Industria de Celulosa en la cuenca del Río Itata

Fuente: latercera.cl 28-08-2005

El mismo presidente de la empresa, Alberto Etchegaray, ha encabezado la estrategia
Celco aumenta lobby para evitar que errores de Valdivia se repitan en Itata

Estrecha relación con la comunidad, entrega de información y aportes como financiamiento de un estadio o programas de capacitación de profesores, son algunas de las medidas de Celco para no llegar a la situación crítica que vivió la planta de Valdivia.

Luis Fromin

A contar de septiembre los habitantes de la localidad de Ránquil, Octava Región, verán lo que parecía una ilusión: el inicio de las obras de un estadio con galerías. Los más de cinco mil habitantes de la comuna no sólo están viviendo este "milagro". También han visto cómo una nueva escuela reemplazó en agosto a la que se había quemado, cómo se presentan obras de teatro y orquestas sinfónicas o se capacita a los docentes.

El origen de este renacer tiene un nombre: Celulosa Arauco y Constitución (Celco). La empresa del grupo Angelini aprendió a golpes, con su planta de celulosa Valdivia. Allí la muerte y migración de los cisnes de cuello negro del humedal aledaño a la fábrica generó una arremetida ciudadana y de las autoridades ambientales que implicó la paralización de la planta e incluso la tuvo al borde del cierre definitivo.

Para evitar que su complejo Nueva Aldea -ubicado en la confluencia de los ríos Ñuble e Itata y que implica una inversión de unos US$ 1.400 millones- sufra los mismos avatares que Valdivia, la compañía del grupo Angelini ahora se esfuerza, como nunca, por hacer un trabajo de joyería con los habitantes y autoridades del valle de Itata -al igual que en Valdivia- y de las comunas por donde pasará el ducto con desechos líquidos del megacomplejo industrial rumbo a la costa. La oposición allí también ha sido fuerte: viñateros y agrícultores en general temen que la planta de celulosa en construcción, que entrará en marcha a fines del primer semestre de 2006 y ya lleva 43% de avance en sus obras, contamine sus cosechas. Los vecinos de la costa reclaman porque el ducto al mar que la firma de Angelini planea construir para evacuar sus riles contaminará la zona (ver recuadro).

Por esto el lobby de Celco en la zona de Ránquil ha sido total. Alberto Etchegaray, presidente de la firma; Matías Domeyko, su gerente general; Manuel Bezanilla, su abogado; Mario Urrutia, gerente del proyecto Nueva Aldea, o Gunars Luks, gerente de la planta de celulosa, son cara conocida para alcaldes y vecinos de la zona.

"Obviamente, las lecciones aprendidas de ese proyecto (Valdivia) son muy importantes dentro de la compañía. Trabajamos con todas las comunidades para tener una relación transparente y una organización que dé garantías a cada una de ellas", dice el gerente de la planta de celulosa Nueva Aldea, Gunars Luks.

Entre las comunidades abordadas están la mencionada Ránquil (donde se construye la planta), Portezuelo, Coelemu, Quillón, Cobquecura y Trehuaco, por donde saldrá el emisario submarino. El estudio ambiental respectivo lo está elaborando Celco.

Overoles y vides

Luks distingue entre el plan de compensación de la planta Nueva Aldea, que está acordado y acotado con la autoridad medioambiental, y la política independiente de cooperación y desarrollo con la comunidad.

Mientras en el primer caso están, por ejemplo, la entrega de dos multicanchas -una en Portezuelo y otra en Trehuaco- o la donación de más de 100 mil plantas de viñas de cepa fina a pequeños agricultores; en el segundo hay un proyecto para fabricar ropa de trabajo para mil trabajares de Celco en comunas vecinas.

La estrategia post-Valdivia implicó que la empresa se reuniera con más de 150 dirigentes de organizaciones sociales, muchas veces acompañados de asesores de Tironi & Asociados, para informarles de la planta y el ducto. Pero el trabajo de joyería no ha tranquilizado a todos.

El empresario vitivinícola Fernando Giner, dueño de la Viña Casas de Giner, no ve con buenos ojos la planta Nueva Aldea. Sobre todo porque está a sólo 1.500 metros de sus plantaciones de uvas. "Etchegaray ha venido dos veces y le mostré la viña. La última vez vino tipo junio o julio, junto a un asesor de Tironi. Pero, al final, no me dio ninguna garantía de que nada pase", dice Giner, quien tiene 200 hectáreas en la zona y ha invertido US$ 5 millones en tecnologías para las plantaciones. Se queja porque sus cepas finas y su negocio de exportación de vinos podrían arruinarse.

Y por lo mismo pidió al abogado y director de Celco, Manuel Bezanilla, cambiar el nombre original de la planta de celulosa, Itata, para cuidar la denominación de origen de la zona. Una solicitud que después también hizo la asociación Itata Wine y que fue acogida por Celco. Para Giner eso no basta: "¿Qué pasará cuando el aroma de los eucaliptos lo reemplacen los malos olores de la planta?".

