprendimiento privado, Aracruz en
realidad surge y se desarrolla en base a la
iniciativa y el apoyo, directo e indirecto, del
estado. Uno de los socios iniciales de Aracruz
Florestal (constituida en 1967), fue la empresa
consultora ECOTEC, que no sólo influenció al
gobierno federal para que aprobase una ley que
concedía incentivos fiscales a la forestación,
sino que además aconsejó al gobierno del estado
de Espírito Santo a promover esta actividad.
ECOTEC también interesó a empresarios para que
se embarcaran en la actividad celulósica y
seleccionó la localización de la planta.
En 1974, el gobierno aprueba un decreto por el
que se dispone la implantación de un proyecto de
forestación de 80.000 hectáreas en Espírito
Santo. Uno de los firmantes del decreto es el
entonces Ministro de Minas y Energía, Antonio
Diaz Leite Jr, a la vez socio de ECOTEC
(Gonçalves et al. 1994).
En 1968 se iniciaron las
plantaciones, que pronto comenzaron a tener
problemas fitosanitarios. La empresa destinó
entonces importantes recursos para la
investigación con semillas de distintos
orígenes, para lograr, a partir de la década de
1980, desarrollar una tecnología propia
en materia de plantaciones (Gonçalves et al.
1994). Hacia mediados de esta década, Aracruz
había adquirido tanta tierra en Espírito Santo,
que el gobierno estadual, respondiendo a la
presión de la opinión pública, llegó a un
"acuerdo de caballeros" con la empresa,
por la que ésta se comprometía a no continuar
comprando tierras. De hecho, lo anterior se
tradujo en nuevas compras de tierras en el vecino
estado de Bahia (entre 80.000 y 100.000
hectáreas). Al mismo tiempo, se creó el
programa de Fomento Florestal, por el que la
empresa y el estado promueven la plantación de
eucaliptos en tierras de terceros (CEPEDES/CDDH
1992, FASE 1993). Hacia 1994, Aracruz es
propietaria del 1,86% del territorio de Espírito
Santo y sus propiedades en ese estado y en el de
Bahia abarcan un área total de 203.000 hás. De
ese total, 132.000 hás estaban plantadas con
eucaliptos (IBASE 1994b, Aracruz 1996).
Aracruz Celulose se constituye
en 1972 y Aracruz Florestal pasa a ser su
subsidiaria. Sus primeros accionistas son un
grupo muy variado de empresas bancarias,
petroleras, constructoras, etc., ninguna de las
cuales tenía experiencia previa en materia de
producción de pulpa. Entre ellas se contaba el
grupo Lorentzen (uno de los pocos que permanece
como principal accionista de la empresa). Debido
a ello, Aracruz se asoció a la empresa sueca
Billerud, que contaba con alguna experiencia en
la producción de pulpa a partir de eucalipto y
que a la vez se comprometió a comercializar el
50% de la producción en Europa (Gonçalves et
al. 1994).
En 1975, el banco estatal BNDE
(Banco Nacional de Desarrollo Económico) aprueba
un préstamo y compra de acciones por un total de
US$337 millones, como forma de posibilitar la
construcción de la planta fabril. Este aporte
financiero, concedido además bajo condiciones
excepcionalmente favorables para la empresa,
constituyó el mayor financiamiento concedido
hasta entonces a una empresa privada. El estado
brasileño pasa así a constituirse en el
principal accionista de la empresa, con el 40% de
las acciones, seguido por el grupo British
American Tobacco con el 30% y en total la
institución estatal proveyó el 55% de la
inversión requerida para la construcción de la
planta. Es decir, que fue el estado el que
viabilizó financieramente a la empresa
(Gonçalves et al. 1994).
El BNDE continuó apoyando
financieramente a la empresa a través de nuevos
préstamos para la duplicación de la capacidad
de la planta, mientras al mismo tiempo comenzaba
en 1985, un proceso de privatización que culmina
en 1989 con la venta de la mayoría de las
acciones que obraban en su poder. En la
actualidad, sus principales accionistas son Souza
Cruz (una subisidiaria de British American
Tobacco), el Grupo Lorentzen y el Grupo Safra,
con un 28% cada uno; las acciones del BNDE (ahora
denominado BNDES), se redujeron al 12.%. De
acuerdo con las investigaciones de FASE e IBASE,
dos de las principales organizaciones no
gubernamentales (ONGs) brasileñas, si bien la
privatización "representó un gran negocio
para aquellos grupos que asumieron el control de
la empresa . . . constituyó un absurdo en la
medida en que el Estado abandonó su posición
estratégica en un emprendimiento lucrativo,
pasando para el al sector privado
el patrimonio de sus contribuyentes"
(Gonçalves et al. 1994).
Aracruz es probablemente la
empresa productora de pulpa que se ha tomado más
en serio la necesidad de responder (sobre todo a
nivel publicitario), a las presiones del
movimiento ambientalista. La dirección de la
empresa jugó un papel destacado, a través del
Consejo Empresarial para el Desarrollo
Sustentable, en la elaboración de la posición
de la comunidad comercial para la Cumbre de la
Tierra de 1992 en Rio de Janeiro. Esto se tradujo
en un libro (Changing Course: Cambiando de
Rumbo), que fue distribuido a todos los
representantes gubernamentales antes de la
conferencia. La publicidad de la empresa en
cuanto a su preocupación ambiental ha sido
ampliamente diseminada, tanto por la propia
empresa y el Consejo Empresarial para el
Desarrollo Sustentable, como por periodistas y
algunos investigadores. Aracruz también ha
apoyado al no gubernamental Instituto
Internacional para el Ambiente y el Desarrollo
(International Institute for Environment and
Development), con sede en Londres, para la
realización de un extenso estudio sobre el
"ciclo sustentable del papel" (IIED
1995).
En su publicidad, la empresa no
sólo afirma que utiliza "procesos
industriales limpios", sino que también
declara que sólo ha plantado eucaliptos en
áreas donde ya se había cortado previamente el
bosque nativo previo a su arribo y que está
haciendo todos los esfuerzos por conservar las
áreas remanentes de bosques originales. Afirma
que el 27% de sus tierras contienen bosques
originales y que por cada 2,4 hectáreas de
eucalipto, hay una hectárea preservada de bosque
nativo. Para contrarrestar a las campañas de los
defensores de las selvas, Aracruz destaca el
hecho de que siempre ha usado madera de sus
propias plantaciones o comprado madera de
eucalipto a agricultores, a los que provee
gratuitamente de plantas (Willums & Goluke
1992). Al mismo tiempo, afirma que las
plantaciones están en tierras donde no existe
ninguna actividad agrícola u otra que pudiera
ser perjudicada (Know-How Wire 2.1993).
Quizá nadie ha promovido esta imagen mejor que
Sargent & Bass en su libro Plantation
Politics (1992). Luego de describir un
panorama de desolación en Espírito Santo y
Bahia, estos autores pasan a decir que
"Aracruz Celulose, con apoyo del gobierno,
tomó control de muchas tierras degradadas dentro
de los jirones restantes del bosque nativo y
estableció grandes plantaciones de eucaliptos.
Al hacerlo, ha comenzado a mejorar el medio
ambiente local y las condiciones sociales".
La publicidad de Aracruz ha sido tan exitosa, que
en 1991 la empresa fue distinguida por las
Naciones Unidas por su "riguroso
compromiso" con los padrones de desarrollo
sustentable (IBASE 1993a).
Este coro de alabanzas tiene
sin embargo escasas bases reales. Los efectos
concretos de la presencia de Aracruz han
resultado perjudiciales, tanto para la población
local y su calidad de vida como para el suelo, el
agua y los bosques de la región.
