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Habitantes temen por su salud
Valdivia en Alerta
Fuente: Revista Caras, Mayo 2005
De las dos mil hectáreas de luchecillo no queda nada. los cisnes, taguas y tagüitas que no murieron volaron a otros sitios. Tras el desastre ecológico en el Santuario de la Naturaleza del rio Cruces, los valdivianos se preguntan si no será una advertencia para ello Temen que los tóxicos que emanan de la producción de celulosa pongan en riesgo su salud y piden fiscalización urgente. ¿Sicosis colectiva o peligro real? CARAS viajó a comprobarlo.
Por ALEJANDRA MANCILLA Fotos: JOSE MANUEL DOMÍNGUEZ
Aunque es domingo, el penetrante olor de los gases emanados por [a Planta Valdivia de Celulosa Arauco se deja sentir kitómetros a la redonda. Se huelen desde la carretera, pero también desde el camino de tierra que sube a Ratuya, pequeña localidad rural ubicada a unos 15 kilómetros de ahí. Gerarda Tranamán, nacida y criada en este lugar, dice que siempre había tenido buena salud, hasta que en febrero de 2004 los problemas comenzaron. "Tenía que salir a colgar la ropa tapándome la nariz con un pañuelo. El olor era tan fuerte que no se podía estar
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afuera", recuerda. Hoy, esta mujer de 54 años sufre de asma crónica que la tiene viviendo con el inhatador en el bolsillo. "Yo sé que la celulosa da plata, pero ¿qué pasa con nosotros, con la gente?", pregunta.
Su historia se repite en decenas de familias de Estación Mariquina, Estación Ciruelos, Rucaco, Pufudi, Tralcao y San José, poblados rurales ubicados hasta 25 kilómetros a la redonda de la Planta Valdivia. Guillermo Tripaitaf, de Puringue, teme que los visitantes ya no lleguen a su ruca turística, espantados por la mata fama que está rondando a la zona. Francisco Manquecheo, de Tralcao, dice que mucha gente ya no compra su fruta en el mercado municipal, "porque saben que tal vez la afectó la lluvia ácida". Adriana Aguilar, vecina de Gerarda, cuenta que no se le quita la tos, y lamenta que, de sus 15 gansos que nacieron este año, sólo sobrevivieron cuatro: "Parece que comían el pasto y se envenenaban, porque se les quebraba la patita y caían muertos". Elbina Sierra, de Rucaco, sufre desde febrero de 2004 fuertes dolores de cabeza y mareos. Además, agrega, "ya casi no hay fruta en los árboles; esta zona era súper abundante, y este año no va a haber ni para mermelada".
Así quedó el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter luego del desastre. De los seis mil cisnes de cuello negro, quedan menos de 300 y la causa principal es atribuida, según el informe de la Universidad Austral de Chile, al funcionamiento aguas arriba de la industria de celulosa Celco. Ahora los valdivianos temen que su salud esté en peligro por las emanaciones aéreas y líquidas de esta planta.
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Cefaleas, náuseas, dolores abdominales, rinitis, conjuntivitis, faringitis, obstrucciones bronquiales, exacerbación de síntomas y descompensaciones en pacientes con asma bronquial fueron las enfermedades más recurrentes diagnosticadas durante el año pasado por el doctor y ex concejal de San José, Juan Ramón Silva. En un informe fechado en junio de 2004 y presentado al Servicio de Salud y a,la Conama X región, establece que "se ha efectuado un seguimiento a más de 400 personas que han tenido estos síntomas y todas los mantienen. Es decir, los diferentes medicamentos no logran aminorar los problemas, pues la causa es ambiental".
El doctor Silva estaba convencido de que los gases emanados por la Planta Valdivia eran los causantes directos de estas patologías, y él mismo era asmático y atérgico. "Si antes se inhataba dos veces al día, terminó haciéndolo doce veces", cuenta un amigo. El 31 de enero pasado, el profesional de 48
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años murió de un paro cardiorrespiratorio. El doctor Rodrigo Riffo se hizo cargo de sus casos: "Lo que más se repite, en niños, son alteraciones a las vías respiratorias y, en adultos, cefaleas y síndrome vertiginoso.