Gunars Luks estima que con la buena relación que hay con la comunidad se podrán buscar soluciones a eventuales problemas. Pero los temores existen desde antes de la nueva política de Celco. Los agricultores quedaron sorprendidos por la rápida venta que hizo la Fundación Chile hace unos siete años de un predio, donde desarrollaba cepas de última generación, a Celco. Cuando trascendieran los planes de la planta, los agricultores de la zona contrataron al abogado medioambientalista Alex Quevedo, quien inició varias acciones legales. Y si bien el jurista, quien también representa a la Municipalidad de Chillán, admite que no se pudo detener por la vía judicial la construcción del megaproyecto, se logró que la compañía lo modificara. Hoy sus representados no buscan parar la planta, sino acelerar los plazos para que se construya el emisario que va al mar y así no se boten desechos al río; que se den garantías que cuiden la zona y se mejoren los controles.

Para Quevedo, la fábrica golpeará a los agricultores y viñateros dedicados a la exportación. Y explica que las actuales certificaciones de productos alimentarios de Europa no sólo castigan cuando se produce en zonas contaminadas, sino también en áreas en riesgo de contaminación. "Y tener una planta de celulosa al lado cae dentro de esa situación", añade el abogado, quien también representa a la familia Valdés.

Precisamente, Félix Valdés hijo estima que el riesgo de contaminación es alto para sus 30 hectáreas, donde se cultivan arándanos, peras asiáticas y baby kiwi: "La empresa no se nos ha acercado, sólo nos invitaron a unos foros hace como un año".

El trabajo de Etchegaray y su equipo en Itata, no obstante, está dando frutos. Ricardo Poblete, ex gerente del proyecto de cepas finas de Fundación Chile y hoy dueño de plantaciones de uva en la confluencia del Itata y el Ñuble, estima que la actitud de Celco ha sido favorable desde antes del caso Valdivia. Cuenta que la firma dejó algunos viñedos del proyecto de la f0undación para que los productores observen que no hay daño. "Además, ha hecho convenios con el Indap y el SAG para regalar vides a los productores chicos", dice.

En posturas también menos negativas está el alcalde de Chillán Viejo Julio San Martín, quien afirma que está alerta ante situaciones de contaminación que puedan afectar su localidad, pero también reconoce que la firma absorbe mano de obra de la zona.

Definitivamente a favor, por ejemplo, está el edil de Ránquil, Benito Bravo. Esa autoridad no se complica al afirmar que fue el único alcalde a favor desde el comienzo. Y relata que antes de la planta Celco, la realidad de la comuna era desalentadora: sólo se producía vino y la cantidad de población venía bajando. Bravo, quien se ha reunido un par de veces con Etchegaray, afirma que hoy casi no existe cesantía y que la comunicación con la empresa es muy fluida.

"Tenemos reuniones mensuales. Además, se relacionan con las organizaciones sociales. Nos regalaron la Escuela Nueva Aldea, que sólo en inversión implicó $ 300 millones, y en septiembre comienza la construcción del estadio. Además, nos han entrado $ 300 millones por derechos de construcción de la planta y tenemos un acuerdo para que se saquen acá los permisos de circulación". Para este alcalde, Celco es su aliado.

Celco revela salida del ducto al mar de Itata

Aunque se evaluó más de una alternativa, la planta Nueva Aldea ya tiene definido por dónde irá el ducto que sacará sus riles al mar.

"Irá por la ribera sur del río Itata hasta cerca de la costa. Ahí cruzará a la ribera norte, hacia la comuna de Trehuaco, donde entrará al mar", dice Gunars Luks, gerente de la planta.

Esta definición, ya informada a las comunidades, es lo que ha levantando el interés y, en algunos casos, la oposición de representantes de las comunas costeras.

Pese a las visitas de Alberto Etchegaray y su equipo, el alcalde Cobquecura, Julio Fuentes, se ha convertido en uno de los críticos del proyecto de emisario. Recuerda que sólo en mayo pasado la empresa informó que el ducto saldría unos kilómetros más al sur de este balneario.

Tras escuchar los argumentos de la empresa y la oposición de ecologistas, nació el comité Salvemos Cobquecura para oponerse al actual plan del emisario. En la organización temen que las corrientes contaminadas lleguen hasta las playas de la zona o afecten un santuario de lobos marinos.

Pero esa no es la única agrupación. Un grupo de surfistas dio vida a Acción por el Mar. Pablo Carrasco, director, afirma que si bien la entidad al principio fue integrada sólo por esos deportistas, preocupados por el eventual impacto en sus olas predilectas, luego se abrió a otros interesados en proteger el lugar.

También se está movilizando Proplaya, entidad nacida antes del tema Itata. Uno de sus miembros, José Ignacio Saavedra, afirma que hoy, además de tener un grupo legal que estudia el caso, también habrían conseguido un apoyo de la Universidad de Yale y un apadrinaje del abogado Fernando Dougnac.


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