- Chile - Internacional:20 de Abril de 2023
En contra de molinos de viento
(daslamm.ch - 20 de abril de 2023) - Las energías renovables están en auge en Chile, pero los activistas medioambientales critican las condiciones neocoloniales en las cuales se desarrollan. El sueño de una rápida transición energética podría convertirse en una pesadilla.
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Malte Seiwerth - das Lamm, Zúrich
Imagen: Cristian Osorio ve peligrar el entorno de su pueblo, La Estrella. (Foto: Malte Seiwerth)
Con rabia por dentro, Cristián Osorio conduce por las pequeñas carreteras de su comuna en la costa chilena. Señala con el dedo hacia el mar, postes blancos brotan como hongos entre la carretera y las escarpadas rocas. "Aquí se está construyendo uno de los parques eólicos", dice y apuntando en la otra dirección sostiene que "aquí se va a construir un parque solar de más de 80 hectáreas". Lo que para muchos sería una noticia positiva en el contexto del rápido avance del cambio climático y el giro demasiado lento hacia las energías renovables, para el apicultor Osorio es un escenario de horror. Ve su pueblo amenazado.
Chile vive actualmente un auge de las energías renovables. En sólo ocho años, desde enero de 2015 a enero de 2023, la proporción de productores de energías renovables no convencionales, principalmente solar y eólica, ha pasado de algo menos del diez a casi el 40 por ciento de la combinación de energía global del país. Mientras los políticos celebran un inminente fin de las centrales eléctricas de gas y carbón y promueven la exportación de energía en forma de hidrógeno, los residentes locales se sienten abrumados. Las organizaciones ecologistas de izquierda luchan sobre todo contra una supuesta transición energética que beneficia a las empresas y a los futuros exportadores.
Del sueño a la pesadilla
Osorio vivió antes en la gran ciudad de Santiago, pero luego se trasladó a su pueblo natal de La Estrella, a unas dos horas y media de Santiago. Aquí disfrutó de la tranquilidad y trabajó en la administración municipal. Reflexiona sobre el pasado y cuenta cómo hace siete años las primeras empresas empezaron a construir centrales solares y eólicas en la zona. La Estrella y el vecino municipio de Litueche son perfectos para las fuentes de energía, se encuentran en una meseta alta cerca de la costa con fuertes vientos, tiene muchos días soleados y una enorme represa cercana, que proporciona la infraestructura necesaria para el transporte de energía.
“Al principio estábamos contentos”, dice este hombre de 36 años, “pensábamos que la energía verde nos beneficiaría a todos”. Pero en lugar de generar empleo en la zona, las compañías constructoras expulsaron a los trabajadores de otras comunas. Además, las empresas apenas pagan impuestos en el pequeño municipio, sus domicilios fiscales están fuera de acá, en los municipios más ricos de Santiago. Fue durante las obras cuando los vecinos se dieron cuenta de que zorros y otros animales pequeños se refugiaban en su pueblo, huyendo de las excavadoras, las taladradoras y la destrucción de su hábitat. Osorio dice: “Algunas de las plantas solares más antiguas se calientan y pueden provocar incendios”. Esto es aún más fatal porque el área se considera ya en riesgo de incendio forestal de todos modos.
Instalaciones cercadas están reemplazando gradualmente el paisaje. (Foto: Malte Seiwerth)
Un paraíso para las energías renovables
Estas preocupaciones y problemas apenas se toman en cuenta en los cálculos medioambientales de los políticos que gobiernan: grandes y pequeñas empresas energéticas de todo el mundo inundan el mercado chileno y construyen centrales solares y eólicas. Están involucradas en este auge entre otras, la compañía energética francesa Engie, el gigante energético alemán RWE AG, pero también proveedores como la corporación china Huawei y la alemana Siemens.
El politólogo chileno-francés Antoine Maillet lleva varios años observando este fenómeno. Está sentado en un café de Santiago tomando un té helado; fuera hace más de 30 grados. Todo empezó con una reforma del mercado eléctrico en 2015, dice Maillet, “el objetivo era abrir más el mercado”. Para ello, el gobierno de centro-izquierda de Michelle Bachelet introdujo nuevos mecanismos de mercado que garantizaban que las empresas con fuentes de energía irregulares, como la solar o la eólica, pudieran celebrar mejores contratos de suministro. Antes, un proveedor tenía que garantizar un suministro constante de energía durante 24 horas.
