Celulosa contamina Santuario de la Naturaleza

Fuente: www.lanacion.cl, 20 de noviembre de 2005

La batalla por un tubo
Celco: Alerta roja entre Tirúa y Corral por amenaza de contaminación

Después del desastre del río Cruces, la empresa Celulosa Arauco y Constitución fue obligada a sacar un ducto al mar para botar sus residuos líquidos. Pero las comunidades de tres regiones le declararon la guerra y dicen que usarán la fuerza para impedirlo. Es un nuevo conflicto para Celco.

Jorge Escalante
La Nación

Entre Tirúa y Corral, la alerta está dada en el borde costero. Agrupados en el Comité de Defensa del Mar, pescadores artesanales y de embarcaciones mayores, juntas de vecinos y otras organizaciones sociales, y comunidades mapuches lafquenches, intensificaron la vigilancia desde hace unos días. Afirman que no permitirán que empleados de Celulosa Arauco y Constitución S.A. (Celco), o de alguna empresa contratista, merodeen por la costa realizando movimientos sospechosos.

Como hace diez años, hoy la historia se repite. Luego del desastre ambiental causado al río Cruces y al santuario natural Carlos Anwandter, Celco fue obligada por la Comisión Regional del Medio Ambiente de la X Región, a sacar un ducto al mar para depositar los residuos industriales líquidos (riles) de su Planta Celulosa Valdivia.

Para ello se le otorgó un plazo de nueve meses y ya transcurrieron cinco. Pero las comunidades opositoras están decididas a que ningún tubo salga al mar entre Tirúa y Corral. Para impedirlo están dispuestos a usar la fuerza. La empresa necesita esa información para armar el nuevo Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del ducto. La comunidad de Mehuín expulsó a los empleados de Celco más de una vez hace diez años.

Se amplía el conflicto

Dos hechos hacen que la situación actual sea bastante más compleja que la batalla librada entre 1996 y 1998, cuando Celco trató de descargar sus riles por el tubo que pretendía sacar al mar por la playa de Mehuín, caleta ubicada 77 kilómetros al noroeste de Valdivia.

El primero tiene que ver con la cantidad de la fuerza opositora. En 1996, Celco se enfrentó sólo a la comunidad de Mehuín, entonces unos 1.500 habitantes, y los grupos ambientalistas que apoyaron la batalla. Pero hoy la franja opositora se amplió, y se extiende desde Tirúa, en la VIII Región, hasta Corral, en la X. Se trata, al menos, de 50 mil personas, según una aproximación del Comité de Defensa del Mar.

El segundo dice relación con la credibilidad que las comunidades otorgan a Celco, que hoy está notablemente más debilitada que en 1996. Cuando a fines de la década de los años ’90, Celco no pudo sacar el emisario al mar y debió optar por una salida más cara, como fue verter los riles al río Cruces con un nivel de tratamiento terciario, supuestamente más eficaz para reducir los elementos contaminantes, la empresa convenció a las autoridades de que el santuario natural Carlos Anwandter no sería afectado.

Pero la historia fue distinta. El informe final de la Universidad Austral de Valdivia, de abril de 2005, concluyó que “por lo tanto, y basados en todo lo analizado, se concluye que las actividades de la Planta Valdivia de Celco han incidido de forma significativa en los cambios ambientales ocurridos en el humedal del río Cruces durante el último año”.

CON LA CÁRCEL Y LA VIDA

Hasta ahora, las posiciones entre Celco y los opositores son irreconciliables. Los planes de la empresa consideran sacar el ducto lo más cerca de San José de la Mariquina, donde se ubica la planta, 27 kilómetros al sureste de Mehuín. Las alternativas que han trascendido son Mehuín, Queule, caleta vecina hacia al norte pero ya en la IX Región, y Corral, unos 60 kilómetros más al sur. Aunque ya existe otra zona definida, según Celco, menos conflictiva.

“No somos imbéciles. Sabemos lo que es una planta de celulosa y los desastres que causa. Nadie nos hará cambiar de posición, y estamos dispuestos a todo, incluso a usar la fuerza si es necesario. El desastre del río Cruces lo dice todo. Celco no es creíble. Y para enfrentar este nuevo conflicto, los hemos infiltrado. Tenemos espías dentro de la empresa, que nos informan de sus movimientos e intenciones”. Son las palabras de Eliab Viguera, uno de los coordinadores del Comité de Defensa del Mar, que habla desde Mehuín.

