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Fuente: puntofinal.cl
Edición 565 - Desde el 16 al 29 de abril de 2004 Peligra Laguna del Huasco
Mineras agotan
agua del norte
Un nuevo episodio de la “guerra del agua” se vive en Pica,
Matilla e Iquique, en la Primera Región. No exclusivamente allí,
pero en esa provincia está situado el epicentro de un conflicto
que ya tiene decenios: la pugna por el agua que utilizan los agricultores
y los habitantes de las ciudades costeras, y el recurso que demandan y
controlan las empresas mineras.
La situación es especialmente crítica para los oasis de
Pica y Matilla, núcleos de pequeña agricultura intensiva
y también para Iquique, que mantiene un crecimiento constante.
Las empresas mineras se valen del Código de Aguas, cuyas arcaicas
disposiciones permiten la constitución de derechos de “exploración”
-que van seguidos por “derechos de aprovechamiento”- otorgados
gratuitamente y a perpetuidad aun cuando no se utilicen plenamente.
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El caudal de agua que se entrega a los particulares en las comunas de
Huara, Iquique, Pica y Pozo Almonte es de 4.587 litros por segundo. De
ellos, casi el 60% se destina a las empresas mineras Quebrada Blanca,
Cerro Colorado y Doña Inés de Collahuasi, propiedad, respectivamente,
de las transnacionales Noranda, BHP Billington, Anglo American y Falconbridge.
Solamente 1.235 litros por segundo se destinan al consumo de los habitantes
de Iquique y los pueblos de la provincia, a través de la empresa
Sanitaria de Tarapacá, Essat, próxima a ser privatizada.
Santa Inés de Collahuasi sola, posee ya unos 1.400 litros por segundo.
La demanda de agua de las mineras siempre será mayor que la para
consumo humano y la producción agrícola. Este excesivo requerimiento
también amenaza a las comunidades andinas, que se sustentan de
la agricultura y el pastoreo de auquénidos.
MINERAS INSACIABLES
Las empresas mineras realizan permanentes trabajos de exploración
y captación de aguas subterráneas. Se estima que en el mediano
plazo podrían duplicar el actual volumen de aprovechamiento, lo
que amenaza la existencia misma del recurso.
Ahora el peligro se cierne sobre unos 600 agricultores de cítricos
y mangos de las localidades de Matilla y Pica. Santa Inés de Collahuasi
está solicitando 903 litros por segundo adicionales, que obtendría
de la Laguna del Huasco.
Se trata de una zona especialmente sensible desde el punto de vista hidrológico.
Diversos estudios geofísicos y químicos, que han utilizado
radioisótopos, demuestran que existe una conexión entre
los distintos cuerpos de agua existentes en el área andina, preandina
y de la Pampa del Tamarugal. En otras palabras, que las vertientes, salares
andinos, la Laguna del Huasco, aguas surgentes del oasis de Pica y también
del de Matilla, están relacionadas entre sí y con el acuífero
de la Pampa del Tamarugal en una compleja red de interconexiones, lo que
implica que si se afecta una de sus partes o elementos, habrá consecuencias
para el conjunto del sistema.
La Laguna del Huasco no solamente surte otros acuíferos. Sus aguas
posibilitan la existencia de un singular ecosistema considerado en 1996
por la Convención Internacional para la Protección de Humedales,
lo que obliga al gobierno chileno a su protección. Desde hace un
año, una consultora medioambiental -el Centro de Estudios para
el Desarrollo, Ced- con financiamiento del Programa de Naciones Unidas
para la Biodiversidad ejecuta el proyecto “Conservación de
la Biodiversidad y Manejo Sustentable para el Salar del Huasco”,
orientado a que sea declarado por la Unesco patrimonio natural de la humanidad.
TEMORES JUSTIFICADOS
El eventual aprovechamiento de las aguas de la Laguna del Huasco provoca
inquietud entre las comunidades de la zona, que se han movilizado en defensa
tanto de su derecho a la sobrevivencia como del medio ambiente. Los monitoreos
muestran disminución de los caudales y de los espejos de agua en
los salares. No hay confianza en la minera Santa Inés de Collahuasi:
hace tres años se comprometió a no tocar las aguas de la
Laguna del Huasco y es precisamente lo que ahora pretende hacer.
