Proyecto minero Pascua Lama

Denuncian que Barrick Gold usa mercenarios en Chile
El guerrillero de Barrick Gold

Fuente: www.elciudadano.cl, 30/11/2009

Relacionado:

Extraños hechos hace años asolan a los defensores del valle del Huasco. En las vísperas de movilizaciones una mano extraña suelta tuercas de las ruedas de sus autos o impide la transmisión de la única radio contrario a la minera. Si bien no hay pruebas que incriminen a alguien, Claudio Espínola Robles, un joven que pasó del rojo frentista al naranja de Barrick Gold hace tiempo les toma fotos en las marchas y recorre el valle del Huasco borrando murales.

El par de carabineros que hacían ronda la noche del 29 de marzo del 2007 pasado en El Tránsito, Alto del Carmen, soñaron con el ascenso de sus vidas. A un borde del camino sorprendieron a un sujeto pasado que festejaba con aguardiente el Día del Joven Combatiente. Cuando lo llevaron a la Comisaría para el control de identidad, grande fue la sorpresa de los policías al abrir el prontuario del tipo que estaba borracho ante ellos. Rápidamente desenfundaron sus armas, esposaron con cuanto grillete hallaron al individuo y llamaron a Vallenar, donde se dispuso el arribo de un peligroso subversivo.

Se trataba de Claudio Espínola Robles, ex miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, formado en milicias urbanas a fines de los ’80, protagonista de diversas recuperaciones, lo que lo llevaron a la cárcel a principios de los ’90 acusado de asociación ilícita.

Espínola insistía en que trabajaba para Henry Martínez, que lo llamaran y daría las explicaciones del caso. El mayor de la Tercera Comisaría de Vallenar, Jaime Peralta, fue a ver a Martínez, superintendente de Desarrollo Sustentable de Barrick Gold, quien le dijo “el trabaja para mí”.

Sin contrato ni sueldo, cada cierto tiempo Espínola recibe su paga de la minera, en una relación que tiene desde mediados del 2005. Una cliente de la contadora Teresa Bilbao de Vallenar, dice haber visto en una ocasión una boleta a su nombre por 3 millones de pesos, cuyos servicios eran detallados como “descontaminación visual”.

HIJO DE LA TRANSICIÓN

Claudio es el hijo menor de un obrero y una dueña de casa de la población La Castrina, comuna de La Granja, y junto a sus dos hermanos, Jorge y Carlos, integraron el FPMR, a fines de los ’80.

Jorge estuvo en El Salvador instruyéndose en guerrilla, conocimiento que compartió con Carlos y Claudio siendo estos adolescentes. Luego fundaría el Ejército Popular de Liberación Nacional (EPLN), integrado por miristas, frentistas y lautaristas desencantados. Carlos se suma a sus filas pocos años antes de que algunos de militantes del EPLN derivaran en asaltos armados y protección a narcos.

Los conocimientos operativos de Carlos para neutralizar objetivos, evitar intercepciones telefónicas y rastreos policiales los aplicó en su nueva carrera, la que tuvo su investidura cuando disfrazado de anciana en silla de ruedas asaltó un camión de valores en junio de 1997 en San Miguel.

A los dos años caería detenido luego de enfrentarse a detectives. Además de los asaltos, lo buscaban por la muerte de un carabinero en un enfrentamiento ocurrido en 1996. La sentencia fue cadena perpetua, pese a que existen dudas respecto de su real responsabilidad en el hecho. En el penal ha sido golpeado por los gendarmes, sufrió torturas y amenazas de muerte de narcos.

Jorge fue apresado en 1992 y condenado por delitos de la ley antiterroristal el 2004 sería indultado en su calidad de preso político. Tras vivir un tiempo en La Granja, los papeles manchados, las puertas cerradas a posibles trabajos y los giros de la transición hicieron que Jorge se fuera Vallenar donde prosperó en el negocio de venta de huiros.

Claudio seguiría su rumbo. Un abogado que conoce a la familia cuenta que como “tenía una muy buena llegada con la gente y a fines de los ’90 se dedicó a asaltar grandes distribuidoras, por lo que estuvo preso muy poco tiempo. Su preparación militar escasa, no es de los más preparados”.

