La Manzana, 3 de Septiembre de 2004

Pascua Lama a la hora del conflicto
Ante el anuncio de empresa Barrick:

  El clamor por la justicia y equidad empieza a escucharse y pone de manifiesto la necesidad de enfatizar la opción por la vida y la justicia ambiental, como tarea de todos aquellos que aspiramos a un desarrollo comprometido con el medio ambiente.

El anuncio realizado por la Compañía Minera canadiense Barrick Gold respecto

del inicio de trabajos para la instalación de las faenas de explotación del proyecto Pascua Lama, ha generado diversas reacciones en la comunidad de Alto del Carmen –Provincia de Huasco,Chile-posiblemente afectada por la futura operación del megaproyecto minero.

Ubicada a casi 5 mil metros de altura en la cordillera del valle del Huasco Alto y en la naciente de los ríos que bañan los valles de El Tránsito y San Félix, la planificada actividad minera e impactos asociados al proyecto se ciernen como una amenaza sobre la creciente actividad agrícola de dichas cuencas. Esta es una de las principales preocupaciones de habitantes y agricultores del sector.

La intervención directa de dos glaciares ubicados sobre el área del rajo de la mina, que la empresa removerá, el manejo de sustancias tóxicas de alta peligrosidad como el cianuro de sodio, y el alto riesgo de contaminación de las aguas que conforman la Cuenca del Río Huasco son parte de los costos que las comunidades no están dispuestas a pagar en favor del cuestionado desarrollo minero.

La producción de frutos, hortalizas, pisco, pajarete y una gran gama de productos agropecuarios, en condiciones óptimas de clima y de suelo permiten abastecer mercados de países del norte con las primeras uvas cosechadas en el valle. Sin embargo, los productores ven su sostenibilidad puesta en jaque ante la operación del proyecto minero del que se anuncia su comienzo en un plazo de dos años.

Desde la presentación del proyecto al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) de la Región de Atacama, las comunidades de los valles del Huasco se han organizado, se han informado y se han convencido de que la minería no puede convivir en armonía con la agricultura. Es por ello que las asociaciones de agricultores, organizaciones territoriales y congregaciones religiosas -a través de la Pastoral Salvaguarda de la Creación- han puesto la voz de alerta al interior de la comunidad, y comienzan a preparase para hacer frente al desafío de poner límites a una actividad acostumbrada a no reconocer restricciones de ningún tipo.

El anuncio de la empresa Barrick ha gatillado una rápida rearticulación de la comunidad para evitar la destrucción del valle, defendiendo con fuerza sus derechos, y salvaguardando su futuro agrícola. Este desafío, no se encuentra ajeno a los problemas comunes que deben enfrentar las comunidades agrícolas que optan por oponerse férreamente a la explotación minera.

La desesperanza, el miedo, el sentimiento de abandono por parte de las autoridades, el apoyo que el Gobierno otorga a la minería, la desprotección de los agricultores frente a mega proyectos y mega inversiones, serán una constante a la hora de enfrentar el conflicto ambiental. Las últimas reuniones comunitarias sostenidas en la localidad de Alto del Carmen, demuestran la inalterable decisión de la comunidad de luchar organizadamente para impedir lo que consideran la literal muerte del valle. Otro valle más de Chile condenado por el Gobierno, a subsidiar el enriquecimiento de transnacionales, aquellas que ni siquiera aportan con impuestos, ni muchos menos recursos para reparar posibles daños y pasivos ambientales.

¿Como no pensar en las miles de toneladas de cianuro que permanecerán pendiendo sobre la comunidad del Huasco una vez agotado el oro a extraer? ¿Cómo no pensar en la destrucción de glaciares? ¿Cómo no pensar en la contaminación de las aguas que bajan de la alta montaña?.

Lo cierto es que hasta el momento las familias del valle han vivido de la agricultura y han construido su vida y su cultura en base a la tranquilidad y seguridad de un medio sin contaminación minera. Difícilmente entonces acepten esta brutal intervención.

Frente a ello, las congregaciones cristianas junto a la comunidad han tomado conciencia y han comenzado a exigir enérgicamente el respeto a la vida, por sobre las mezquinas pretensiones de Barrick de seguir enriqueciéndose en desmedro del medio ambiente, y de la seguridad y la vida de las personas del Huasco alto.

El clamor por justicia y equidad empieza a escucharse y pone de manifiesto la necesidad de enfatizar la opción por la vida y la justicia ambiental, como tarea de aquellos quienes aspiramos a un desarrollo comprometido con el ambiente.

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