En primer lugar, la enorme
área adquirida por la empresa a partir de la
década de 1960 no estaba, como declara la misma,
vacía: allí habitaban miles de indígenas y
agricultores de subsistencia. A fin de vencer la
resistencia local a su ocupación de la tierra,
fundamentalmente por parte de comunidades
negras y pequeños productores que habían
migrado recientemente desde otros estados, la
empresa utilizó una estrategia en que la
violencia física estaba asociada a la violencia
simbólica. La compra de tierras se hacía a
través de dos personas: un oficial militar y una
persona negra con preeminencia en la comunidad,
combinación que tenía un sentido
particularmente claro, dada la existencia
entonces de una dictadura militar (Miranda
1993b). Se estima que unas 7.000 familias fueron
expulsadas, a través de la violencia y la
coacción, de las áreas que ocupaban, incluyendo
varios miles de personas que no recibieron
compensación alguna (FASE 1993, Valarelli 1992,
IAD 7/8.1992). En estas expulsiones jugó un
papel crucial la negligencia o la colaboración
de las autoridades locales, incluyendo al
entonces gobernador del estado de Espírito
Santo, Artur Gerardt, quien más tarde
casualmente pasó a ser presidente de Aracruz
(FASE 1993).
En 1967, recuerda el Cacique de
Aldea de Caieira Velha, José Luiz Ramos, con el
apoyo del gobierno del estado, "la empresa
multinacional Aracruz Celulose S.A taló amplias
áreas de bosques y plantó eucaliptos en toda la
región, inclusive en nuestras tierras. En poco
tiempo, esta empresa destruyó cerca de siete
aldeas Tupiniquim, expulsándonos y hoy estamos
cercados por un mar de eucaliptos en tres
pequeñas áreas discontinuas. Ya no existen más
bosques, ni caza. Los ríos y arroyos han
desaparecido luego de la plantación de
eucaliptos" (Miranda 1993c).
Las opciones de esta gente
expulsada fueron básicamente tres: emigrar a
otras regiones rurales, mudarse a una vida de
subempleo en las favelas de las ciudades o
trabajar para la compañía, fundamentalmente en
las plantaciones. Sin embargo, el trabajo en las
plantaciones de Aracruz ha sido catalogado como
semiesclavo, con condiciones de trabajo tan
peligrosas y perjudiciales para la salud, que
pocos trabajadores pueden trabajar allí más de
10 años. Más del 50% de quienes han trabajado
en las plantaciones por largo tiempo, sufren de
graves dolencias derivadas de dicha tarea. Pese a
que tienen derecho a ser sometidos a un proceso
médico de rehabilitación, esto rara vez ocurre,
debido a que los médicos son también empleados
de Aracruz. La empresa tiende a despedir, sin
compensación alguna, a quienes han trabajado
largo tiempo en las plantaciones y a sustituirlos
con gente más joven (Inyaku 1993). La abundante
reserva de mano de obra desempleada, cuyo número
creció a consecuencia de la crisis del anterior
monocultivo para exportación (el café), de la
expulsión de población rural por parte de la
empresa y la atracción de migrantes por este
"polo de desarrollo", ayudan a mantener
los salarios bajos.
Incluso la posibilidad de
acceder a empleos mal pagos y peligrosos para la
salud se ha visto limitada, a medida que se ha
ido crecientemente mecanizando la cosecha de los
árboles y otras tareas en el área de
plantación (IBASE 1994b). Durante los primeros
meses de 1993, Aracruz despidió al 20% de sus
empleados, que pasaron de 7.000 a menos de 6.000,
siendo el área forestal la más afectada (Inyaku
1993). En 1993, los pueblos indígenas que
habían perdido sus tierras a manos de Aracruz
comenzaron una nueva lucha por recuperarlas.
Aracruz intenta distraer la
atención de su historial, publicitándose como
habiendo construido voluntariamente varios
centros de recreación, escuelas, centros de
formación vocacional y clínicas de salud, a un
costo de más de 15 millones de dólares. Lo que
la empresa no menciona, sin embargo, es que como
parte del proyecto de expansión de la planta, el
BNDE le exigió la implantación de estructura
social en las regiones donde opera y que el
propio BNDE financió el 80% del costo total
(Gonçalves et al. 1994).
La afirmación de Aracruz de
que no ocupa áreas agrícolas, es contradecida,
por ejemplo, por la forma en que la empresa
adquirió tierras en Bahia, previamente dedicadas
al cultivo en pequeña escala del mamão, una
fruta local. Aunque un director de Aracruz
declaró que la producción del mamão estaba en
decadencia, los agricultores locales habían
logrado vivir de esta producción. En general, la
insistencia de la compañía de que sus
actividades son compatibles con la agricultura
tiene poco sentido, dada su propensión a
adquirir precisamente los mejores suelos
agrícolas, debido a que ello facilita la
mecanización de las tareas. Aracruz es
propietaria del 15% de las tierras planas de
Espírito Santo (FASE 1993).
En el plano ambiental, la
empresa es a su vez acusada de haber derribado e
incendiado más de 50.000 hectáreas de bosques
durante su primera fase de plantaciones (FASE
1993, Miranda 1993c, IAD 7/8.1992). A ello se
suma la plantación de eucaliptos en áreas de
preservación permanente, por lo que ha sido
multada por el IBAMA, organismo estatal encargado
de velar por la conservación ambiental. Rogério
Medeiros, coordinador nacional de medio ambiente
de la Federación Nacional de Periodistas, quien
ha venido haciendo un seguimiento de las
actividades de Aracruz desde sus inicios, afirma
que durante ese período han desaparecido 156
cañadas de la región y que los pozos se están
secando en numerosas áreas; hasta un río, el
San Domingos, se secó. De acuerdo con João
Pedro Stedile, del Movimiento de los Sin Tierra
"50.000 personas de la región solían comer
pescado todos los días. Ahora no comen más
pescado; algunos pescadores han dejado de pescar,
porque quedan pocos peces que pescar" (IAD
7/8 1992).
En cuanto a los suelos, es
importante señalar la experiencia de los
indígenas Tupiniquim, quienes, al recuperar
parte de sus tierras, devueltas luego de haber
sido plantadas con eucaliptos, constataron que
éstas no retornaron a su antigua productividad
agrícola, y que "quedaron arenosas".
Se ha responsabilizado al uso indiscriminado de
agrotóxicos, en particular los herbicidas Goal y
Roundup y el hormiguicida Mirex, por el
envenenamiento en masa de los animales de la
región (FASE 1993). (A partir de 1993, parece
ser que todas las principales empresas de pulpa
han pasado a utilizar Mirex-S, un piretroide
menos nocivo, en sustitución del organoclorado
Mirex [Fanzeres 1995].)
De acuerdo con las ONGs locales
Centro de Estudos e Pesquisas para o
Desenvolvimento do Extremo Sul da Bahia y el
Centro de Defesa dos Direitos Humanos, Aracruz ha
sido además "constantemente multada"
por contaminación industrial. Personas de la
localidad han testificado que "Próximo a la
fábrica resulta casi imposible respirar. La
mayoría de las personas que trabajan en la
fábrica probablemente no tengan más mucosa
nasal. . . La polución aérea emitida por
Aracruz llega a distancias de más de 100 km
según los vientos" (CEPEDES/CDDH 1992).
El Sindicato de Trabajadores de
la Industria de la Celulosa (SINTICEL) ha acusado
a Aracruz de prácticas incorrectas en el manejo
de la emisiones, tanto hídricas como aéreas
(FASE 1993) .Los activistas locales denuncian que
las emisiones de sustancias químicas en el
Atlántico han matado y envenenado tanto a los
peces como a la vegetación (IAD 7/8.1992).
Resulta además difícil
esperar que la recientemente profesada
preocupación de Aracruz por la adopción de
procesos industriales "limpios" dé
lugar a resultados permanentes, dado que está
básicamente guiada por la búsqueda de mayores
márgenes de ganancia. En efecto, cuando a fines
de 1993 la empresa incorporó una nueva
tecnología para el blanqueo sin cloro de la
celulosa, estaba simplemente respondiendo a la
demanda del mercado extranjero por pulpa libre de
cloro. Un importante directivo de la empresa dijo
que "sin la nueva tecnología, dejaríamos
de vender 150.000 toneladas de celulosa para el
mercado internacional" (IBASE 1993b). Es por
esta razón, que la firma tiene tres diferentes
tipos de procesos industriales en sus cuatro
líneas de producción. En uno emplea cloro,
otros dos producen pulpa sin cloro elemental y
sólo con el más nuevo produce pulpa totalmente
sin cloro (Fanzeres 1995).
