Editorial del New York Times
Patagonia sin represas

Fuente: The New York Times 1 de abril de 2008

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Recientemente, activistas ambientales y residentes locales se reunieron cerca de la pequeña ciudad chilena de Cochrane para protestar contra un plan para construir una serie de represas hidroeléctricas. Cochrane es parte de la Patagonia chilena y se volvería irreconocible si el proyecto sigue adelante. Pero el cambio en Cochrane no sería nada comparado con el cambio en la Patagonia.

Las represas --dos en el río Baker y tres en el Pascua-- dañarían irreparablemente uno de los lugares más salvajes y hermosos de la tierra. La construcción de las represas significaría hacer también un corredor de miles de kilómetros de tendido eléctrico en dirección norte hacia la capital chilena, Santiago -- la franja despejada más larga sobre el planeta y una cicatriz a través de algunos de los más atrayentes paisajes de Chile. La mayor parte de la electricidad generada por el proyecto no iría para uso residencial sino que para la minería y la industria.

En cierto sentido, las represas proyectadas son una herencia del gobierno de Pinochet, que privatizó los derechos de agua en Chile. La filial chilena de una empresa española, Endesa, es ahora es la dueña de los derechos y está impulsando el proyecto. El gobierno elegido democráticamente le está permitiendo seguir adelante. El gobierno ha postergado la publicación de una evaluación ambiental hasta junio. Es necesario reconsiderar el proyecto por completo.

Chile necesita desesperadamente nuevas fuentes de energía. El país está experimentando una grave crisis energética debido a la sequía, una brusca reducción en la importación de gas natural desde Argentina y el aumento a escala mundial en los precios del petróleo. Algunas plantas eléctricas, alimentadas antes con gas natural, ahora están quemando petróleo, una alternativa económicamente drástica.

Destruir estos ríos y la vida que depende de ellos no es la solución. Muy a menudo, el problema energético en Chile se enmarca como una opción entre construir represas o volcarse a la energía nuclear. Resolver la crisis con responsabilidad conllevará también una buena disposición para explorar otras fuentes renovables, como las energías solar, eólica o geotérmica.

La construcción de represas hidroeléctricas a gran escala es una forma anticuada de obtener energía. Es demasiado tarde en la vida medioambiental de este planeta para aceptar ese tipo de soluciones energéticas destructivas o el modelo de crecimiento sin límites que están queriendo impulsar.

El gobierno chileno haría bien en reconsiderar estos planes carentes de visión, como así los dueños internacionales de los derechos de aguas en esos ríos.

Traducción de RC para el OLCA


Editorial
Patagonia Without Dams

Source: The New York Times Published: April 1, 2008



Recently, environmental activists and local residents gathered near the small Chilean town of Cochrane to protest a plan to build a series of hydroelectrical dams. Cochrane is part of Chilean Patagonia, and it would be transformed beyond recognition if the project goes ahead. But the change in Cochrane would be nothing compared with the change in Patagonia.

The dams — two on the Baker River and three on the Pascua — would irretrievably damage one of the wildest and most beautiful places on earth. Building the dams would also mean building a thousand-mile power-line corridor northward toward the Chilean capital, Santiago — the longest clear-cut on the planet and a scar across some of Chile’s most alluring landscape. Most of the electricity generated by the project would go not to residential use but to mining and industry.

In a sense, the proposed dams are a relic of the Pinochet government, which privatized water rights in Chile. The Chilean subsidiary of a Spanish company, Endesa, now owns the rights and is pressing the project. Chile’s democratically elected government is allowing it to move forward. The government has postponed the release of an environmental assessment until June. It needs to reconsider the project entirely.

Chile desperately needs new energy sources. The country is experiencing a severe energy crisis because of drought, a sharp reduction in natural gas imports from Argentina and the global escalation in oil prices. Some power plants, once fueled by natural gas, are now burning diesel fuel, an economically drastic alternative.

Destroying these rivers and the life that depends on them is no solution. Too often, the energy problem in Chile is framed as a choice between building dams or turning to nuclear energy. Solving this crisis responsibly will take a willingness also to explore other renewable sources like solar, wind and geothermal power.

Building large-scale hydroelectric dams is an old-world way of obtaining energy. It is too late in the environmental life of this planet to accept such ecologically destructive energy solutions or the model of unfettered growth they are meant to fuel.

The Chilean government would do well to reconsider these shortsighted plans, as would the international owners of the rights to the water in these rivers.