La mayoría no habían tenido estos problemas antes y, los que sí, ahora están peor. Yo atiendo a mucha gente de la población San Francisco, seis kilómetros al oeste de la planta y, de los 40 pacientes que llegan a diario, por lo menos diez presentan estos síntomas". Sin apoyo de sus pares ("nadie quiere quemarse", dice), Riffo siente impotencia cuando se reiteran los casos de personas que siguen tres meses con la misma tos, a pesar de haberles aplicado tratamiento: "Ahí te das cuenta de que no es un cuadro viral ni bacteriano. Pero ningún médico se atreve a poner en la indicación que se trata de causas ambientales".
La Conama X Región niega que exista una situación de emergencia. Según sus cifras, el comportamiento de las infecciones respiratorias agudas de invierno en el Hospital Santa
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De izquierda a derecha: Gerarda Tranamán, de Raluya, sufre de asma crónica desde el año pasado y se lo atribuye a los gases emanados de la Planta Valdivia. Guillermo Tripailaf de Puringue, teme que la contaminación espante a los turistas. Elbina Sierra, de Rucaco, tiene dolores de cabeza y mareos desde que Celulosa Arauco entró en funcionamiento
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Elisa, de la comuna de Mariquina mostró un patrón habitual el 2004, mientras que las consultas por enfermedades intestinales fueron aún menores que en años anteriores. Rafael Vicuña, bioquímico y uno de los autores del estudio que la Universidad Católica preparó para Celco, también tiene su opinión al respecto: "He visitado plantas de celulosa en todo el mundo y la gente no tiene problemas de salud. Lo que se puede haber generado aquí es un fenómeno de sicosis colectiva. ¡Por respirar unos pocos mercaptanos, nunca a nadie le ha pasado nada!".
UNA MADRUGADA A FINES DE FEBRERO DEL 2004, EDUARDO ISRAEL DESPERTÓ ASUSTADO en su casa de Valdivia. Un penetrante olor a gas lo nundaba todo, tanto que pensó en un escape. Tras chequear cañerías y llaves de paso y ver que todo estaba en orden, abrió la ventana. Entonces entendió que sucedía: eran las emanaciones de la recién naugurada planta de Celco, 54 kilómetros al norte e la ciudad, las que no lo dejaban dormir. Al día siguiente y luego de comprobar que no había sido el único insomne entre los 120 mil habitantes, este médico especialista en ginecología y oncología decidió que tenía que hacer algo. "Aunque la Resolución de Calificación Ambiental decía que estos gases no serían percibidos a más de cuatro kilómetros, llegaron a más de 50. ¿Y sabes qué respuesta dio el intenden, Patricio Vallespín? ¡Que tal compromiso no se poía cumplir, porque no existían plantas de este tipo ue no emitieran olores, a pesar de la alta tecnología", exclama. Indignados, Israel y un grupo de profesionales se organizaron para reclamar.
"Cuando tienes más de tres meses a un paciente con los mismos síntomas y el tratamiento no le hace efecto, puedes concluir que la causa es ambiental", denuncia el doctor Rodrigo Riffo, de San Jose de la Mariquina
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En abril del 2004, la planta fue suspendida por primera vez, por no contar con la implementación del monitoreo de gases. Rápidamente, se instaló un sistema de abatimiento de olores -que tuvo un costo de siete millones de dólares-, el problema se mitigó en gran parte y tos valdivianos volvieron dormir tranquilos. Pero no este doctor: "Empecé investigar los efectos nocivos que provoca la industria de celulosa para la salud humana y ambiental. Por un lado, están los inmediatos o agudos, que ya sufren las comunidades aledañas por la contaminación del aire. Pero los más peligrosos son los otros, diferidos y a largo plazo".