No resulta entonces
sorprendente que en mayo de 1992, en vísperas de
la Cumbre de la Tierra, el Forum Brasileño de
ONGs, junto a diversos sectores de la sociedad,
organizaran un acto público denunciando la
"farsa de Aracruz" y criticando una
propuesta de presentar las actividades de la
empresa como modelo de desarrollo sustentable. En
ese momento, Greenpeace cerró simbólicamente a
Portocel, el puerto de exportación de la
empresa, como señal de protesta contra los
daños ambientales y sociales provocados por la
producción de pulpa, incluyendo su destrucción
de bosques nativos (FASE 1993, Bruno 1992). Un
equipo de investigadores llega a la conclusión
de que Aracruz "asume la imagen de
protectora del medio ambiente y, en tanto, sus
eucaliptales secan cursos de agua, destruyen la
fauna local, causan empobrecimiento del suelo,
impiden la regeneración de las especies
vegetales nativas, reducen drásticamente el
área cultivable de alimentos básicos (en un
país donde mucha gente muere de hambre), sin
hablar de la concentración fundiaria y la
expulsión del hombre de campo, lo que contribuye
a aumentar la población urbana y la degradación
de las condiciones de vida en las ciudades.
¿Dónde está el desarrollo sustentable?
(Gonçalves et al. 1994)
Bahia
Sul Celulose
Esta empresa fue concebida en
1984 entre uno de los principales holdings de
Brasil (el grupo Suzano) y la empresa estatal
Companhia Vale do Rio Doce. El grupo Suzano, con
intereses en numerosas áreas, es propietario de
la Cía. Suzano de Papel e Celulose, una de las
principales empresas papeleras integradas del
país (madera, pulpa, papel, editorial,
gráfica). Con anterioridad, la empresa había
producido pulpa exclusivamente para su propia
producción de papel. Bahia Sul Celulose
constituyó su primera incursión en el área de
la exportación de pulpa.
Los principales accionistas de
Bahia Sul son Suzano (CSPC), que en la actualidad
posee el 35% de las acciones, la Companhia Vale
do Rio Doce (CVRD), con un 29%, el Banco Nacional
de Desarrollo Económico y Social (BNDES), con un
26% y la Corporación Financiera Internacional
(CFI), que forma parte del Banco Mundial, con un
3%. Sin embargo, la propiedad de las acciones
ordinarias (con derecho a voto) quedó en manos
de los dos socios fundadores, correspondiéndole
un 55% a Suzano y un 45% a CVRD.
La inversión total fue de
1.500 millones de dólares y la empresa se
benefició con créditos del BNDES a 10 años
(con 3 de gracia) por valor de US$387 millones a
tasas de interés muy inferiores a las del
mercado. Bahia Sul también obtuvo US$33 millones
del Citibank y US$83 millones del Manufacturers
Hannover Trust. El papel de la Corporación
Financiera Internacional, más allá de su aporte
económico, constituyó un apoyo simbólico del
Banco Mundial al emprendimiento, que facilitó la
obtención de dinero en otras fuentes (Gonçalves
et al. 1994).
Bahia Sul Celulose tiene una
capacidad instalada para producir 500.000 tons de
pulpa blanqueada de eucalipto y 250.000 tons de
papel de imprimir y de escritura. El 45% de la
pulpa se destina a la producción propia de
papel, el 45% a la exportación y el 10% restante
al mercado interno (CEPEDES/CDDH 1992). La mitad
de la celulosa exportada tiene como destino a
Asia y la otra mitad se reparte por partes
iguales entre América del Norte y Europa. El 60%
del papel que produce es también exportado; la
mitad a América del Norte y el resto se reparte
entre Europa y Medio Oriente (Gonçalves et al.
1994). La empresa se ubica en el quinto lugar
entre los exportadores brasileños de pulpa.
La decisión de localizar la
empresa en Bahia se debió principalmente a la
existencia de amplias áreas plantadas con
eucaliptos en la región. Suzano, un pionero en
la producción de pulpa en base a eucalipto,
había agotado sus posibilidades de expansión en
el estado de São Paulo y requería nuevas
fuentes de pulpa. La CVRD, que ya estaba
involucrada en "joint ventures" en el
sector celulósico y que poseía 100.000
hectáreas de eucaliptos, plantadas originalmente
para la producción de carbón destinado a la
industria del acero, se convertía en el socio
ideal para Suzano (Higgs 1992a, 1992c).
Las plantaciones de la CVRD
fueron consecuencia de la política de incentivos
del gobierno para la plantación de árboles,
que. inicialmente se concentraron en la región
centro- sur de Brasil. A fines de
los años 70, los precios de la tierra se
elevaron en esa región y las empresas
plantadoras se orientaron hacia el sur de Bahia,
donde amplias áreas de tierra barata o
deforestada comenzaban a estar disponibles como
resultado de la construcción de carreteras y la
asociada extracción insustentable de madera.
Esta actividad forestadora no tenía un objetivo
claro en cuanto al destino final de la madera y
en muchos casos simplemente buscaba captar los
recursos que el estado volcaba hacia esta
actividad. En 1982, el estado de Bahia se
consolida como el segundo polo forestal del país
(Miranda 1992). Estaban dadas entonces todas las
condiciones para la instalación de una planta de
pulpa: materia prima abundante, tierra barata,
mano de obra barata, infraestructura de
transporte y cercanía al puerto de Vitória.
En la actualidad Bahia Sul
Celulose es propietaria de 114.000 hectáreas de
tierra, distribuidas en 68.000 de eucaliptos,
34.000 de bosque nativo y 12.000 ocupadas por
obras de infraestructura. El ritmo de plantación
anual es de 1.000 hectáreas y desde 1992 la
empresa también ha promovido la plantación de
árboles por los campesinos en sus propias
tierras, a fin de ampliar la base de materia
prima con vistas a una posible ampliación futura
de la planta (Gonçalves et al. 1994, Higgs
1992c).
Al igual que Aracruz, Bahia Sul
Celulose se presenta como defensora de la
naturaleza, culpabilizando a los pobres por su
degradación. Por ejemplo la caza, practicada por
la gente local como complemento de la
alimentación, es tratada en la literatura de la
empresa como un "crimen ecológico",
que está siendo heroicamente combatido por la
compañía. Un periodista especializado en temas
industriales comentó con aprobación en 1992,
que "las consideraciones ambientales fueron
importantes, tanto en la ubicación de la planta
como en su construcción:
"Además de la
conservación del 30% de su tierra forestal para
especies indígenas y la plantación anual de
20.000 ejemplares de dichas especies, la empresa
llevó a cabo extensos estudios previo a la
construcción, para garantizar la seguridad del
medio acuático. Algunos aspectos de la planta
incluyen deligninización con oxígeno,
tratamiento primario y secundario de los
efluentes y producción de energía a partir de
biomasa" (Higgs 1992).
Tales afirmaciones son
erróneas. Ignoran el hecho de que antes de que
la región fuera abierta para el
"desarrollo", la gente local utilizaba
los recursos naturales de una manera mucho más
responsable de lo que hoy lo hace la empresa
(Miranda 1992). También son contradecidas por el
hecho de que Bahia Sul destina apenas un
excepcionalmente bajo 7,2% de sus costos totales
de instalación al equipamientos para el control
de la contaminación (Gonçalves et al. 1994),
cuando en los países industrializados, este
porcentaje normalmente oscila en torno al 20%
(CEPEDES/CDDH 1992).