Desde Corral, con la misma decisión, se expresa el representante de la comunidad, René Valenzuela: “Estamos preparados para todo. Aquí, nadie va a entrar a hacer nada, porque lo vamos a impedir con todas las formas de lucha, incluyendo la fuerza. Vamos a defender nuestro trabajo y la salud de nuestras familias. Con la empresa no hay nada que conversar”.

En Queule, el ambiente de lucha no es distinto. “La Celulosa Arauco perdió toda credibilidad con el desastre que su planta causó en el río Cruces. No les creemos nada. La vida de nuestra comunidad la vamos a defender con nuestras propias vidas”. Es la voz de José Ormeño, representante de los habitantes de esa caleta vecina a Mehuín.

En Valdivia, Gino Bavestrello, presidente de la Asociación Gremial de Armadores Cerqueros de Valdivia (Acerval), pescadores artesanales con embarcaciones de mayor envergadura, no es menos categórico: “Nosotros somos seres responsables y respetamos la ley, pero no tendremos temor a utilizar la fuerza para proteger nuestra fuente de trabajo y a nuestras familias. Por nuestra lucha, estamos dispuestos a ir a la cárcel. Con Celco no tenemos nada que hablar”.

El integrante del comité opositor recuerda “el otro desastre que Celco causó en el golfo de Arauco, con su otra planta de celulosa. Hoy, el 80% de lo que se pescaba en esa zona no existe. Todo murió por la contaminación que la planta lanza al mar. Además, ahora tenemos el ejemplo del río Cruces”. Esta planta está ubicada en la localidad Los Horcones, 20 kilómetros al sur de Lota.

EL TEMOR

Las comunidades temen que el impacto que Celco cause en el mar con el ducto sea irreparable. Uno de los principales temores es el vertido de organoclorados, elementos de alta estabilidad molecular y con mala capacidad de biodegradación.

Un informe de la Dirección General del Territorio Marítimo emitido durante el pasado conflicto en Mehuín, que los opositores creen de plena validez porque “hoy se trata de lo mismo”, sostiene que “los compuestos organoclorados son la principal fuente de polución del medio oceánico”. Agrega que, además de su mala biodegradación, “tienen una alta solubilidad en los tejidos grasos de los organismos, acumulándose en ellos, en los suelos y aguas”. El informe sostiene que “la mayor parte de los seres vivos del medio oceánico contienen trazas detectables” de estos elementos. De esta manera, el informe confirma que los organoclorados llegan al fitoplancton marino, que es parte de la cadena alimenticia de las especies marinas, que absorben esos químicos. De allí, estos elementos se traspasan al ser humano, al consumir productos del mar. LND

Celco: "Ya estamos trabajando"

El gerente de asuntos corporativos y comerciales de Celco, Charles Kimber, dice que están tranquilos. Sostiene que la culpa que le asignó a Celco el informe de la Universidad Austral de Valdivia por el desastre del río Cruces "es sólo una hipótesis, porque nosotros no somos los culpables". Y entrega un antecedente importante: "Nosotros ya estamos trabajando haciendo mediciones en el mar, y no hemos encontrado resistencia. Estamos conversando con otras comunidades que han querido escucharnos". No entrega el dato exacto "por cuestiones de seguridad", pero "estamos hablando de lugares al sur de Mehuín, como Punta Chanchán y los alrededores".

Para Kimber, en Chile existe un Estado de derecho "y están las autoridades políticas y ambientales que deben resolver y evaluar nuestro proyecto". Mantiene la esperanza de que los integrantes del Comité de Defensa del Mar acepten conversar. "Pero por ningún motivo vamos a cerrar la Planta Valdivia. Tenemos una inversión de más de 1.200 millones de dólares", responde a la consulta de un eventual abandono si pierden la batalla del ducto, como a fines de la década pasada. Explica que el emisario saldrá poco más de dos mil metros mar adentro, por lo que "con la capacidad de biodegradación del mar, a esa distancia ya no se causa impacto porque, además, es un efluente ya tratado con un nivel secundario". El costo del tubo, la batalla que les espera, lo calcula en 45 a 60 millones de dólares.