Fuente: www.greenpeace.org 04/08/06

LA SOLUCIÓN NUCLEAR RESUCITA
El mundo atómico

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En tiempos de crisis energética vale la pena una mirada a las tendencias mundiales que se están siguiendo en relación a la energía nuclear, una posibilidad que, para algunos, aún se ve muy lejana para Chile, mientras que otros sostienen que ya es la hora de tomar decisiones al respecto.

Óscar Valenzuela

Hace exactamente 20 años, la tecnología nuclear vivió su peor momento. Fueron ocho toneladas de material radiactivo, vomitado desde las entrañas del reactor 4 de Chernobyl, las que colocaron el mayor signo de interrogación sobre los costos y beneficios que podían traer las gigantescas centrales nucleares que estaban proliferando por el mundo. La catástrofe dejó 20 mil personas muertas o con pronóstico fatal por efecto directo de la explosión, y a otras 300 mil llevando la carga del cáncer. Pese a ser el único accidente radiactivo de esa magnitud en la historia, Chernobyl trajo dudas. El fantasma de lo que sucedió en la planta de la entonces Unión Soviética se pegó como una molesta sombra a las voces que hablaban de la energía del futuro.

Ese miedo intrínseco a jugar con el átomo no ha desaparecido del todo. Así lo demuestra una encuesta realizada por la AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica, dependiente de la ONU) a 18 mil personas en 18 países. Una mayoría de los consultados (59%) dijo que prefería que no se construyeran nuevas centrales nucleares en el mundo.

Pero, a pesar de las opiniones en contra, las plantas atómicas se siguen levantando. A fines del año pasado había 441, que producen 368 gigawatts, equivalentes al 16% de la energía mundial.

LOS GIGANTES

LOS “MERCENARIOS VERDES’’

En el último tiempo, algunos “gurús’’ ecológicos de los años 70 se dieron una voltereta contra sus antiguas creencias, y han adoptado una postura conformista con la energía nuclear. Una de las caras más visibles de esta nueva oleada es Patrick Moore, que se separó de Greenpeace hace 20 años.

En un artículo del “Washington Post”, Moore señala que “cuando ayudé a fundar Greenpeace creía que la energía nuclear era sinónimo de holocausto. Treinta años después, he cambiado de opinión porque la energía nuclear es la única fuente de energía no emisora de gases invernadero, que puede reemplazar con efectividad a los combustibles fósiles’’. Junto con el destacado científico británico James Lovelock –quien cree que el uso del átomo es la única manera de evitar un catastrófico cambio climático–, Moore es el más odiado “ecotraidor’’ o “mercenario verde’’, como lo llaman sus detractores.
Luis Alberto Coulon, ingeniero civil eléctrico y profesor del Departamento de Ingeniería Eléctrica en la Universidad de Santiago, es uno de los profesionales nacionales que ha visitado una central nuclear en Blayais, al suroeste de Francia. “El principio de funcionamiento es que la explosión atómica calienta a millones de grados cierta cantidad de litros de agua, que se evaporan instantáneamente. Este vapor se somete a presión, golpea los álabes de la turbina y esa energía mueve el rotor del generador eléctrico’’, explica, y aclara que “es en la génesis donde se utilizan elementos atómicos, pero el resto del proceso es similar a otras fuentes de energía’’.

El año pasado entraron en funcionamiento cuatro nuevas plantas nucleares en el planeta. Dos en Japón, una en la India y otra en Corea. Esta preeminencia asiática es una constante. De hecho, de los últimos 34 reactores puestos en uso, 24 fueron conectados en Asia. En esa zona, el mayor beneficiario es Japón, que tiene 55 plantas en operaciones y planea añadir 10 más para el 2014, aumentando su potencia nuclear a más del 40% de la electricidad que consume el país.

Para los economistas, el costo más grande es la construcción de las unidades, que en algunas instancias “puede llegar a varios miles de millones de dólares’’, como explica el cientista político Eduardo Vergara Bolbarán, de la Universidad de Portland, Estados Unidos. Agrega que “otra cosa es una vez que la planta se encuentra en funcionamiento, ya que el costo de producción es menor que otras formas convencionales de energía’’.

Por ejemplo, de acuerdo a proyecciones de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), para al 2010 los costos de producción de energía atómica en Francia serán más bajos que operar con carbón o gas.

Precisamente, después de los 103 reactores de Estados Unidos, el país con mayor cantidad de plantas nucleares es Francia, que lleva la delantera mundial en cuanto al porcentaje de energía que obtiene del átomo, llegando al 78,5%, según la ONU. “Ellos son los más avanzados’’, asegura el profesor Coulon.

EL CASO ARGENTINO

En Sudamérica, es Argentina el país que más utiliza esta energía, con dos reactores de potencia en uso –Atucha (cercano a Buenos Aires, 320 megawatts) y Embalse (en la provincia de Córdoba, 660 megawatts) –, que aportan el 6,9% de su capacidad energética.

“En nuestro país, la Comisión Nacional de Energía Atómica goza de gran prestigio y confianza pública’’, detalla Carlos Gho, jefe de la Unidad de Ingeniería Nuclear de Bariloche. Rememora que “durante la dictadura, en los ’70, se elaboró un ambicioso plan nuclear, que contemplaba la instalación de cuatro centrales adicionales antes del 2000. Las peripecias políticas y económicas condujeron a que sólo una de esas centrales se comenzara a construir, Atucha II’’.