Tampoco se mencionan otros
peligros socioeconómicos que las instalaciones
de Bahia Sul plantean para la región en su
conjunto, tales como los relacionados con la
dependencia de un solo monocultivo. En el caso de
la producción de cacao en Bahia, esta
dependencia dio lugar a reiteradas crisis,
atribuibles a irregularidades climáticas, la
aparición de plagas y a la caída internacional
de precios, sobre los que los productores locales
tenían escaso control. La dependencia del
cultivo de eucaliptos puede dar lugar a problemas
similares. La reducción del área agrícola del
estado, ya le ha llevado a una mayor dependencia
en materia de alimentos, que deben ser traídos a
un costo superior de otros estados, lo que ha
repercutido negativamente sobre la calidad de
vida de la gente de menores recursos
(CEPEDES/CDDH 1992, Miranda 1992).
Además, la llegada de Bahia
Sul se tradujo en la expulsión de unas 8.000
familias de sus pequeñas propiedades. Aquellos
expulsados que se convirtieron en trabajadores
forestales, se encuentran hoy en una situación
peor que la de quienes lograron conservar sus
propiedades (Goncalves et al. 1994).
Bahia Sul tampoco ha demostrado
ser un eficiente generador de empleos. Cada uno
de los 5.500 empleos existentes requirió una
inversión de entre US$226.000 y 338.000 y debe
tenerse además en cuenta que parte importante
del capital provino de fondos públicos. De
acuerdo con un estudio realizado por ONGs locales
(CEPEDES/CDDH 1992), un proyecto de desarrollo
alternativo (basado en una agricultura
diversificada), que contara con un nivel similar
de inversión, podría generar 150.000 empleos,
con un costo por empleo generado de apenas
US$8.300. En el sector forestal, la empresa
emplea sólo una persona cada 45 hectáreas, en
tanto que las actividades agrícolas generan 1
empleo fijo cada 2,5 hectáreas y la producción
de mamão requiere 1,5 trabajadores por hectárea
(CDDH 1993). Por añadidura y pese a la
propaganda de la empresa, muchos de los empleos
generados no han beneficiado a la gente local,
que a menudo no está suficientemente capacitada
para los mismos (Miranda 1992).
Tampoco han mejorado las
condiciones de vida y trabajo. El gran número de
personas atraídas al área de Bahia Sul por los
anuncios de la empresa requiriendo trabajadores
para la construcción de la planta, precipitó un
aumento exagerado en el precio de los alquileres.
Para quienes venían sin su familia, las
condiciones de vida eran pésimas. Cuartos de 3 x
4 metros alojaban a 6 o más trabajadores, con un
solo baño por cada grupo de 32 hombres. Los
problemas familiares se exacerbaron debido a la
larga separación. Unos 5.000 trabajadores
vivieron en estas condiciones durante 3 años y
en ciertos momentos llegaron a sumar 13.000. A
raíz de ésto esto se desataron
varias huelgas, que retardaron el inicio de la
operación de la planta (CEPEDES/CDDH 1992, CDDH
1993, Gonçalves et al. 1994).
Desde los sectores sindicales
se señala el elevado índice de desempleo y
subempleo y las pésimas condiciones de trabajo
en el sector forestal. El sistema de transporte
usado, tanto para las obras como en el área
forestal, es denunciado como degradante y
peligroso, puesto que los trabajadores, cual si
fuesen ganado, son transportados en la caja de
los camiones, dando lugar a accidentes frecuentes
(CEPEDES/CDDH 1992). Bahia Sul también ha
perjudicado la pesca y el turismo locales, que
alimentan y dan ocupación a un número muy
importante de personas (CEPEDES/CDDH 1992).
Un megaproyecto de este tipo
implica una enorme concentración fundiaria, de
capital y de poder político. Como genera muy
escaso empleo en relación al nivel de
inversión, poco de este capital y de este poder
llega a encontrar alguna vez el camino hacia los
más desvalidos. Como resultado, empresas tales
como Bahia Sul pasan a tener un peso político
desproporcionadamente alto y se corre el riesgo
del desarrollo de un "coronelismo"
moderno, en el que los grandes poseedores de
tierras y capital se convierten en una suerte de
"señores feudales" que pretenden
dictar las políticas locales. Aún antes de
entrar en funcionamiento, ya existían denuncias
de uso de recursos financieros de Bahia Sul en
beneficio de candidatos a las elecciones
(CEPEDES/CDDH 1992). Años más tarde, Bahia Sul
hizo un adelanto de parte de sus impuestos al
gobierno estadual de Bahia, que el gobierno
empleó para asfaltar las rutas más utilizadas
por los camiones de la empresa (Miranda 1992c).
En 1989, de manera similar a lo ocurrido en el
estado de Espírito Santo, el gobierno estadual
de Bahia se vio forzado a reaccionar contra el
creciente "poder feudal" de la empresa
y a demandar que la misma suspendiese la
adquisición de nuevas áreas de tierra.
Los problemas ambientales
causados por Bahia Sul son también importantes.
En el sur del estado de Bahia, donde está
instalada la empresa, apenas sobreviven unas
60.000 hectáreas de un bosque que en 1930
ocupaba un millón y medio de hectáreas. Estos
bosques forman parte de la Mata Atlántica, tanto
o más rica en biodiversidad que la selva
amazónica y que se encuentra en peligro de
desaparición (CEPEDES/CDDH 1992). Las
plantaciones de eucaliptos de Bahia Sul ponen en
peligro la sobrevivencia de este bosque,
fundamentalmente debido a que ocupa áreas
cruciales que, sin los eucaliptales, hubieran
dado lugar a la regeneración del bosque nativo.
A menos que se permita que estas áreas se
regeneren, poco sentido tendrá la conservación
estricta de unas pocas y diminutas áreas de Mata
Atlántica intocadas, que es el tipo de
conservación que Bahia Sul, como parte de su
discurso de relaciones públicas, se
preocupa de publicitar que apoya.
Las plantaciones de eucaliptos
de Bahia Sul también están afectando, tanto en
calidad como en cantidad, el abastecimiento de
agua de la región. Moradores del poblado de
Veracruz, por ejemplo, declararon que, a raíz de
una plantación cercana de eucaliptos, se secaron
varios pozos de agua y tuvieron que
profundizarlos unos 3 metros para poder volver a
disponer de agua. A su vez, los insecticidas,
fertilizantes y herbicidas utilizados en las
plantaciones contaminan los cursos de agua y esto
impacta sobre la fauna acuática. Los pobladores
de la colonia de pesca de Caravelas iniciaron un
proceso judicial para que se investigara la
calidad del agua, en vista de la significativa
disminución de cangrejos y otras especies,
vinculado al uso de agroquímicos (CEPEDES/CDDH
1992). La gente local también teme que la
contaminación hídrica que resultará del
funcionamiento de la planta industrial habrá de
constituirse en otro problema más.
CENIBRA
Las primeras plantaciones de
eucaliptos en Minas Gerais fueron iniciadas en la
década de 1940, llevadas a cabo por la
Compañía Belgo-Mineira, con el objetivo de
producir carbón. Las mismas se expandieron
enormemente a partir de la segunda mitad de la
década del 60 (y en particular durante los 70),
promovidas con subsidios del gobierno. A la Belgo
Mineira se sumaron Florestas Rio Doce (creada por
el estado y la Companhia Vale do Rio Doce en
1968) y la compañía Aceros Especiales Itabira
(ACESITA), así como muchos otros plantadores
independientes, siendo el objetivo de estas
plantaciones el de abastecer de materia prima o
energía a las industrias de celulosa, hierro y
acero y cemento. El estado de Minas Gerais llega
así a poseer la mayor área plantada de
eucalipto de Brasil (Gonçalves 1995).
Hacia 1970, Japón se convierte
en el principal comprador de CVRD. En 1972, esta
compañía firma un convenio con la Japan Brazil
Pulp Resources Development Co. (JBP), por el que
se crea una empresa conjunta denominada Celulose
Nipo-Brasileira o CENIBRA, para la producción de
pulpa kraft de eucalipto para exportación, la
mitad de la cual tendría como destino al Japón.
