Conflictos ambientales en Costa Rica

Fuente: Asociación Comunidades Ecologistas Usuarias del Golfo de Nicoya
CEUS del Golfo, 6 de enero de 2004

Minas de oro amenazan contaminar con cianuro ecosistemas de Costa Rica

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La Asociación Comunidades Ecologistas Usuarias del Golfo de Nicoya (Ceus del Golfo) ha solicitado hoy a la Secretaría Técnica Nacional del Ambiente (Setena) de Costa Rica la intervención en las actividades de la compañía minera canadiense Glencairn, que está iniciando la construcción de las instalaciones para la explotación a cielo abierto de oro en la localidad de Bellavista de Marimar, a las márgenes del río Ciruelas y a 14 kilómetros del Golfo.

La entidad, acatando a las denuncias del Comité de Oposición a la Minería de Oro, pide que la Secretaría investigue los recientes deslizamientos de tierra en el río en área próxima a la mina, que pueden tanto ser resultado del impacto de las construcciones en el frágil terreno de la región como el retiro de la tierra para hacer las edificaciones. Además, se consta la abertura irregular por la empresa de una trocha dentro de sector montañoso en zonas aledañas al proyecto no contempladas dentro del Plan de Gestión homologado a Estudio de Impacto Ambiental que fuera aprobado por la Setena.

Los hechos son muestras de los posibles daños ambientales del proyecto minero que ha sido autorizado por el gobierno de Costa Rica desde el 30 de enero del 2001 pese a la fuerte oposición de las comunidades y la municipalidad, y que por ahora está en fase de obras de las instalaciones de infraestructura civiles, sin contar con los permisos municipales ni del Ministerio de Salud.

El proyecto de la empresa canadiense pretende utilizar la técnica de cielo abierto con lixiviación, o sea el lavado del metal con cianuro, en pilas al aire libre para extraer 560 mil onzas de oro en un período de 7,3 años. Un concentrado de cianuro del tamaño de un grano de arroz es suficiente para matar un ser humano, y los organismos de ambiente acuático son todavía más sensibles al veneno.

Primeramente, la extracción a cielo abierto exige que se quite toda la cobertura vegetal del área en donde va a funcionar la mina. Los residuos del lavado llegan a parar a dos partes, uno a grandes bloques de tierra, la cual queda contaminada con cianuro y otra, mediante el lavado, que va a lagunas de oxidación.

Ocurre que la región en donde se ubica la mina es propensa a deslizamientos de tierra, sobre todo en la época de las inundaciones, pudiendo la tierra contaminada fácilmente llegar al río, comprometiendo el suministro de agua de la ciudad y a través de éste atingir el Golfo de Nicoya, que tiene cuatro islas designadas como Refugios de Vida Silvestre, así como el Parque Nacional Palo Verde, el más importante humedal de Costa Rica que alberga a una gran variedad de animales en peligro de extinción. Además más de 5 mil pescadores artesanales dependen de ese Golfo.

El procesamiento final también constituye un problema, pues en la legislación costarricense no se contempla regulación alguna para algunas sustancias en las que se descompone el cianuro que sin ser ya tóxicas para las personas sí resultan mortales para las distintas formas de vida acuática, conforme afirma Sonia Torres Arguedas del Comité de Oposición a la Minería de Oro en Miramar.

Existen otros proyectos de minería similares en otras localidades de Costa Rica, todos enfrentando fuerte resistencia popular, aunque las empresas mineras afirmen que sus actividades causarán minúsculos daños ecológicos y que representan un desarrollo sostenible para las comunidades donde están instaladas.