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Conflictos ambientales en Argentina
elmostrador.cl
- 4 de Agosto del 2006
Raúl Montenegro, Nobel alternativo 2004:
'Quien tenga una central nuclear que asuma que vendió seguridad al diablo'
por
Lino Solís de Ovando G.
En medio del debate nacional por una posible central nuclear, experto trasandino afirma que ''el país que construya una central nuclear de potencia debe asumir que vendió su seguridad al diablo. Va a tener que gastar una parte enorme de su presupuesto para una relativa protección. Centrales no han sido diseñadas todavía para resistir el choque de un gran avión comercial'', alerta este académico de la Universidad de Córdoba.
''La inteligencia de los países se mide por lo alejado que están de la energía nuclear'', sentencia el argentino Raúl Montenegro, premio Nobel alternativo 2004, quien lamenta que en Chile se haya instalado un interés transversal en los políticos por estudiar la posible construcción de una central nuclear de potencia.
Montenegro, quien recibió el conocido premio junto al chileno Manfred Max Neef, se desempeña actualmente como profesor de biología evolutiva en la Universidad de Córdoba, Argentina, labor que desarrolla en forma paralela a sus constantes denuncias ambientales, como fue el caso de los glaciares de Pascua Lama y las papeleras en la frontera con Uruguay.
Este último ámbito mantiene en alerta su mirada panóptica hacia Chile. Se le escucha apesadumbrado por el teléfono, luego de acceder a hablar en exclusiva con El Mostrador.cl. Montenegro sabe de energía nuclear y no puede creer “que un país ten serio como Chile esté pensando en hipotecar su tranquilidad“.
Montenegro mantiene actualmente una pugna con el Estado argentino, debido a las emanaciones de la planta de uranio de Córdoba. A juicio del presidente de la Fundación para la Defensa del Ambiente (Funam), “la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) almacena allí más de 36.000 toneladas de residuos radiactivos de baja actividad, sin membrana y sin sistemas de contención, los que están contaminando desde hace años el suelo, las aguas subterráneas y el aire".
El académico detalló que desde 1952 se procesaron en ese sitio "18.000 toneladas de mineral de uranio" y que los residuos "tienen un contenido promedio de 250 partes por millón de uranio (ppm U), además de los materiales que son hijos del uranio, como radio 226, radón 222 y plomo 210, todos radiactivos y cancerígenos".
Carrera belicista
“Lo que es importante ante todo es que es un mito creer que una central de potencia puede solucionar el problema energético. Es cosa de ver el modelo argentino. Tenemos dos: Atucha I (de origen alemán) y Embalse (de origen canadiense y con un reactor CAND1). En conjunto, contribuyen con menos del 10% de la generación eléctrica que se consume en el país“, advierte Montenegro.
El premio Nobel añade que otro antecedente que debiera hacer que en Chile se tome la apuesta nuclear con muchísima calma, es que “luego del accidente de Chernobyl, la política de construcción de centrales nucleares cambió drásticamente. Y el costo que tiene una central con nuevos estándares, por ejemplo, para resistir ataques terroristas, las hacen prácticamente inviables económicamente. Asimismo, creo que es importante analizar los daños colaterales que lleva una decisión de este tipo, tomando en cuenta la pésima decisión de Argentina“.
A juicio de Montenegro, el emplazamiento de Atucha I y Embalse se dio por una razón “binaria“: en primer lugar, de índole militar y, en segundo lugar, energética.
“Argentina pretendía con su programa militar tener independencia. Sin embargo, lo que estuvo subyacente, por lo menos hasta que caen los gobiernos militares, fue la posible utilización bélica del plutonio 239, un material radioactivo que por reprocesamiento se puede obtener del combustible agotado de las centrales nucleares de potencia. Por lo tanto, dentro de esta perspectiva belicista original del programa nuclear argentino, estuvo básicamente bosquejado que hubieran centrales con esta doble finalidad. En el caso particular del reactor CAND1, canadiense, y que está a 90 kilómetros de la ciudad de Córdoba, es uno de los reactores más eficientes para la producción de plutonio 239. Quiero aclarar que ese plutonio tiene una característica especial, y que es tan sensible como el uranio 235, que son los dos materiales con los que trabajan las centrales nucleares“, explicó.
