Conflictos ambientales en Guatemala

Fuente: www.latinamericapress.org/ 27 Enero, 2005

Bonanza minera: ¿Quién gana? ¿Quién pierde?
Población de Sipacapa protesta contra mina de oro

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Jill Replogle

La multitud de unos 500 aldeanos, reunida en la plaza del pueblo de Sipacapa, en el oeste de Guatemala, se enardeció después de una serie de discursos apasionados en oposición a los propietarios extranjeros de una mina de oro cercana en construcción. El Rev. Leopoldo Crocetti, sacerdote italiano conocido por su franqueza, y muy reconocido por sus años de trabajo en la zona, tomó la palabra.

"Díganme ustedes, si ustedes por allá, por esta montaña, hubieran sembrado amapolas, ¿qué hubiera pasado? Inmediatamente hubieran venido todas las autoridades para destruir esta siembra", dijo, en referencia a la planta usada para hacer opio, en otro tiempo ampliamente cultivada en la región.

"Pero díganme ustedes, ¿qué diferencia hay entre la amapola y el oro? Los dos son riqueza para unos y muerte para otros... Pero, ¿por qué no destruyen también la mina de oro que va a traer tanta muerte aquí?", dijo Crocetti.

El objetivo de la protesta, que tuvo lugar en febrero del 2004, es una mina de oro y plata de tajo abierto y subsuelo, conocida como el proyecto Marlin. Financiado por un préstamo del Banco Mundial, Marlin es una de las tres operaciones mineras que desarrolla en América Central y México la compañía trasnacional estadunidense Glamis Gold Ltd.

Se espera que Marlin "sea la mina más grande y con más ganancias de la compañía" cuando empiece su producción comercial, de acuerdo con un pronunciamiento de Glamis.

Gobiernos, compañías internacionales e instituciones financieras tratan de vender la minería como un promisorio camino hacia el desarrollo para algunas de las regiones más pobres de Guatemala y otros países centroamericanos. Sin embargo, los ambientalistas y cada vez más los pobladores vecinos de las minas se preguntan si los empleos y las mínimas regalías (entre 1% y 2%) merecen la pena por el potencial impacto negativo en los recursos naturales y la salud humana.

Además, los mayas y otros grupos indígenas a lo largo de América Central se oponen a los proyectos mineros en sus tierras ancestrales por quebrantar la Convención 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y Tribales. En el caso de Marlin, como en otros proyectos mineros a lo largo de la región, las comunidades indígenas dicen que no fueron consultadas antes de que la concesión fuera otorgada, como establece la Convención.

Nueva fiebre del oro

El debate minero en Guatemala y otros países de América Central, puede intensificarse si es que las compañías internacionales, que afrontan una disminución de sus recursos, una creciente oposición y barreras regulatorias en cada vez más países desarrollados, miran a la región como un nuevo premio gordo. El oro, en particular, está nuevamente atrayendo a los buscadores de fortuna a la región.

"América Central está volviendo a surgir como un destino principal para las compañías mineras de oro" afirma un informe de la Corporación Glencairn Gold. Añade que la exploración del oro se ha incrementado considerablemente en relación al año pasado debido a las reservas sin explotar, un buen precio del oro y leyes favorables a la minería y a la exploración.

Veintitrés asientos mineros de oro están identificados en el informe, en Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Panamá, mayormente operados por compañías de EEUU y Canadá.

En Guatemala, 104 permisos han sido otorgados para explorar las posibilidades de metales como zinc, plomo, cobre, antimonio, níquel y oro. Han sido otorgados 42 permisos para explotar o extraer esos metales en el país.

Panamá es también un destino atractivo para las empresas mineras. De acuerdo al movimiento World Rainforest, 70% de las concesiones mineras han sido otorgadas en territorios indígenas, a pesar de que los pueblos nativos apenas alcanzan al 8% de la población.

La organización informó que concesiones de gran alcance han sido aprobadas en los territorios de los Ngobe Bugle y los Kuna, mientras que la concesión otorgada a la compañía canadiense Western Keltic Mines cubre más de la mitad del territorio Kuna en la región Kuna Yala.

Los bosques de Panamá están desapareciendo velozmente, a un estimado de 75,000 Ha por año, y la actividad minera es identificada por World Rainforest como una de las mayores amenazas de deforestación.

En Costa Rica, el gobierno tomó en el 2002 un audaz paso para la conservación al establecer una moratoria para los nuevos permisos de minería a tajo abierto.

Se espera que la mina Bella Vista empiece a producir este año un promedio de 60,000 onzas de oro durante 7 años y medio. El movimiento World Rainforest estima que 15 millones de toneladas de desechos serán generadas por la mina.

En Nicaragua, el ingreso moderno de la minería comenzó hace más de 100 años, cuando se hallaron reservas de oro en la Región Autónoma del Atlántico Norte, habitada mayormente por comunidades indígenas. En las décadas de los 40 y 50 Nicaragua fue considerada como uno de los 20 mayores productores mundiales, según el informe Glencairn.

Crece oposición local

Sin embargo, mientras poca gente, sobre todo extranjeros, continúan haciendo fortunas con las riquezas minerales de Nicaragua, las poblaciones locales pagan las consecuencias. La mayor parte de las comunidades indígenas que viven alrededor de la mina Bonanza, que es propiedad de la corporación canadiense Greenstone desde 1994, tienen sus ríos y lagos envenenados con las filtraciones de cianuro originadas en los relaves de la mina, de acuerdo con el Centro Humboldt y el movimiento World Rainforest.

En el valle de Siria en Honduras, la oposición local ha montado una campaña contra la mina de San Martín, operada por una subsidiaria de Glamis Gold, la misma compañía que ha iniciado operaciones en Guatemala. Los agricultores dicen que el agua se ha secado, al haber sido extraída por la mina, que tiene un permiso para usar hasta 220 galones por minuto.

Los vecinos también se quejan de problemas en la piel, supuestamente debido a la presencia de cianuro en el aire y agua, usado para separar el oro de otros minerales, en una proporción de 30 miligramos por litro de agua.

A pesar del entusiasmo inicial de los residentes pobres ansiosos de empleo, sólo unos cuantos vecinos -50 de una población de 40,000, según el informe de un diario- han sido empleados en la mina.

Glamis Gold está ahora repitiendo las mismas promesas de empleo y desarrollo hechas a los habitantes del valle de Siria, ahora a los residentes de Sipacapa y San Miguel Ixtahuacán en Guatemala.

La conciencia de los efectos negativos de la minería se está incrementando, como lo muestra la moratoria de tajos abiertos en Costa Rica y la reciente cancelación de una concesión de mina de oro en el oeste de Honduras debido a la oposición local y la potencial destrucción de los recursos naturales locales.

No obstante, sin opciones de desarrollo alternativo, es posible que los países empobrecidos de América Central sigan sintiéndose atraídos por las compañías extranjeras que ofrecen su propia versión del desarrollo, algunas veces a expensas de los recursos naturales y las poblaciones locales.