El 51,5% de las acciones quedaba en manos de la
CVRD. El 36% de las acciones de la JBP estaba a
su vez en manos de la agencia japonesa de
"asistencia" bilateral Overseas
Economic Cooperation Fund. Otros accionistas de
JBP incluían a Oji Paper (casi el 10%); Jujo
Paper, Honshu Paper e Itochu (más de 8% cada
uno); Tokai Pulp, Daishowa Paper, Hokuetsu Seichi
Paper Mills, Mitsubishi Paper Mills, Daio Paper y
Sanyo Kokusaku Pulp (más de 3,5% cada uno); y,
con menor número de acciones Kanzaki Paper,
Daiko Paper, Chuetsu Pulp, Nippon Kakou Sheisi,
Abegawa, Kishu, Sanko, Juban y Mishima
(Gonçalves 1995).
Cuando CENIBRA inició sus
operaciones en 1974, la planta fue abastecida de
madera por Florestas Rio Doce, una subsidiaria de
la CVRD. Simultáneamente se crea FLONIBRA
(Florestas Nipo-Brasil), con el objetivo de
adquirir 400.000 hectáreas adicionales de tierra
a ser plantadas con eucaliptos en Bahia y
Espírito Santo. En 1984, las 155.000 hectáreas
que habían sido adquiridas (incluyendo 88.000
plantadas con eucaliptos y 48.000 de "áreas
de conservación"), fueron traspasadas a
CENIBRA Florestal, encargada de abastecer a la
fábrica de madera para pulpa y para energía
(Goncalves et al. 1994). CENIBRA Florestal emplea
a unas 4.600 personas, que entre otras tareas
forestales, plantan unas 6.000 hectáreas de
eucalipto al año (JATAN 1993).
La planta de pulpa de CENIBRA,
donde trabajan unas 1.300 personas, ha
incrementado su producción de 116.000 toneladas
en 1978 a 376.000 en 1993 y ya están aprobados
los planes para duplicar la producción (JATAN
1993, Gonçalves 1995). El 80% de la producción
es destinado a la exportación (50% a Japón y
30% a Europa y EEUU), ubicándose en la segunda
posición entre las principales empresas
exportadoras de pulpa, siendo sólo superada por
Aracruz (JATAN 1993, Miranda 1993a).
La localización de la planta
de la empresa en Minas Gerais, a cierta distancia
de la costa, sólo fue posible por la
utilización de un ferrocarril de altísimo nivel
perteneciente a CVRD. Cuando la planta comenzó
su producción, se duplicó la ferrovía y se la
adaptó al transporte de celulosa (Gonçalves et
al. 1994). La empresa es también capaz de
mantener sus costos bajos por ser copropietaria,
en asociación con Aracruz Celulose, del puerto
de Portocel, especializado en la exportación de
celulosa (Knight 1991b). En 1975, CENIBRA además
recibió financiamiento del estado por valor de
US$128 millones. Este fue complementado por otros
US$14 millones en 1976, US$16 millones en 1981
(para reducir el consumo de energía), otros
US$6,6 millones en 1982 y US$15 millones en 1985
(Gonçalves et al. 1994).
Las reivindicaciones de CENIBRA
en cuanto a sus credenciales "verdes"
se basan en un plan estratégico quinquenal,
elaborado en 1991, para asegurar un
"desarrollo sustentable" (Higgs 1992d).
De acuerdo con el plan, un área de 240
hectáreas de pinos y eucaliptos que rodean la
planta será enriquecida con especies indígenas
para atraer el retorno de la flora y fauna
nativas. Además, se preservarán 1.000
hectáreas de bosque nativo y se reforestará con
especies nativas las márgenes del rio Doce en
propiedad de la empresa. A nivel de la planta
industrial, se tomarán medidas para el control
de efluentes, monitoreados por la propia empresa
y se comenzará la producción de celulosa libre
de cloro.
Varios aspectos de este plan
merecen comentarios. En primer lugar, la
plantación de especies indígenas y la
preservación de algunas áreas de bosques
nativos (esto último no es una medida voluntaria
sino una obligación legal), constituyen medidas
esencialmente cosméticas, para apaciguar a una
población cada vez más preocupada por el avance
de los eucaliptales y a los grupos ambientalistas
del norte (también pueden limitar en algo el
peligro del ataque de plagas). En segundo lugar,
la implementación de un sistema de tratamiento
de efluentes sólo fue llevada a cabo en 1988 (11
años después de que la empresa entrara en
funcionamiento) y sólo luego de intensas
presiones por parte de la población local
(Gonçalves 1995). Por lo tanto, su instalación
no prueba que se trate de una empresa digna de
confianza en la temática ambiental. De similar
manera, la producción de celulosa blanqueada sin
cloro sólo se implementó por exigencias de la
Comunidad Europea y este proceso solamente se
aplica a la celulosa a ser exportada a dicho
mercado (JATAN 1993).
Al igual que en el caso de los
esfuerzos de Aracruz y Bahia Sul en materia de
"maquillaje verde", el plan de
"desarrollo sustentable" de CENIBRA
deja astutamente de lado una serie de realidades
destructivas de las operaciones de la empresa.
Una de tales realidades es la forma en que el
proyecto de CENIBRA y los de otras empresas como
CVRD, ACESITA y Belgo Mineira, concentran enormes
extensiones de tierra en pocas manos, en un
proceso a menudo marcado por la violencia. Por
ejemplo, de acuerdo con JATAN (1993), FLONIBRA
"apeló a cualquier método para adquirir
tierra para sus plantaciones . . . a veces,
comprando a precios superiores a los del mercado,
otras veces obligando a los habitantes locales a
emigrar utilizando la violencia o apelando al
engaño y fomentando conflictos entre vecinos,
'resueltos' por agentes de la empresa que
adquirían la tierra".
En otros casos, FLONIBRA cortó
bosques secundarios habitados por indígenas y
obligó a los agricultores locales a emigrar a
las poblaciones cercanas (JATAN 1992).
Al igual que en otras partes de
Brasil, la concentración de buenos suelos
agrícolas en pocas manos ha dado lugar al
colapso de la agricultura de subsistencia, al
éxodo a la ciudad y al debilitamiento de la
autonomía y de los lazos culturales locales
(Guerra 1992, Gonçalves 1995). El trabajo
asalariado ha por su parte podemostrado ser un
sustituto inadecuado a la agricultura de pequeña
escala, tanto en términos económicos como
culturales. Un trabajador entrevistado, antiguo
empleado de la empresa dice que: "el salario
que ganábamos no servía para gran cosa . . .
sólo daba para sobrevivir" (Gonçalves
1995). Como consecuencia de la ocupación de las
áreas agrícolas por las grandes plantaciones
para pulpa, Minas Gerais ha debido importar
alimentos de otras regiones. Además, a medida
que se aumenta la superficie de tierra en poder
de las empresas plantadoras (ACESITA, por
ejemplo, tiene 250.000 hectáreas, Belgo Mineira
100.000 Y CENIBRA 155.000), también crece la
dependencia de los pueblos locales con respecto a
dichas empresas y la influencia de las mismas
sobre los procesos de toma de decisiones. Uno de
los resultados es la instalación de aún más
proyectos industriales y plantaciones de árboles
(Guerra 1992, JATAN 1993).
Por otro lado, la relación de
la empresa con los trabajadores ha sido
autoritaria y explotadora. De acuerdo con un
trabajador entrevistado, si bien los salarios
fueron inicialmente buenos y había un fuerte
sindicato, los salarios declinaron sensiblemente
luego que CENIBRA comenzara a manipular las
elecciones sindicales a través de presiones y
fraude. La empresa también despidió a
trabajadores sindicalizados y comenzó a promover
la tercerización, es decir, la subcontratación
de empresas para la realización de las tareas
forestales e industriales. Este cambio, que
apuntaba a la reducción de costos, resultó en
salarios aún más bajos y en una menor
concentración de trabajadores, volviendo aún
más difícil la sindicalización (Gonçalves
1995). Las condiciones de trabajo son a menudo
inadecuadas y se denuncia que muchos de los
operadores de motosierras que trabajan en las
plantaciones sufren de desórdenes nerviosos y
otros problemas de salud (JATAN 1993).