“En aquel momento, sin embargo, nadie pensó que esto desencadenaría un auge tan fuerte de las energías renovables”, afirma Maillet. “Junto con el paquete de reformas, se introdujeron incluso porcentajes mínimos para las energías renovables”. Se fijaron sanciones parcialmente elevadas para las empresas que no tuvieran suficientes energías renovables en su combinación de energía eléctrica. Pero estos valores se superaron rápidamente: en vez de pagar multas, las empresas se dieron cuenta de que las energías renovables dan muchas ganancias. Maillet lo atribuye a dos fenómenos: a partir de 2010, el precio de los paneles solares y las turbinas eólicas bajó rápidamente. Además, el mercado chileno apenas reconoce normativas, por ejemplo en materia de protección del paisaje o distancias a las viviendas. El país se convirtió en un El Dorado para las energías renovables.
Pero el politólogo no ve motivos para alegrarse. Señala que, si bien la proporción de energías renovables en la combinación eléctrica ha aumentado enormemente en los últimos años, la demanda de electricidad también ha crecido tanto que apenas se han podido retirar combustibles fósiles de la red. “Un cambio real no es posible sin una reducción de la demanda energética per se”, asegura Maillet.
Pero en estos momentos está ocurriendo exactamente lo contrario. Chile planea convertirse en uno de los mayores exportadores de energía del mundo. Pronto, la electricidad de comunas como La Estrella llegará a Europa en forma de hidrógeno.
El ministro chileno de Energía, Diego Pardow, con la comisaria europea de Energía, Kadri Simons. (Foto: Bogdan Hoyaux/Unión Europea)
Chile como proveedor de energía para el Norte global
“El hidrógeno verde es el futuro de Chile”, anunció el Ministro chileno de Energía, Diego Pardow, en su gira europea de marzo. Quiere atraer más inversores al país y firmó contratos para abrir la futura ruta del transporte. A través de Hamburgo y Rotterdam, el amoníaco y luego también el hidrógeno se traerán desde Chile a Europa como vector energético a partir de 2026. En una columna en Wirtschaftswoche, el ministro declaró: “Alemania puede contar con Chile para su abastecimiento energético”. Suiza también podría abastecerse a través del Rin, y precisamente para ello se va a instalar una nueva terminal en Basilea.
La estrategia chilena del hidrógeno fue redactada por el ex presidente derechista Sebastián Piñera: en un informe de 2020, afirmó que el hidrógeno chileno era el más barato del mundo debido a la situación geográfica del país y que el potencial era enorme.
Desde entonces, la construcción ha continuado, principalmente con fondos privados. El Estado apoya en parte los proyectos con subvenciones y la donación de terrenos públicos.
Las empresas responsables del auge están reunidas en ACERA, asociación comercial de productores y distribuidores de energías renovables. Su directora, Ana Lia Rojas, se reúne con políticos de todo el mundo. En enero de 2023 se reunió con el canciller Olaf Scholz, justo cuando estaba de visita en Chile hablando de energías renovables y elogió un proyecto piloto de Porsche y Siemens de gasolina sintética, también conocida como e-combustible, en el extremo sur del país.
En conversación con
das Lamm, Rojas enumera cifras de crecimiento gigantescas. Solo en 2022 se conectaron a la red nacional 155 nuevas centrales de energías renovables. “Eso equivale a 3.954 megavatios”, subraya la directora. Si las centrales estuvieran en funcionamiento continuo, esta cantidad de energía bastaría para abastecer de electricidad a tres ciudades del tamaño de Zúrich durante todo un año. Son buenas cifras, dice Rojas, porque hacen posible que Chile cierre centrales eléctricas de gas y carbón, perjudiciales para el medio ambiente.
Pero también es consciente de las críticas al rápido crecimiento. Preguntada por las protestas de los vecinos, Rojas afirma: “Los principios de ACERA prevén un crecimiento respetuoso con el medio ambiente”. Pero todas las actividades humanas tienen un impacto en el medio ambiente, señala. “La cantidad de tierra que necesitamos para sustituir la energía del carbón sólo en Chile es monumental”. Para ello se necesitarían 300.000 hectáreas de terreno, más de cuatro veces la superficie utilizada hasta ahora. Para resolver el problema, tendría que haber un consenso social sobre dónde deben construirse proyectos de energías renovables y dónde no. Y es precisamente esta regulación por parte del Estado lo que ha faltado por completo hasta ahora. En abril de 2023, el Gobierno actual empezó a organizar las primeras reuniones con las comunidades locales para "desarrollar una estrategia energética común", como se denomina oficialmente.