La transnacional minera justifica su solicitud de aprovechamiento para
poner en funcionamiento un sistema de transporte de concentrados de cobre,
a través de un ducto de 200 kilómetros hasta Punta Patache,
puerto de embarque. Utilizaría 1 millón 500 mil litros de
agua al día.
En el punto de llegada el agua sería filtrada y depositada en piscinas
de evaporación para captar metales pesados como vanadio, cadmio
y estroncio y, posteriormente, destinada al riego de una superficie de
23 hectáreas plantadas con eucaliptos y otros árboles, que
sería área de recreación.
La compañía Santa Inés de Collahuasi sostiene que
no hay evidencia científica a favor de los argumentos de las comunidades.
No se ha demostrado, dice, que alguna acción sobre la Laguna del
Huasco pudiera afectar a Pica y/o a Matilla, ya que la tesis de la interconexión
adolece de errores técnicos. Sin embargo, la minera no cuenta con
la opinión de técnicos independientes, ya que se basa en
sus propios estudios y en los de especialistas que ella misma ha contratado.
Incluso -según sus contradictores- duda de sus propias afirmaciones
ya que ha ofrecido aportar 300 millones de pesos a Pica y 100 millones
a Matilla para explorar nuevos acuíferos, si se comprobara que
el nivel de la Laguna del Huasco baja a consecuencia de la extracción
de agua.
COMUNIDADES EN ALERTA
Las protestas y manifestaciones no se dejaron esperar. Llegaron incluso
a Iquique, donde los movimientos ambientalistas cuestionan el proyecto
de Punta Patache, al que califican de “bomba ambiental”. Sostienen
que el proyecto de forestación encubre realidades oscuras: la infiltración
de aguas contaminadas a las napas freáticas del borde costero y
también hacia el depósito de cenizas de la planta termoeléctrica,
que colinda con las piscinas de evaporación contempladas por Collahuasi.
Los habitantes de Pica protestan contra el peligro que amenaza a sus cultivos
y a la iniciativa que representaría nueva vida para el pueblo:
el proyecto agroindustrial Nueva Almería, de dos mil hectáreas
en la parte baja del oasis, lanzado con gran publicidad por las autoridades.
La falta de agua y el aumento del arsénico y otras sales se cierne
como una espada sobre el futuro del principal oasis de Tarapacá.
Las manifestaciones callejeras y las banderas negras de los habitantes
de Pica no protestan solamente contra las empresas mineras y en especial,
contra Santa Inés de Collahuasi. Reclaman también contra
las autoridades a las que acusan de insensibilidad y falta de interlocución
con los directamente afectados. Acusan al gobierno regional de adoptar
una actitud prescindente y falsamente neutral, al hacer actuar a la Conama,
a la Dirección de Aguas y al Servicio de Salud como simples observadores
y “árbitros”, y no como defensores de los derechos
de las comunidades.
Por otro lado, denuncian a las mineras por desviar recursos para “ablandar”
dirigentes y “sobornar” a pequeños núcleos de
las comunidades, y así dividir la fuerza de la oposición
a los planes de utilización del agua para fines minero-industriales
ARTURO NEIRA V. (*)
En Iquique
(*) Ingeniero en Acuicultura, director del Consejo de
Iniciativas para el Desarrollo Ecológico (Ciede).
Santuario de la naturaleza
La abundante flora y fauna de la Laguna del Huasco llama la atención
de los especialistas. Hay en ella 33 especies vegetales aptas para el
forraje y 10 de valor alimenticio humano. Viven allí 25 especies
que deben ser preservadas por estar en situación de riesgo, 18
especies de mamíferos y 3 de parinas o flamencos sudamericanos.
Laguna del Huasco es considerada sitio protegido por la Convención
Ramsar, firmada por Chile. Dicho sitio quedaría también
incluido bajo la Convención de Washington para la protección
de la flora y fauna y las bellezas escénicas naturales de América,
suscrita por Chile en 1992 y por el convenio sobre Protección de
Diversidad Biológica de Río de Janeiro (1993)
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