La misma política de
tercerización está siendo aplicada por CENIBRA
en el área de plantaciones a través del
programa Fazendeiro Florestal (en conjunto con un
órgano estadual), a través del cual se provee
de plantas, fertilizante y veneno para hormigas a
los agricultores, si plantan eucaliptos en sus
propios predios. Con ello la empresa incrementa
su base forestal sin necesidad de adquirir más
tierras. Los campesinos están contractualmente
obligados a vender la madera a CENIBRA al
"precio de mercado", que es establecido
por la propia compañía (Gonçalves 1995).
Los impactos ambientales de las
plantaciones de CENIBRA incluyen la destrucción
de bosques nativos y la pérdida de biodiversidad
(Guerra 1992, JATAN 1993, Gonçalves 1995). Se ha
instalado plantaciones de eucaliptos en buenos
suelos agrícolas. No sólo CENIBRA no se
restringe al uso de tierras
"degradadas" sino que además, en
contradicción con su propia política, también
planta en pendientes pronunciadas (Guerra 1992).
También se ha visto afectada
la ecología de los suelos. La gruesa capa de
restos vegetales no puede ser mineralizada
rápidamente por los organismos descomponedores.
Por consiguiente, se forman ácidos orgánicos y
los iones de calcio, potasio y magnesio son
reemplazados en la capa superior del suelo por
iones de hidrógeno. Esto da lugar a un pH más
bajo, que afecta la disponibilidad de nutrientes
para las plantas. La capacidad productiva a largo
plazo de los suelos se encuentra en peligro y no
se sabe por cuanto tiempo se podrá continuar
produciendo madera de eucalipto en los mismos
suelos (Guerra 1992). La corteza de los árboles
(que contiene gran parte de los nutrientes
extraídos del suelo por el árbol), es utilizada
en la planta para generar energía, con el
consiguiente empobrecimiento de la fertilidad de
los suelos (JATAN 1993).
Además, la gente local ha
notado un descenso en el nivel de la napa de agua
debido a una menor recarga. Esto es atribuible al
mayor escurrimiento superficial asociado con las
plantaciones y al elevado consumo de agua por
parte de los eucaliptos. Finalmente, el uso de
pesticidas tales como Aldrin y Mirex ha dado
lugar a la contaminación de suelos y cursos de
agua, con el resultado constatado de gran
mortandad de peces (Guerra 1992). La empresa
incluso ha llegado a realizar aplicaciones
aéreas de herbicidas, con perjuicios para los
agricultores locales (Gonçalves 1995).
Los impactos ambientales
derivados de la planta de pulpa de CENIBRA han
sido igualmente graves. Las primeras denuncias de
contaminación hídrica surgen desde el propio
inicio de las operaciones de la planta en 1977 y
continúan hasta el día de hoy. Recién a fines
de 1986, la empresa se compromete formalmente a
instalar, en un plazo máximo de 30 meses, un
sistema de tratamiento de efluentes líquidos
industriales y sanitarios. A partir de 1990,
CENIBRA se compromete a la realización de un
"automonitoreo" de sus efluentes,
sometiendo mensualmente al órgano estatal
correspondiente los resultados del mismo, pero
sin que los mismos se hagan públicos (Gonçalves
1995). Aunque no hay información científica
disponible sobre la contaminación aérea en el
área de la planta, cabe señalar que en 1992, en
ocasión de su visita a la planta, los
integrantes de JATAN señalaron que "no
pudimos menos que notar el horrible olor presente
en toda la planta y sentimos lástima por los
trabajadores que tenían que trabajar allí"
(JATAN 1993).
Jari
y Companhia Florestal Monte Dourado
En 1967, el magnate naviero
norteamericano Daniel Ludwig pagó a la dictadura
militar brasileña US$3 millones por 1,6 millones
de hectáreas de bosque tropical sobre el río
Jari, cerca de la frontera con la Guayana
Francesa. Al año siguiente, comenzó a plantar
amplias masas homogéneas de árboles de rápido
crecimiento destinadas a la fabricación de
pulpa. La planta de pulpa de Ludwig, construida
en Japón y llevada por mar hasta el sitio
elegido, quedó finalmente
instalada en 1979.
El proyecto, idéntico a los
demás que se están implantando en Brasil, sólo
se diferenció esencialmente en la especie
elegida, que resultó un fracaso. En efecto, la
empresa eligió plantar Gmelina arbórea,
una especie de rápido crecimiento originaria de
Indonesia. A los problemas comunes a los
eucaliptos y pinos (las hormigas defoliadoras de
los géneros Atta y Acromyrmex) se
agregó el ataque de un hongo (Ceratosystis
fimbriata), que no sólo detenía el
crecimiento de los árboles, sino que además
reducía la calidad de la madera para pulpa
(Higgs 1993b, Shell/WWF 1993). Estos problemas
con la especie elegida implicaron grandes
pérdidas para la empresa, que en 1978 ya había
plantado 64.000 hectáreas de Gmelina
(Shell/WWF 1993). A partir de ese momento
comenzó a plantar un pino (Pinus caribaea var.
hondurensis), sobre el que ya
existían experiencias en la región.
En 1982, cuando Brasil se
encaminaba hacia la democracia y Ludwig no iba a
poder contar más con el apoyo de los militares
(Sargent & Bass 1992), decidió vender Jari a
un consorcio de 23 empresas brasileñas,
encabezadas por el grupo CAEMI, que adquirió el
40% de las acciones (IBASE 1993a). El BNDES
apoyó la operación con un préstamo de US$180
millones (Shell/WWF 1993). Uno de los principales
nuevos accionistas fue la empresa AMCEL (Amapá
Florestal e Celulose S.A.), propietaria de unas
90.000 hectáreas de pinos en la cercanía de la
planta (Knight 1991b).
Esto último fue de gran
importancia para la empresa, dado que la
productividad de sus propias plantaciones era tan
baja, que se tuvo que recurrir a dichas
plantaciones de pino para abastecer a la planta
de pulpa hasta tanto no entraran en producción
sus nuevas plantaciones de pinos y las aún más
recientes de eucaliptos (Knight 1991b). En la
actualidad la empresa posee unas 90.000
hectáreas de plantaciones, compuestas
fundamentalmente por eucaliptos y pinos y sólo
quedan 2.000 de gmelina. La especie
principal ha pasado ahora a ser el eucalipto, el
60% del cual proviene de clones seleccionados y
el 40% de semilla. Se continúa plantando a un
ritmo de unas 13.500 has por año (Higgs 1993b).
La planta de pulpa de Jari,
operada por la Compahia Florestal Monte Dourado,
produce 300.000 toneladas de celulosa, 55% de la
cual de fibra larga y 45% de fibra corta. El 80%
de la producción es exportada, siendo los
principales mercados Europa (65%), EEUU (14%) y
otros de creciente importancia como Japón,
Indonesia, Corea y China (Shell/WWF 1993).
Jari no se ha quedado atrás de
las otras empresas del ramo en la incorporación
del "lenguaje verde" a sus actividades.
En palabras del periodista Richard Higgs,
"Jari está muy orgullosa de su casi
quirúrgica incorporación de especies plantadas
dentro del predominante y lujurioso bosque
natural", una práctica que a la vez sirve
"para prevenir el desarrollo de plagas y
enfermedades" (sobre lo cual la empresa
tiene una amarga experiencia). Además, la
compañía mantiene áreas de reserva y conduce
investigaciones sobre especies indígenas
susceptibles de tener alguna utilidad económica.
Al igual que otras empresas de celulosa, Jari ha
mostrado recientemente mucha preocupación en
torno a la contaminación por el uso de cloro,
aunque esta preocupación sólo se despertó en
1992 (es decir, luego de 14 años de operación)
y ello por la presión de los consumidores
europeos, que comenzaron a exigir pulpa
blanqueada sin cloro (Higgs 1993b). Los esfuerzos
propios de Jari en materia de relaciones
públicas han recibido a su vez un importante
apoyo por parte de Paulo de T. Alvim, un conocido
planificador agrícola brasileño, quien ha
manifestado que las plantaciones de Jari reducen
el calentamiento global de la atmósfera debido a
que están en crecimiento, mientras que el bosque
tropical que había ocupado previamente el sitio
estaba en equilibrio con la atmósfera, por lo
que ni absorbía ni emitía anhidrido carbónico
(Fearnside 1993).