Claudio se instaló en una casa de la calle Sargento Aldea y comenzó a ofrecerse como guía de excursiones cordilleranas. Jorge compró un terreno en las afueras de Vallenar, donde puso un camping.

La claridad del cielo nortino y el ecoturismo reemplazaron su antigua pasión de justicia social, pero su experiencia en tácticas de guerrilla y lucha subversiva no pasaron inadvertidas para una minera que planeaba desde décadas hacerse con los recursos del valle.

EL MERCENARIO

Barrick Gold ha desplegado desde hace casi una década un intenso trabajo en la zona cordillerana de Copiapó con antropólogos, ingenieros forestales y asistentes sociales para convencer a los lugareños de las bondades de su proyecto. Pero la extracción de oro, plata y cobre requiere reforzar la seguridad de su accionar en la zona, aún más con el rechazo de grupos ambientalistas.

“A fines del 2006 se producen cambios en la estructura de la minera previendo posibles escenarios y amenazas potenciales, lo que la hace funcionar como una estructura partidaria”- comenta un testigo de dicho proceso.

Por aquella época a Claudio no le va muy bien en sus emprendimientos. Un amigo suyo cuenta que en lo vio solicitando dinero para poder viajar a Santiago al diputado Alberto Robles. Pero al tiempo se encuentra nuevamente con Espínola, quien ya luce un mejor pasar.

Barrick habría contactado primero a Jorge, quien comienza a realizar asesorías para la minera. Ya el 2006, Claudio organizaba charlar de seguridad para los funcionarios de dicha empresa y se promocionaba como parte de un grupo de alta montaña. “Llevaba a la gente a los macizos cordilleranos y tomaba fotos con la bandera de Barrick, las que luego aparecían en las publicaciones de la empresa”- cuenta un ambientalista de la zona.

“La empresa necesita tener a alguien que tenga vínculos con organizaciones de izquierda, que conozca y se entere de lo que pasa en la resistencia a Pascua Lama, además la experiencia militar de Claudio se suma a su potencial aporte a la minera”- comenta otro activista ambiental del valle del Huasco.

Diversas fuentes concuerdan en que el 2008 la relación entre la minera y Claudio Espínola ya es sólida. Paredes contó que el 2008 se encontró con Claudio en Vallenar y le contó “que trabajaba para Barrick en el área de recursos humanos como relacionador público, ya que destacan sus cualidades para llegar a los grupos sociales. No creo que se preste para un trabajo sucio, sólo sé que ayudó a negociar algunas cosas”.

UNA FOTITO

Pero ya el 2005 muchos activistas contra Pascua Lama ven a Claudio ir a las actividades que realizan a tomar fotos. “Luego de una marcha en defensa del agua el 2007 fui a hablar para unos permisos a la comisaría y mientras me tramitaban me fijé que en el escritorio del policía estaban las fotos de casi todos los participantes de actividades en la zona”- recuerda uno de los participantes de dichas protestas.

Cuando sus acciones pasaron a ser sospechosas para los defensores del agua de la zona, Espínola contactó a Jorge Guerrero, activista de Vallenar, para decirle que tenía la capacidad para “preparar gente” cuando lo necesitaran.

Por aquella fecha comenzaron extraños accidentes y atentados que pusieron en peligro la vida de activistas contra la minera, hechos que coincidían con momentos claves del conflicto. Así sucedió con el ataque que sufrió la sede del Juntos Podemos en Vallenar, ubicada en calle Marañon 923, donde se reunían los activistas por la defensa del valle. Rotce Gonzáles, propietario del inmueble, cuenta que “para un momento de movilización, como lo fue la tramitación de los permisos ambientales para el proyecto por parte de la Comisión Regional del Medio Ambiente, nos rompieron vidrios y se tiró aceite de autos a la fachada de la casa”.

EL SILENCIAMIENTO

En la radio Profeta, propiedad del obispado de Copiapó, se emiten a cada rato mensajes de la Pastoral Salvaguarda de la Creación que advierten a la población sobre los daños ambientales y sociales de proyectos mineros como Pascua Lama. Además, en cada ocasión que hay movilizaciones se convoca a la ciudadanía y se hacen despachos en directo de la actividad.