SON RIESGOS QUE PREOCUPAN A LA CIUDAD. Tras considerar a otras fuentes contaminantes -como uso de pesticidas y fertilizantes, movimiento y lavado de áridos, descargas de lecherías de dos plantas de tratamiento de aguas servidas- la conclusión de la Universidad Austral, en el informe que se dio a conocer a mediados de abril, apunta a Celco como la principal responsable del deterioro medioambiental en el Santuario Carlos Anwandter. Ante eso, el grupo ciudadano Acción por los Cisnes aguarda la decisión de la Corema, que el próximo 18 de mayo determinará -basándose en dicho estudio- qué sanciones aplicar a la empresa cuestionada. Celebra, junto con eso, que la Corte de Apelaciones de Valdivia haya acogido su recurso de protección, que pide la paralización de la planta por incumplimiento de la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) de 1998. Y espera, no sin ansiedad, que la Corte Suprema, a la que apelaron los abogados de Celco, ratifique la resolución del
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tribunal regional y le exija a la empresa un nuevo Estudio de Impacto Ambiental (EIA), en circunstancias que el proyecto inicial no se cumplió y sufrió importantes modificaciones.
En un cabildo realizado a fines de abril y que contó con el apoyo de las 110 juntas de vecinos de la ciudad, queda claro que Acción por los Cisnes podría rebautizarse como Acción por la Gente. A pesar del frío, unas 300 personas asisten al Templo Evangélico de calle Caupolicán, cedido especialmente para el encuentro. Frente a un público en su mayoría joven y enfundado en gruesas parkas, los miembros más activos de esta organización exponen -a punta de power point y videos su preocupación: "Si los cisnes, taguas, coipos y plantas acuáticas del santuario dieron una señal clara de no soportar a un agente contaminante presente desde mayo de[ 2004, ¿no es un mensaje para nosotros?".
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Sólo cuatro gansos de 15 sobrevivieron este año en la parcela de Adriana Aguilar, de Raluya. Ella está convencida de que la causante es la industria de celulosa. De los vecinos de Rucaco, Erica Rojas es de las pocas que defiende a Celco: "Ellos nos dieron agua potable y trabajo. No sé por qué todo el mundo les echa la culpa", dice.
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"Hoy lamentamos la pérdida del santuario, pero mañana lamentaremos los problemas de salud. El funcionamiento de esta industria, aguas y aire arriba de Valdivia, es incompatible con el modelo de desarrollo que queremos para nuestra ciudad", dice José Araya, profesor de historia y vocero del movimiento. Entre aplausos efusivos, advierte: "No podemos bajar la guardia. Muchos creen que porque la Universidad Austral nos dio la razón el problema está resuelto. Pero no, ahora más que nunca debemos estar pendientes de lo que resuelvan el gobierno y el Poder Judicial. Será un fallo histórico que sentará precedente no sólo en Valdivia, sino en todo el país". Entre los asistentes hay varios que luego de apoyar la instalación de Celco hoy cambiaron de opinión. A comienzos del 96, cuando la planta recién estaba en proceso de evaluación ambiental, el entonces presidente Eduardo Frei se sacó una foto junto a las autoridades locales en el lugar donde se iba a instalar el megaproyecto de 1.200 millones de dólares. "En San José de la Mariquina -recuerda uno de ellos-, todos se volvieron locos pidiendo créditos para abrir negocios y pubs, pero el entusiasmo duró hasta que se terminó la construcción. Hoy, muchos de esos locales están en arriendo y, ¿cuál fue la ganancia? Lo único que aumentó en la comuna fue el embarazo adolescente".
'Hoy lamentamos la pérdida del santuario, pero mañana lamentaremos los problemas de salud. El modelo de desarrollo que queremos para nuestra Valdivia es incompatible con el funcionamiento de esta industria', dicen los miembros del grupo Acción por los Cisnes.
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QUE LA PLANTA CIERRE DEFINITIVAMENTE es la única solución presentable para Acción por los Cisnes. 0, como alternativa, que vierta sus 77 millones 760 mil litros diarios promedio de riles (residuos industriales líquidos) a través de un ducto al mar, a 40 kilómetros de distancia. Difícil, más aún si se recuerda que la última vez que la empresa lo intentó, en 1996, los pobladores de la localidad costera de Mehuín no los dejaron entrar ni a tomar las muestras para el Estudio de Impacto Ambiental. Incluso si esto se lograra, creen que no sería lo óptimo: "Las emanaciones aéreas nos seguirían afectando", acota el doctor Israel.