Tales manifestaciones ocultan
mucho más de lo que revelan. Por ejemplo, aunque
la empresa está legalmente obligada a conservar
el 50% de los bosques existentes en su predio, ya
lleva cortado alrededor de la tercera parte de
dichos bosques para cubrir el déficit de materia
prima con especies tales como Jacaranda copaia,
que en 1982 constituyeron el 20% de su insumo
maderero total. Unas 1.200 hectáreas de los
bosques que Jari dice proteger están siendo
cortadas anualmente (Shell/WWF 1993),
fundamentalmente para la producción de energía
y para la ampliación de sus plantaciones
(Fanzeres 1995). En 1992, el organismo oficial
encargado de la conservación ambiental (IBAMA),
denegó una solicitud de la empresa de cortar
5.000 hectáreas de bosque denso, que pensaba
sustituir por plantaciones (IBASE 1993a). La
corta de los bosques nativos ha implicado no
sólo la pérdida de los mismos, sino que
también ha llevado a la pérdida de hábitats
para un número muy importante de especies.
Otros problemas ambientales se
originan en el propio modelo de plantaciones
monoespecíficas. Los expertos forestales
no se cansan de señalar el grave error de Ludwig
al elegir a la gmelina como especie para su
plantación (Sargent & Bass 1992, Shell/WWF
1993). Sin embargo, este tipo de
"error" es simplemente un ejemplo de un
problema más general que los forestales se
muestran poco dispuestos a reconocer y del que
Jari constituye un mero ejemplo: que si en una
plantación monoespecífica a gran escala de una
especie de rápido crecimiento, alguna especie de
hongo, virus, insecto u otro animal encuentra
allí su alimento, puede ser capaz de liquidar la
plantación entera en muy poco tiempo.
El ataque de plagas fue sin
embargo sólo uno de los problemas ambientales
que afectaron al proyecto Jari. Cuando los turnos
de corta de la gmelina fueron acortado a tres o
cuatro años, con el objetivo de evitar el ataque
de hongos, los nutrientes comenzaron a ser
extraídos del suelo a una tasa más alta. Se
estima que la mayor parte del potasio y el
fósforo habrán desaparecido del lugar en el
transcurso del siglo XXI (Shell/WWF 1993). Por
otro lado, el uso de maquinaria forestal pesada
ha dado lugar a compactación y erosión de
suelos (Sargent & Bass 1992).
En lo referente al agua y a la
fauna asociada, la empresa no se ha mostrado
particularmente preocupada al respecto. Los
efluentes de la planta son eliminados por el
sencillo y tradicional procedimiento de verterlos
directamente al río Jari. Esto ha traído como
consecuencia la mortandad de peces aguas abajo de
la planta. Tanto la fertilización como
los agroquímicos utilizados por la empresa
contaminan las aguas (Shell/WWF 1993). La
"respuesta ambiental" de Jari a sus
necesidades energéticas, consistente en la
construcción de una represa hidroeléctrica
sobre el río Jari (Knight 1991b, Higgs 1993b),
destruiría uno de los sitios históricos más
hermosos del estado de Amapá: la Cachoeira
(cascada) Santo Antonio (Fanzeres 1995).
Por último, la teoría de que
las plantaciones de Jari ayudan a mitigar el
calentamiento global, ha sido convincentemente
refutada por el científico Philip M. Fearnside
(1993), quien señala que "la comparación
entre la mucho mayor biomasa del bosque
reemplazado por Jari por plantaciones, significa
que el efecto provocado por Jari es de emisión y
no de remoción de carbono atmosférico".
Los ejercicios de relaciones
públicas de Jari también esconden una
situación permanente de abusos en materia
social. En su primera etapa, la empresa tuvo que
hacer inversiones en infraestructura social a fin
de atraer a la gran cantidad de trabajadores
forestales e industriales que necesitaba. Se
construyeron unas 3.000 unidades habitacionales,
así como cuatro escuelas, un hospital con 1.100
camas, clínicas, supermercados, una estación de
radio y 11.000 kms. de caminos (Higgs 1993b). Sin
embargo y pese a estas inversiones, "los
contratistas eran notorios en cuanto al pésimo
tratamiento que daban a los trabajadores traídos
desde los estados pobres del nordeste"
(Sargent & Bass 1992). Esto se reflejó en
una permanente rotación de personal a todos los
niveles, llegando a porcentajes de rotación del
200-300% por año.
A partir del cambio de
propiedad de la empresa, surgen nuevos problemas
sociales. Entre 1988 y 1993, el número de
trabajadores se redujo de 8.000 a 4.500. En el
sector forestal, tal reducción se realizó
sustituyendo operarios por maquinaria de alta
productividad. Muchos trabajadores migrantes son
dejados así cesantes, en una región con pocas
otras posibilidades de empleo. En el sector
servicios, la empresa comienza a pasar la
responsabilidad por el mantenimiento del
hospital, escuelas y restoranes a las autoridades
locales y federales (Higgs 1993b). Es decir, que
después de haber atraído a una gran cantidad de
trabajadores y sus familias para trabajar en el
proyecto en sus etapas iniciales, Jari pretende
que el estado se haga cargo de todos los costos
sociales a largo plazo. En palabras de un
periodista local, "el legado del proyecto
Jari ha sido una ciudad-favela en el medio de la
selva (Gonçalves, M.A 1995).
Riocell
Riocell, ubicada en el estado
sureño de Rio Grande do Sul, fue establecida en
1975. La empresa es propiedad del holding KIV,
integrado por Klabin, la compañía financiera
Iochpe y el grupo Votorantim. Klabin se ubica en
el lugar número 52 en el ranking mundial de
ventas de pulpa y papel. Votorantim es el mayor
conglomerado privado del país y en 1992 pasó a
controlar al Grupo Simão. Con intereses en
cemento, aluminio y otros metales, recientemente
también se ha volcado al sector de la celulosa y
el papel, pasando en 1994 a ubicarse en el
número 65 entre las mayores empresas del mundo
en ese sector (Higgs 1992b, Marcus 1993a, PPI
9.1995).
Riocell nació en 1975 con la
compra de la planta existente al grupo noruego
Borregaard, que había cerrado a principios del
mismo año, debido a presiones públicas contra
la contaminación que estaba causando desde su
fundación en 1972. Además de la planta,
localizada en la ciudad de Guaiba, sobre la
margen derecha del río del mismo nombre, a 15
kms. en línea recta del centro de la populosa
ciudad de Porto Alegre, la compañía posee
71.693 hectáreas de tierra, de las cuales unas
53.000 son plantaciones (Schinke 1992b, Marcus
1993a). Riocell produce unas 300.000 toneladas de
pulpa blanqueada de eucalipto al año y es el
principal productor de pulpa para la industria
brasileña de rayón. La empresa comparte el
tercer puesto de producción y exportación de
pulpa blanqueada de eucalipto con Monte Dourado
(Jari) y se encuentra en proceso de expandir su
planta a una capacidad de 700.000 toneladas
anuales. Tiene su propia terminal en el puerto de
Porto Alegre (Higgs 1992b, Knight 1991b).
Durante los últimos años,
Riocell ha respondido a presiones ambientalistas
domésticas y externas con un discurso
"verde". Por ejemplo, promueve la
visita a las plantas de la empresa "para que
puedan ver por si mismos que no estamos cortando
la selva". Un director de Klabin, Alfredo
Lobl, ha declarado que de las 330.000 hectáreas
que posee la empresa, unas 100.000 contienen
bosques nativos preservados y agrega que
"apoyamos programas de educación ambiental
para 18.000 niños en edad escolar" (Marcus
1993a). Otro director de Klabin, Celso Foelkel,
afirma que "en vez de plantar enormes
extensiones de monocultivos de eucaliptos, la
empresa ha intentado, en la medida de lo posible,
de integrar su desarrollo al medio rural . . .