Acciones de ecologistas y el devenir caprichoso de la moneda transandina paralizaron las obras de esa central en los años ’90, pero hoy el proyecto ha sido relanzando y se estima que, en cinco años, Atucha II proveerá de 750 megawatts, mientras el Gobierno de Kirchner baraja planes para levantar una cuarta planta.

El profesor Gho detalla que hace una década no eran miradas con buenos ojos. Sin embargo, esa postura cambió al verse enfrentados a su realidad energética. “Tiene que ver con la nueva imagen de la energía nuclear en el mundo y las necesidades de energía que atraviesa el país, que se agudizarán en los próximos años, ya que las reservas de gas que se creían casi inextinguibles son, en realidad, limitadas’’, comenta el experto.

¿Y CHILE CUÁNDO?

En tiempos de crisis energética y disputas por el esquivo gas transandino, la alternativa atómica aparece nuevamente en nuestro país. Sin embargo, mucho es lo que se piensa pero poco lo que se dice, ya que –como confidenció un elevado personero de la Comisión Chilena de Energía Nuclear (Cchen)– “existe una agenda del Gobierno en el tema energético que no considera la energía nuclear, así que por el momento está totalmente descartada’’.

Ello, a pesar de que el propio ex Presidente Ricardo Lagos se refirió al tema en sus últimos mensajes presidenciales, reafirmando la posibilidad de desarrollar pequeñas centrales termoatómicas. La iniciativa estaba planeada para el 2017, pero la coyuntura internacional apresuró su discusión en el Congreso.

En los últimos días ha sido otro ex Mandatario, el actual presidente del Senado, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien la ve como una posible salida a la crisis del gas. En la página web del Senado señaló que “si no queremos aprovechar nuestras riquezas naturales, entonces discutamos abiertamente la posibilidad de construir centrales de energía nuclear. Ésta es una decisión de país que debemos adoptar ahora. No mañana, porque va a ser muy tarde”.

Su postura la comparte el profesor Luis Alberto Coulon: “Debe haber una comisión que discuta una ley al respecto, pero por ahora no está muy ordenado, porque ¿quién debería proponer el proyecto? ¿La Comisión de Energía y Minería del Congreso, el Ministerio de Minería o el de Economía?’’. Además, recalca que el segundo paso es “enviar gente para que se especialice en el extranjero’’. Algo parecido piensa Eduardo Vergara Bolbarán, aunque reconoce que instalar una central atómica en Chile hoy sería “una irresponsabilidad tremenda, porque el país no esta preparado tecnológica, administrativa ni culturalmente’’.

La postura es similar a la que tiene la directora de la Cchen, Loreto Villanueva, quien dijo que Chile no puede pensar en la opción nuclear hasta, al menos, diez años más, ya que la construcción demora entre cuatro y seis años, y los procesos de licenciamiento (autorizaciones especiales), otro tanto. Además, según su punto de vista, no sería racional que el Estado se jugara hoy por esa posibilidad.

“¿Por qué no se utiliza la energía nuclear en nuestro país? En general, la respuesta es por razones de mercado’’, manifestó la personera el año pasado en una entrevista a Radio Universidad de Chile, declarando que los actuales reactores son muy superiores a la capacidad de los sistemas nacionales. “Una central nuclear de línea principal, quiero decir las más populares en el mundo, son reactores que están sobre los 900 a 1.600 megawatts, con un énfasis de 1.200, que es el doble de la capacidad de Ralco. Entonces, por razones de tamaño, no caben en la red nuestra hoy’’.

“ABSOLUTAMENTE EN CONTRA’’

Otra voz es la de los ambientalistas, que no perdonan Chernobyl ni transan en sus principios. Así queda claro entre los seguidores nacionales de Greenpeace, quienes no adhieren a las modificaciones políticas de los llamados “ecologistas renovados’’, a quienes ellos prefieren nombrar como “ecotraidores” (ver recuadro). “Estamos absolutamente en contra de la energía nuclear como solución a la crisis energética y al calentamiento global’’, clarifica de entrada Ricardo Scheleff, coordinador de logística y voluntarios de Greenpeace Chile. A su juicio, al apostar por el desarrollo de centrales nucleares, erróneamente se estaría dejando de lado la investigación en otras fuentes proveedoras, como la energía eólica o la solar.




LO QUE DEPARA EL FUTURO

La fisión (división del núcleo) es la base del actual desarrollo para la tecnología nuclear. Sin embargo, algunos países ya están investigando el proceso contrario, la fusión de núcleos ligeros para formar otros más pesados, que es la forma en que obtienen su energía las estrellas y el sol.

Para lograr esta unión, la materia debe alcanzar temperaturas extremas, alrededor de 150 millones de grados centígrados, y se convierte en plasma. Esta sustancia puede ser contenida en un reactor a través de campos magnéticos.

El gran paso de controlar este proceso en la tierra es el mayor desafío para el futuro. Actualmente, el experimento Joint European Torus (JET), en Inglaterra, tiene el récord mundial de fusión, luego de producir 16 megawatts de energía a través de esta modalidad. Para 15 años más se espera la puesta en marcha del proyecto ITER –donde participan Estados Unidos, Asia y Europa–, el primer intento de producir energía por la fusión de manera sostenida y viable.