Que el error más grave fue aprobar; en primera instancia, una planta de celulosa de esta magnitud en ese lugar, es algo que comparte Rafael Vicuña, de la Universidad Católica: "Es un contrasentido haber autorizado su construcción aguas arriba de
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un santuario de la naturaleza. Aunque su efluente (desecho líquido) esté bien vigilado, pase lo que pase aguas abajo la culpa se la van a echar siempre, aunque haya otras actividades contaminantes, como extracción de áridos y uso de pesticidas y fertilizantes", reconoce.
Acción por los Cisnes representa a buena parte de la comunidad, pero no a toda. Desde su elegante oficina con vista al Calle-Calte, Luis lbarboure, gerente de la Corporación de Desarrollo de la Provincia de Valdivia, tiene otra opinión. A él, la idea de clausurar le parece inconcebible: 'Tiene que seguir funcionando nomás. ¿Qué vamos a hacer con la madera? ¿La vamos a comer, a quemar?". En cuanto al daño causado en el santuario, dice que el informe de la Universidad Austral es débil. In crescendo va su enojo cuando se le pregunta por la cantidad de valdivianos que emplea la planta y por el desempleo que ocasionaría en caso de cerrar: "Arauco ha generado miles de puestos de trabajo, pero eso no lo toma en cuenta nadie. Usted viene con datos equivocados, como todos los periodistas. Están prejuzgando absolutamente sesgados: hay que crucificar a Celco antes del juicio". Desgraciadamente, lbarboure da por terminada la entrevista antes de preguntarte si considera posible conciliar la salud de los valdivianos y el desarrollo de otras industrias locales (como la ganadería, la agricultura y el turismo), con el funcionamiento de una planta diseñada para producir 550 mil toneladas anuales de celutosa Kraft blanqueada. Una posición intermedia tiene el alcalde Bernardo Berger (RN). Pedir el cierre equivale para él a la cesantía de cientos de familias y no es el problema de fondo: "La institucionalidad no actuó y por culpa de eso el santuario resultó dañado. Es imperativo que los organismos de gobierno hagan un profundo mea culpa por la falta de competencia para evaluar técnicamente este proyecto, que hoy genera impacto en circunstancias de que el propio sistema dio garantías de que ello no ocurriría". José Luis García Huidobro, director de Conama X Región, se defiende: "No compartimos ese juicio, porque este equipo de trabajo se hizo asesorar por profesionales con la mayor experiencia en la industria de la celulosa. Además, durante el 2004 se contrataron dos consultarías independientes que apoyaron tanto el análisis de las instalaciones de la planta, su funcionamiento e impactos, como los informes de monitoreo".
¿CÓMO HACER PARA QUE LA SALUD NO SUFRA DE LA MISMA FORMA QUE EL ECOSISTEMA? El jefe del estudio de la Universidad Austral, Eduardo Jaramillo, es enfático: "No puede decirse que, porque ocurrió esto, va a pasar lo mismo con la gente, pero yo recomendaría que se hiciera una investigación sobre este tema". De seguir operando en las mismas condiciones, son varios los puntos de la normativa que este profesor estima necesario modificar. Entre ellos, exigir que se midan las mismas sustancias en el río y en los riles (para así poder sacar conclusiones certeras sobre el aporte del efluente), y medir cargas (cantidad de kilos por día) y no concentraciones (microgramos por litro) de sustancias: "Puede que la empresa esté tirando al agua 0.8 microgramos/litro de sulfato y cumpliendo de esta manera coii la norma. Pero si el caudal de los riles es de 900 litros por segundo, basta con multiplicar para darse cuenta de la gran carga diaria que aporta".
García Huidobro, de la Conama X región, responde: "La experiencia que se ha vivido con la puesta en marcha del primer proyecto evatuado ambientalmente en la Región de los Lagos nos indica que en esta instancia no debe excluirse ninguna idea de resguardo del medio ambiente. Pero a las recomendaciones de la Universidad Austral deben sumarse las de los expertos de la Comisión RAMSAR de Humedales y de otros organismos científicos involucrados: no hay que olvidar que Celulosa Valdiva tiene comprometido un sistema de auditoría internacional y otro nacional, que seguramente también harán sugerencias que debemos considerar". Claudia Sepútveda, socióloga y miembro de Acción por los Cisnes, afirma que lo que falta revisar con ojo crítico es la Ley de Bases del Medio Ambiente: "No es posible que las resoluciones del comité técnico de la Corema no tengan fuerza ante la ley y que sea un grupo de políticos (el intendente y los seremis) quienes tengan la última palabra en estas cuestiones de alta
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¿TOXICOS MORTALES?