Nadie puede decir que Riocell tenga un desierto
verde" (Higgs 1992b). Al igual que otros
industriales brasileños, Riocell ha comenzado a
producir pulpa blanqueada sin cloro (Higgs
1992b).
Estos planteos
"ambientalistas", responden sin embargo
a una necesidad económica y no se puede decir
que reflejen un verdadero compromiso de cambio.
Por ejemplo, es la dificultad de obtener grandes
extensiones contiguas de tierras en Rio Grande do
Sul y no una política de "integrarse al
medio rural", lo que ha forzado a Riocell a
desarrollar una forestación dispersa en el
estado. De manera similar, es la presión del
mercado europeo y no la determinación de ser
socialmente responsable, la que está empujando a
la compañía a producir celulosa
blanqueada sin cloro. Así el director Alfred
Freund dice que "decidimos seguir este
camino [la producción de celulosa producida
totalmente sin cloro] porque estamos orientados
al mercado. Europa es nuestro principal mercado y
Alemania es importante para nosotros" (Higgs
1992b). Para descubrir donde se encuentran las
verdaderas prioridades de Riocell es necesario
examinar otros aspectos de su trayectoria.
Cuando la empresa comenzó sus
operaciones en 1975, afirmó haber invertido
US$100 millones en el sistema de tratamiento de
los efluentes de la planta. Sin embargo, los
ambientalistas denuncian que recién se instaló
una unidad de tratamiento de efluentes en
1987 (AGAPAN 1992), y e incluso en 1992, la
empresa todavía era acusada del vertimiento
anual de más de 60 toneladas de compuestos
orgánicos clorados en el río Guaíba, de donde
se abastece de agua potable la ciudad de Porto
Alegre (Schinke 1992b).
En 1992, enfrentada a una
fuerte oposición por parte de movimientos
ambientalistas y de otros a su intento de lograr
la aprobación gubernamental para duplicar su
capacidad de producción, la empresa intenta
sobornar a uno de los principales opositores al
proyecto, miembro del gobierno local. Al fracasar
en dicho intento, presiona al gobernador del
estado, intimándole a que viabilice el proyecto
bajo amenaza de que en caso contrario, la empresa
se retiraría del estado e invertiría en otro.
Finalmente, el gobernador da su aprobación al
proyecto de expansión, al mismo tiempo que
recibe un préstamo por US$170 millones del Banco
Interamericano de Desarrollo, destinado a la
descontaminación de la cuenca del río Guaíba
(Schinke 1992a). Es interesante destacar que
Riocell ha financiado numerosos ensayos
realizados en la universidad local, donde los
peces criados en agua contaminada con efluentes
de la planta han desarrollado anormalidades
genéticas graves (AGAPAN 1992).
Otros
proyectos en proceso de instalación
Entre los otros proyectos de
plantaciones y producción de pulpa que se vienen
implementando, se destacan los siguientes:
• CELMAR, en Maranhão,
con una capacidad de producción de pulpa de
eucalipto de 420.000 toneladas tiene por socios
al grupo Risipar (asociación de Votorantim con
Ripasa), con un 55% del capital, a la Cía Vale
do Rio Doce (30%) y a la empresa japonesa Nissho
Iwai Corporation (15%). El 80% de la producción
sería destinado al mercado externo. El 60% del
financiamiento sería aportado por el BNDES, el
Banco Mundial y empresas japonesas (Matías
1994).
• FLORAR, localizado
próximo a la línea férrea de Carajás en
Maranhão, tiene por socios a Aracruz Celulose
(40%), Cía Vale do Rio Doce (20%) y empresas
escandinavas (40%). La planta de pulpa tendría
una capacidad de producción de 500.000 toneladas
de celulosa blanqueada de eucalipto, cuyo destino
principal (80%) sería la exportación (Matías
1994).
• CELPAV. Esta planta en
São Paulo, fue adquirida del BNDES a medio
construir en 1988 por el grupo Votorantim. Tiene
una capacidad de producción de 280.000 toneladas
de pulpa kraft blanqueada de eucalipto, la mitad
de la cual es destinada a la exportación. La
empresa se abastece de materia prima de las
propias plantaciones (unas 45.000 hectáreas) del
grupo Votorantim (Marcus 1993b).
• Champion Celulose, una
subsidiaria del gigante norteamericano Champion
International, que viene desarrollando
actividades en Brasil desde 1959, está
instalando una nueva planta de celulosa y papel
en Amapá. El proyecto involucra la adquisición
de 200.000 hectáreas de tierras, la mitad de las
cuales para ser plantadas con eucaliptos
(Gonçalves, M.A. 1995). En 1993 la empresa ya
había plantado 25.000 de las 50.000 hectáreas
de eucalipto previstas para abastecer la planta
(Knight 1991b). De acuerdo con algunas fuentes,
estas plantaciones están reemplazando a un raro
tipo amazónica de vegetación de
"cerrado", la formación
boscosa-arbustiva típica de Brasil central. Se
informa que ya se están dando los típicos
problemas asociados con toma de tierras y
expulsión de pequeños campesinos (Fanzeres
1995).
• Veracruz Florestal,
establecida en 1992, es una empresa subsidiaria
del poderoso holding Odebrecht S.A., que actúa
en las áreas de construcción civil.
petroquímica, montaje industrial, aviación,
industria naval, agroindustria, etc. (Gonçalves
et al.1994). Basada en Bahia, su objetivo es la
producción de 600.000 toneladas anuales de
celulosa blanqueada, basada en la producción de
unas 62.000 hectáreas de monocultivo de
eucalipto. Sus primeras 41.000 hectáreas
provienen de la permuta de tierras entre Veracruz
y la Cía Vale do Rio Doce. Ya desde su inicio se
ha visto involucrada en denuncias de estar
deforestando la región (Faillace & Miranda
1993).
Conclusiones
Los bosques y selvas tropicales
brasileñas, con su enorme biodiversidad y
maderas valiosas, están desapareciendo a pasos
agigantados. Sin embargo, los recursos destinados
al estudio de su posible manejo sustentable son
ridículamente escasos. En lugar de destinar
esfuerzos a explorar la inmensa diversidad de
realidades ambientales y socioeconómicas de
Brasil, los expertos son canalizados hacia el
estudio y la promoción de la uniformidad del
cultivo a gran escala de café, cacao, azúcar,
soja y monocultivos de árboles de rápido
crecimiento.
A lo anterior se suma que el
estado está volcando miles de millones de
dólares para el desarrollo del sector exportador
de pulpa y para las enormes plantaciones
industriales de eucaliptos y pinos. Estas
plantaciones, que a menudo son mostradas como un
triunfo del desarrollo del sector privado, no
hubieran sido posibles sin la intervención
directa e indirecta del estado, que volcó
cuantiosos recursos al sector bajo la forma de
incentivos fiscales, créditos blandos, apoyo del
BNDES y de otras agencias y participación de la
empresa estatal Companhia Vale do Rio Doce. El
poder coercitivo del estado, resultó de suma
utilidad en la transferencia a las grandes
empresas forestadoras de tierras en posesión de
indígenas y campesinos sin título de tenencia.
Finalmente, la visión desarrollista de la
dictadura militar (1964-1984), de que el
"progreso" ocuparía "espacios
vacíos", resultó igualmente importante
para conquistar el apoyo de importantes sectores
de la población hacia estos grandes proyectos,
que supuestamente traerían el progreso a las
regiones "atrasadas" del país. No es
entonces ninguna coincidencia que el período de
mayor crecimiento del sector forestal brasileño
haya sido precisamente ese período de 20 años.
Sin embargo, el
"progreso" generado por este tipo de
desarrollo de plantaciones forestales, sólo ha
favorecido a una minoría. Concentración de
tierras y poder, migración, cambios sociales
profundos, empeoramiento de la calidad de vida y
degradación ambiental, han sido los resultados
para Brasil en su conjunto. El discurso
ambientalista adoptado por las empresas no logra
esconder esta realidad, aunque sí confundir a la
opinión pública nacional e internacional.
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