Primero actuan, luego preguntan
"Sólo ahora, cuando ya hay cientos de proyectos en marcha, se quiere implicar a la población y elaborar normas", critica Lucío Cuenca, un experto ambientalista chileno. Cuenca trabaja en la organización ecologista OLCA, Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, en Santiago.
Durante años, se ha podido observar cómo se ha ampliado la red eléctrica chilena y las energías renovables, dice Cuenca. “Mucho más allá de las necesidades reales”, añade. “El objetivo siempre ha sido exportar energía, primero por líneas a los países vecinos y ahora a Europa”.
El activista de larga trayectoria ve un problema fundamental en la economía chilena: “Durante décadas, la naturaleza ha sido explotada para la exportación de materias primas, lo que ha provocado una gran alteración de los ecosistemas locales”. Localidades como La Estrella, que ya están sufriendo con una industria, se enfrentan ahora a más proyectos. Y esto es sólo el principio, dice: actualmente está prevista la construcción de nuevas instalaciones portuarias, plantas de producción y desalinizadoras de agua en todo el país para la exportación de hidrógeno. “Apenas se toman en cuenta las consecuencias ecológicas de esto”.
“Estamos pagando la transición energética del Norte Global”, resume el ambientalista Cuenca. No se habla de menor consumo de energía, sino que intentan con todas sus fuerzas mantener la prosperidad del Norte Global. Cita como ejemplo la prueba piloto de combustible "verde" realizada por Siemens y Porsche. “Se supone que ese combustible alimentará los coches de carreras de Porsche”, dice Cuenca, deteniéndose y haciendo una mueca para mostrar la ironía de la historia.
Se destruye la reputación
Osorio conduce su pequeño Suzuki hasta su casa, no lejos de donde están las colmenas. “Conozco bien la zona y sé a qué flores se dirigen mis abejas”. Son plantas silvestres principalmente, porque apenas hay agricultura en la zona.
Osorio teme por sus abejas. Se va a construir una nueva línea de alta tensión en las inmediaciones de su casa. Con estudios científicos de la Universidad chilena de Talca, Osario demuestra que la tensión magnética de las líneas puede provocar la desorientación y muerte de las abejas. En La Estrella, la industria se extendería sin prestar atención a la población local, afirma.
No se refiere sólo a las empresas energéticas. En realidad, La Estrella es conocida por su industria porcina. El olor acre de esta industria se cierne sobre el pueblo como una espesa alfombra. Es un problema contra el que Osorio y sus compañeros llevan años luchando. Más de medio millón de cerdos se crían en establos en la comuna, según un reportaje televisivo de 2019.
Por muy diferentes que parezcan a primera vista, el lugareño Osorio ve conexiones entre la industria energética y la ganadería porcina. “Los operadores no involucran a la población local, apenas pagan impuestos en la comuna y emplean sobre todo a trabajadores de afuera. Simplemente se aprovechan de la ubicación favorable de una comuna empobrecida en relativa proximidad a la gran ciudad de Santiago”.
Pueblos como el de Osorio son los que sufren. Cree que sería estupendo adecuar el desarrollo a las necesidades de la población. Habría otros lugares suficientes para poner generadores de energía renovable: “¿Por qué cerca de las casas?”, se pregunta. El diálogo, sin embargo, apenas parece posible. Quienes, como Osorio, se oponen a las acciones de las corporaciones, se enfrentan a la represión. “Unimos fuerzas con otras personas de la comuna. Poco después de activarnos, la administración municipal nos despidió a mí y a otro compañero de trabajo”. Desde entonces no ha podido conseguir trabajo; el alcalde de entonces, dice Osorio, se encargó personalmente de destruirle su reputación.
La represión parece funcionar, las críticas, en cambio, apenas encuentran eco: en febrero de 2023, el Gobierno nombró a La Estrella como centro de energías renovables en Chile. Sólo en el municipio hay seis proyectos en planificación o ya en construcción.
Traducido para el OLCAFuente:
https://daslamm.ch/gegen-windmuehlen/1302