Es larga la lista de compuestos emanados por la producción de celulosa que provocan efectos a largo plazo sobre la salud humana. Andrei Tchernitchin, presidente de[ Departamento de Salud y Medio mbiente del Consejo Regional Santiago del Colegio Médico, los enumera: AOX (como dioxinas y furanos), ácidos (como los resínicos), compuestos fenólicos, clorofenoles y otros clorados, e iones inorgánicos. "Estos producen retrasos en la maduración sexual y alteraciones en los procesos reproductivos de ambos sexos, disminución de los niveles de hormonas reproductivas y alteraciones metabólicas y en branquias", resume.
Las más temidas son las dioxinas, los carcinógenos más potentes conocidos, según Tchernitchin. Estas recorren toda la cadena alimentaría. En el agua, se acumulan en las plantas y después en los peces. En la tierra, pasan al pasto (regado con aguas contaminadas o afectado por la lluvia ácida), luego a los animales que las almacenan en los tejidos grasos y finalmente a las personas, que comen esa carne, toman esa leche o comen esos huevos. Tras años de acumulación en el cerebro, en el aparato linfático y reproductor, pueden producir mutaciones genéticas, cáncer y malformaciones congénitas. Otra consecuencia es el imprinting, alteración irreversible de la diferenciación celular en fetos o recién nacidos expuestos a ellas.
Para el oncólogo Eduardo Israel, el tema es preocupante para Valdivia, considerando que las dioxinas de la planta de Celco están siendo vertidas al río Rucaco, que desemboca en el río Cruces. Este atraviesa una zona ganadera y agrícola, cuyos campos son regados con esas aguas. "En Europa, la norma de seguridad para estos tóxicos en el agua es estrictísima, mientras que en Canadá, Estados Unidos y México se desarrolla hace seis años un plan para reducir su presencia en el ambiente. Lo insólito es que para la norma chilena de calidad de agua las dioxinas no existen, y tampoco están contempladas dentro de la norma secundaria, en proceso de aprobación. Tras haber ratificado el Convenio de Estocolmo en enero de 2005, Chile se incorporó a las 97 naciones más conscientes del planeta y se comprometió a reducir, entre otros tóxicos, las dioxinas y furanos. Si a eso se suma que hemos firmado tratados de libre comercio con casi todos los países desarrollados, es indispensable que la normativa nacional las considere".
Tan atrasados estamos que ni siquiera hay un Laboratorio en Chile que mida estos tóxicos. Por eso, cuando se pidió detectar los niveles de dioxinas en cisnes y luchecillo a los encargados del informe de la Universidad Austral, hubo que enviar las muestras a Canadá. Miguel Stutzin, del Servicio Agrícola Ganadero, asegura que las concentraciones encontradas fueron bajísimas, por lo que no se puede decir que los cisnes hayan muerto por esa causa, sino más bien por las altas concentraciones de hierro presentes en el luchecillo. Agrega que no está entre las prioridades seguir realizando mediciones, por ejemplo, en el ganado de terrenos cercanos: "Los análisis son carísimos y no podemos matar a las vacas para sacarles muestras de tejido. Además, es una especulación decir que en diez años más las concentraciones serán altas. No se puede extrapolar".
Lo que sí es un dato concreto es que los niveles de ácidos resínicos (que afectan la reproducción de peces y aves) y AOX (entre los cuales habría que determinar qué porcentaje corresponden a dioxinas y. furanos), aumentaron significativamente en el río Cruces desde que Celco entró en funciones, como lo establece el informe del 2 de febrero de 2005, solicitado por la Conama al consultor Claudio Zaror.
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complejidad técnica". Después de todo, los valdivianos no olvidan que el primer Estudio de Impacto Ambiental de Celco fue rechazado en primera instancia por el comité de especialistas, y que el segundo y definitivo sólo obtuvo un sí sujeto a siete condiciones, entre ellas realizar un monitoreo permanente de las comunidades biológicas del santuario. El sí condicional más caro en la historia de Valdivia.
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