Conflictos ambientales en Colombia

Fuente: www.latinoamerica-online.it , (09/06/05)

Embalse provoca daño ambiental

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Por Suzanne Timmons

Si pueden evitarlo, los habitantes de la pequeña ciudad colombiana de Sibaté, a unos 30 km de Bogotá, no salen después de oscurecer. No es el temor a las pandillas urbanas, a los narcotraficantes o incluso a los actores armados de la larga guerra civil lo que los encierra en sus casas. Son los zancudos. Muchos días ocurre que, al ponerse el sol sobre el embalse del Muña, en las afueras de Sibaté, en el departamento de Cundinamarca, descienden enjambres de zancudos que obligan a la población a refugiarse tras puertas con mallas y bajo mosquiteros. ''En Sibaté no hay restaurantes para cenar, sólo para almorzar'', dice Orlando Guaqueta, quien, como otros sibateños, puede presentar una larga lista de actividades que los zancudos han hecho imposible realizar. ''Uno no puede ir a un espectáculo deportivo en la noche'', dice otro lugareño. Puertas adentro, las familias combaten a los zancudos con insecticidas, pero no pueden estudiar, leer o dormir en paz. ''El ruido de los zancudos es infernal'', se queja un lugareño. ''Tienes que encerrarte en el toldillo [mosquitero] para ver la televisión'', dice otro.

Los zancudos, que se reproducen por millones en los jacintos acuáticos que crecen en el embalse del Muña, que tiene una superficie de 711 Ha, son sólo uno de los varios problemas ambientales y de salud que plagan Sibaté desde hace décadas. Como una ''cloaca abierta'', el embalse ha traído no sólo zancudos, sino también ratas, olores pútridos y altos índices de enfermedades gastrointestinales, respiratorias, dermatológicas y de otra índole. Los problemas se originaron en una decisión tomada en los años 40 para desviar el río Bogotá de su cauce natural y bombearlo a través del Muña para suministrar agua para la generación de electricidad. Al principio, el Muña atrajo turistas que buscaban deportes acuáticos y recreación, pero en los años 70 se produjo algo no previsto. Las comunidades que vivían a lo largo del río Bogotá crecieron más rápido que la capacidad de las autoridades para construir plantas de alcantarillado o regular la contaminación ambiental. Hoy, el río corre cargado de desechos industriales, metales pesados y aguas servidas provenientes de Bogotá y otras ciudades.

El conflicto de Sibaté opone una comunidad de más de 30,000 habitantes, que lucha por defender su calidad de vida, a los intereses económicos y la política gubernamental. La empresa eléctrica EMGESA -controlada por la española ENDESA pero de propiedad mayoritaria de la Empresa de Energía de Bogotá (EEB)- opera dos plantas generadoras alimentadas por el Muña bajo una concesión otorgada en 1997. Antes de eso la EEB poseía las plantas. ''Nosotros en ningún momento solicitamos que nos bombearan el agua [a través del Muña], ni nadie nos pidió autorización'', dice Alfonso González, concejal de Sibaté, reflejando las quejas de otros sibateños respecto a que la generación de electricidad trajo a su comunidad la contaminación del río Bogotá. En 1987, Sibaté realizó su primer foro sobre los problemas en el Muña. Desde entonces, la ciudad ha apelado a las autoridades ambientales, promovido audiencias parlamentarias, enjuiciado por daños y medidas correctivas, y protagonizado manifestaciones pacíficas. >Como resultado, EMGESA y EEB han gastado unos US$8.5 millones para atender las quejas. No obstante, ''la contaminación en Sibaté no se ha reducido en lo más mínimo'', dice Guaqueta.

El gobierno, entretanto, ha elaborado un plan de $2.5 millardos para limpiar el río en el curso de los próximos 15 años, una espera demasiado larga para tener un ambiente limpio, dicen algunos habitantes. Por su parte, los sibateños están presionando por una solución más controvertida: una orden para que EMGESA no siga bombeando agua de río a través del Muña. Tal opción, que EMGESA y el gobierno rechazaron, privaría a la red nacional de electricidad de un 5% de la capacidad de generación instalada. EMGESA dice que cerrar sus dos plantas crearía $10.6 millones en pérdidas anuales, y advierte de un mayor riesgo de apagones, alzas en las tarifas, más contaminación en las comunidades adyacentes cuando el río vuelva a su cauce natural, y contribuciones al calentamiento global a medida que los generadores a gas reemplacen las plantas hidroeléctricas. Asimismo, el cierre de las plantas socavaría la confianza de los inversionistas, dice EMGESA, pues la empresa tiene derechos para operar las plantas hasta el 2018. EMGESA rechaza las afirmaciones de Sibaté de ser responsable de los problemas de la ciudad, especialmente porque la contaminación del río Bogotá empezó mucho antes de que la empresa ganara la concesión. ''La problemática del embalse del Muña no se origina por el bombeo [de agua] que se realiza para la generación de energía, sino por la calidad del agua del río Bogotá, sobre la cual EMGESA no tiene responsabilidad alguna'', dijo un comunicado de la empresa en abril. En la resolución más reciente sobre la cuestión, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), responsable de la gestión y protección de los recursos medioambientales del departamento, dio el 28 de marzo un plazo de 18 meses para que EMGESA, EEB y el Acueducto de Bogotá ejecuten medidas ambientales específicas para reducir la población de zancudos. Si la medida no se cumple, la CAR obligará a EMGESA a dejar de bombear el agua del río Bogotá a través del embalse.