La desafíos post Torres Gemelas
-A la luz de su relato pareciera que la reflexión chilena es un gran error. Sin embargo, se sigue planteando que una posibilidad es instalarla en el norte grande del país. De ser así, ¿se debería colocar en una zona totalmente aislada?
-Hay que distinguir primero lo que es un reactor de investigación, de potencia 0, y lo que es un reactor nuclear de potencia. Estos últimos son los que generan electricidad y que tienen, por lo tanto, gran cantidad de combustible nuclear. En el caso de los reactores nucleares de potencia, si hablamos de un accidente de máxima magnitud, según el criterio ILES de grado siete (Chernobyl), es tan enorme, afecta regiones tan amplias, que da lo mismo donde esté. Sería irrelevante dónde fue construído.
-Sin embargo, las enseñanzas que dejó el accidente de Chernobyl han sido grandes. Los estándares, como usted señala, han sido mejorados.
-Pero es un costo altísimo, sólo asumible por el Estado. Al mismo tiempo, cuando se decide la construcción de una central nuclear, la evaluación de impacto ambiental no va a poder seguir el tratamiento mediocre que se hizo, por ejemplo, de Pascua Lama. Estamos hablando de varios años de impacto ambiental. No del estudio encargado a una consultora y realizado rápidamente. Estamos hablando de años de evaluación y posteriormente de años de construcción.
-Usted se encontraba en Estados Unidos cuando se produce el atentado contra las Torres Gemelas. Dicho suceso, ¿cambió en algo la planificación nuclear?
-Lo cambió drásticamente. Yo estaba dando una conferencia en la Universidad de Georgetown, en Washington. Y de inmediato nos quedó claro que a partir de ese momento se inauguraba la posibilidad de que se dispararan aviones comerciales contra centrales nucleares y contra los depósitos de material nuclear agotado. Eso cambió totalmente el escenario. País que construya una central nuclear de potencia, debe asumir que desde el mismo momento en que la tenga vendió su seguridad al diablo. Va a tener que gastar una parte enorme de su presupuesto para poder tener una relativa protección. Hay que aclarar que las centrales no han sido diseñadas todavía para resistir el choque de un gran avión comercial, hablemos de un tradicional Boeing 747, por ejemplo. Y están mucho menos protegidos los depósitos de combustible de material agotado. De hecho, en el caso de Argentina, las dos centrales tienen acumulados en las proximidades estos materiales, y éste es uno de sus talones de Aquiles.
-En Chile se habla de enterrar los residuos a muchísima profundidad, y en pleno desierto.
-Los residuos pueden ser de tres tipos: baja, media y alta actividad. Lo que dejan las centrales nucleares de potencia, que es lo que se pretendería instalar en Chile, son de alta actividad. Peligrosos por más de 200 mil años. Entonces, cuando hablamos de un repositorio eficiente, es un cuento de hadas. Los residuos tienen que tener primero una barrera de ingeniería, que les permita resistir por lo menos 10 mil años, y luego una barrera geológica, que le permita resistir por lo menos 180 mil años más. En este momento no hay ningún ingeniero que coloque su firma asegurando que un residuo radioactivo vaya a quedar permanentemente almacenado en un repositorio.
Montenegro agrega que para colmo de las dificultades, en la medida en que se potencie el debate por la construcción de una central nuclear se gatillará de inmediato “una reacción bastante fuerte de los países limítrofes, porque en caso de accidente el impacto no queda sólo en Chile. Y con el agravante de que se debería colocar la central cerca de fuentes de agua que son claves no sólo para Chile“.
Actualmente Bolivia carece de esta energía y Perú sólo tiene un reactor experimental, construído con anterioridad a las centrales argentinas.
“Por todo lo anterior, Chile no debe igualar el error enorme que cometió Argentina“, finalizó Montenegro.
lsolis_deovando@elmostrador.cl
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