La radio tiene cobertura en Vallenar, Huasco, Freirina y Alto del Carmen, donde es la única emisora local que tiene recepción. Pero en cada víspera de movilizaciones algo extraño ocurre. El sacerdote Mauricio Arancibia, quien por años estuvo a cargo de dicha radio cuenta que “nuestra radio es la que ha dado cobertura al problema del agua y los daños de las mineras y cubierto las marchas en defensa del valle. Siempre se nos ataca en fechas antes a marchas y actividades. En una ocasión la señal fue muteada en Alto del Carmen, cosa que hicieron poniendo un trasmisor que se encendía y bloqueba nuestra señal”.

A fines del 2005, de madrugada un grupo de desconocidos ocasionaron serios daños al medidor de la Planta de dicha radio, provocando el corte de suministro de la energía eléctrica y la caída de la transmisión en toda el área cordillerana.

El último atentado ocurrió el viernes 21 de agosto de este año, cuando fueron robados los cables coaxiales ubicados en el cerro las antenas de Vallenar. “Dejar de transmitir en Vallenar es clave y daña la transmisión al interior. La única radio que ha sufrido estos atentados somos nosotros. La denuncia se ha hecho, pero nunca se ha resuelto algo”- comenta Arancibia. El costo de reparación son 4 millones de pesos.

TUERCAS SUELTAS

Un gran susto pasó el dirigente de los huascoaltinos, Sergio Campusano cuando bajaba hacia Vallenar el 2007. Las tuercas de las ruedas traseras de su camioneta habían sido soltadas y con destreza pudo controlar el vehiculo. Pero el hecho no sólo le ocurrió a Campusano, sino que como una maldición se repite en cada momento álgido de la lucha contra Barrick.

También le pasó al antiguo párroco de Alto del Carmen, Guido Castagna, quien tuvo el mismo problema con las ruedas delanteras de su camioneta en un trayecto entre Copiapó y Vallenar. “En tres oportunidades la ruedas delanteras de distintos vehículos en que me he desplazado casi me cuestan accidentes – cuenta Castagna - Una vez se rompió la rotula, en otra vez ocasión pasó que se soltaron unas tuercas de las ruedas delanteras. No tengo elementos para acusar a nadie, pero el mecánico que miró me dijo que era muy extraño”.

En otra ocasión el cura andaba en una camioneta nueva y a los dos meses ocurrió nuevamente el problema, esta vez con las tuercas internas de la rueda delantera. El hecho le ocurrió también al dirigente de los regantes, Mauricio Ríos y a unos periodistas canadienses que preparaban un reportaje sobre Barrick Gold.

Pero las tuercas sueltas que pudieron haber causado más daño fueron las de un bus que trasladaba a activistas para una concentración por la defensa del agua realizada en Alto del Carmen el 2007. Entre los defensores del valle comentan que “nuestra maldición es que no sabemos apretar tuercas”.

BRIGADA DE LIMPIEZA

Si bien la mano invisible detrás de estos atentados no ha dejado huellas, la mano que recorre los caminos cordilleranos y la ciudad de Vallenar borrando las consignas contra Pascua Lama hace tiempo fue descubierta.

Según informaciones policiales, Claudio Espínola reclutó a Chino León y Cristián Álvarez, personajes ligados al narcotráfico de Vallenar, para armar un comando dedicado a borrar el rechazo a Barrick en el valle del Huasco. Entre el 2005 y 2006 pasaban una vez al mes tapando los rayados y murales contrarios a la minera con pintura naranja, color que Barrick ha hecho suyo en la zona.

Félix Guerrero, habitante de Alto del Carmen, recuerda que en una oportunidad sorprendió al grupo borrando un mural que había pintado a un costado de su casa. “Ya antes me habían borrado otros murales y en una tarde los veo borrando el muro que pinté en rechazo a la minera – cuenta Guerrero- Los encaré porque no tenía que meterse en propiedad privada y me dijeron que los mandaban. Les dije que era mi muro y que pongo lo que quiero”.

Fue tanta la rabia de Félix que agarró el tarro de pintura que portaban y se lo tiró a Claudio Espínola, mientras sus secuaces arrancaban. Luego de años de trabajar clandestino, Claudio por fin exhibía en su pelo y cabeza el color de su nueva militancia.

Mauricio Becerra R.
El Ciudadano