Noticias Aliadas - 9/6/2005

Fuente: www.latinamericapress.org , (09/06/05)

COLOMBIA - Resevoir causes environmental damage

Suzanne Timmons

For many residents, quality of life is pitted against economic interests.

If they can avoid it, residents of the small Colombian town of Sibate, roughly 30 kilometers (20 miles) outside of the capital, Bogota, do not go out after dark. It is not for fear of urban gangs, drug traffickers, or even the armed protagonists of Colombia’s 40-year-old civil war that keeps them indoors. It is the mosquitoes.

On many days, as the sun sets over the 711-hectare (1,757 acre) Muña reservoir in Sibate, in the department of Cundinamarca, hordes of mosquitoes descend, forcing residents to seek refuge behind screen doors and under mosquito nets.

"In Sibate, restaurants are not open for dinner, only for lunch," says Orlando Guaqueta, who, like other Sibateños, can provide a long list of activities the mosquitoes have rendered impossible. "You cannot go to sports events at night," another local says.

Indoors, families fight the mosquitoes with insecticides, but they cannot study, read or sleep peacefully. "The noise of the mosquitoes is hellish," one local complains. "You have to wrap yourself in a mosquito net just to watch television," says another.

The mosquito invasion

The mosquitoes, which breed by the millions in water hyacinth growing in the Muña reservoir, are just one of several environmental and health problems that have plagued Sibate for decades. An "open sewer" in their backyard has brought not only mosquitoes, but also rats, putrid odors, and high indices of flu, and gastrointestinal, respiratory, and dermatological disorders.

The problems originate in a 1940s decision to re-route the Bogota River away from its natural course and pump it through Muña to provide water for electricity generation.

At first, Muña drew tourists seeking water sports and recreation, but in the 1970s, an unexpected byproduct of the electricity plan developed. Communities living along the Bogota River grew faster than authorities were able build sewage plants or regulate industrial pollution. Today, the river runs thick with industrial waste, heavy metals and raw sewage as Bogota and other towns dump untreated waste into the river.

Sibate’s conflict pits a community of more than 30,000, struggling to defend its quality of life against economic interests and government policy. Electricity generation company Emgesa — controlled by Spain’s Endesa but majority-owned by city utility Bogota Energy Company, (EEB) — operates two generation plants fed by Muña under a 1997 concession. Before that, EEB owned the plants.

"We never asked that they pump water (through Muña) nor or did anyone ask our permission," says Sibate councilman Alfonso González, echoing other Sibateños’ complaints that electricity generation brought the Bogota River pollution unbidden into their community.

In 1987, Sibate held its first forum on the troubles at Muña. Since then, the town has appealed to environmental authorities, promoted congressional hearings, sued for damages and corrective measures, and held peaceful demonstrations.

As a result, Emgesa and EEB have spent roughly US$8.5 million to address the complaints. Nevertheless, "The pollution in Sibate has not been reduced in the least," says Guaqueta.

Cleaning plan

The government, meanwhile, has drafted a $2.5 billion plan to clean up the river over the next 15 years, far too long of a wait for a clean environment, some residents say. Instead, Sibateños are pressing for more a controversial solution: an order to stop Emgesa from pumping river water through Muña. That option, which Emgesa and the government rejected, would deprive the national electricity grid of some 5 percent of installed generation capacity.

Emgesa says shutting down its two plants would create $10.6 million in annual losses and warns of an increased risk of power cuts, hikes in electricity rates, and additional pollution in nearby communities as the river resumes its natural course. Additionally, the plants’ closure would undermine investor confidence, Emgesa says, as the company has rights to operate them until 2018.

Emgesa rejects Sibate’s claims that it is responsible for the town’s problems, especially since the Bogota River pollution began long before the company won the concession. "The Muña reservoir’s problems are not caused by pumping (water) for electricity generation, but by the Bogota River’s water quality, and Emgesa is not responsible for that whatsoever," said a statement from Emgesa in April.

In the most recent ruling on the issue, the Autonomous Regional Corporation of Cundinamarca (CAR), responsible for the protection of the environmental resources of the department, regional environmental agency CAR on March 28 set an 18-month deadline for Emgesa, EEB, and the Bogota water company to implement specific environmental measures to reduce the mosquito population. If the measures fail, the CAR will force Emgesa to stop pumping the Bogota River through the reservoir. Both Sibate and Emgesa have appealed, although the company has begun implementing the measures.