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Comunicaciones OLCA, 21 de septiembre de 2011
21 de septiembre:
Día internacional contra los monocultivos de árboles a gran escala:
Las plantaciones no son bosques
Bosques nativos: diversidad cultural y biologica
En Chile, el modelo de desarrollo forestal impuesto en la dictadura militar se basa en la instalación sistemática de monocultivos a gran escala de especies exóticas, para abastecer plantas de celulosa y aserraderos con fines de exportación. Estos monocultivos cubren hoy una superficie cercana a los 3 millones de hectáreas, y más del 90% corresponde a especies de pino o eucalipto.
Este avance de los monocultivos se realiza en base al engaño promovido por grandes empresas en alianza con el gobierno (nacional y locales), que hacen falsas promesas a las comunidades y pequeños propietarios de tierras sobre la generación de empleo y desarrollo local. En otros casos, se convence a pequeños propietarios para que instalen monocultivos en sus propias tierras, dejándolos así atados a las grandes empresas, o promueven su plantación como una forma de "recuperación de tierras degradadas", cuando en realidad tales tierras podrían ser de enorme utilidad para las poblaciones locales.
Estas falsas promesas se realizan de manera deliberada, ocultando la abundante evidencia documentada de los gravísimos impactos ambientales, sociales y económicos que sufren las poblaciones locales debido a los monocultivos. Hoy día, en las regiones y comunas con mayor desarrollo forestal (Maule, Bío Bío y Araucanía) encontramos los mayores índices de pobreza (según MIDEPLAN) y los peores Índices de Desarrollo Humano (según el PNUD).
Los monocultivos forestales de gran escala:
- Destruyen los ecosistemas naturales y los bienes que de allí se obtienen (leña, medicinas, alimento, etc.), afectando la agricultura de subsistencia y atentando contra la soberanía alimentaria de nuestro pueblo.
- Generan desempleo y provocan el despoblamiento rural, dañando las economías locales, extirpándoles su cultura y deteriorando la calidad de vida de las comunidades locales.
- Agotan los recursos hídricos, afectando la disponibilidad de agua para las comunidades humanas y ecosistemas.
- Contaminan el agua por el uso indiscriminado de plaguicidas altamente peligrosos.
- Empobrecen los suelos al utilizar el método de cosecha a tala rasa, dejándolo desnudo de vegetación y sujeto a erosión.
- Violan los derechos de los pueblos originarios y destruyen la cultura campesina.
- Destruyen la biodiversidad y deterioran el paisaje natural.
Por ello, rechazamos los intentos de las compañías CMPC y ARAUCO para ser certificadas por el sistema FSC y cuestionamos que este sistema de certificación no integre elementos claves, como es la consulta a los pueblos originarios, la relación de las empresas forestales con la contaminación costera a través de la industria de celulosa y la superficie máxima de cosecha de monocultivos a tala rasa.
Queremos bosques de verdad, y trabajar por ello implica, como sujetos sociales y comunidades, participar activamente para forjar un modelo alternativo de producción, comercio y consumo basados en la justicia, la solidaridad y los saberes de nuestros pueblos.
Por lo tanto exigimos a nuestro Estado:
- Detener la expansión de los monocultivos forestales en el centro sur de Chile.
- Rechazar cualquier nuevo subsidio o incentivo estatal para proyectos que destruyen el bosque nativo, sustituyen suelos agrícolas, agotan las fuentes de agua y degradan los suelos.
- Realizar estudios públicos sobre los impactos de las plantaciones y la industria forestal (plantas de celulosa y aserraderos).
- Poner fin al subsidio de los monocultivos de árboles (D.L. 701 de 1974) y generar un nuevo cuerpo legal que se enfoque en programas de recuperación real de suelos degradados, dirigido exclusivamente a pequeños y medianos propietarios de tierras, que fomente las economías locales y garantice la soberanía alimentaria
Llamamos a todas y todos a desenmascarar las falsas campañas y resistir el avance de los monocultivos forestales, que no hacen más que favorecer a los grandes capitales económicos.
Los monocultivos forestales no son bosques. Las funciones sociales, ambientales, económicas y culturales que nos entrega el bosque nativo, difieren enormemente de los monocultivos de árboles: árboles de una sola especie, alterada genéticamente y de rápido crecimiento, plantados en bloques homogéneos de la misma edad, donde se impide el desarrollo de la flora y fauna local, generando dramática pérdida de biodiversidad.
En los bosques naturales todo vive. Un bosque contiene numerosas especies de árboles y arbustos de todas las edades y una cantidad aun mayor de otras especies vegetales, tanto en el suelo como sobre los propios árboles y arbustos (helechos, musgos, líquenes, hongos, trepadores, epífitas, etc.). Una enorme variedad de especies de micro y macro fauna (sobre y bajo el suelo) encuentran en el bosque abrigo, alimentos y posibilidades de reproducción. Las interacciones de todos estos elementos generan bienes (madera, alimento, medicinas) y servicios (agua, protección de suelos, paisaje, espiritualidad, recreación). Las comunidades humanas forman parte de los bosques, ya que muchos pueblos los habitan, interactúan con ellos y obtienen los bienes y servicios que aseguran su supervivencia.
Las comunidades humanas no habitan los monocultivos forestales y, normalmente, no tienen acceso a ellos. En general las plantaciones son precedidas por la expulsión de la población local y por la destrucción del bosque del que dependían. En el mejor de los casos, las comunidades locales pasan a constituir mano de obra barata y esporádica, para la plantación y cosecha de los árboles que se realizará años más tarde.
¿Quiénes controlan el sector forestal en Chile?
El Modelo Forestal en Chile está controlado principalmente por dos grupos económicos, CMPC (de la familia Matte) y ARAUCO (de la familia Angelini). Entre ambas poseen un 70% aproximado del total de suelo utilizado para plantaciones en Chile y se están expandiendo a diferentes países de la región, como Perú, Ecuador, Uruguay, Argentina y Brasil. Estos grupos económicos lograron un verdadero "imperio" ayudados por la dictadura militar, recibiendo tierras gratuitas, millonarios subsidios para plantar y empresas estatales a bajo precio, en un proceso fraudulento de privatizaciones. Pese a los cambios político-administrativos que ha vivido Chile en los últimos 40 años, hoy los subsidios continúan.
Estos grupos controlan todo el circuito forestal exportador, el segundo en importancia después de la minería: desde las plantaciones forestales, ubicadas principalmente en el centro sur de Chile, hasta los puertos de embarque de los productos, siendo el mayor volumen de éstos de poca elaboración (commodities como celulosa y astillas).
La industria forestal ha sido una de las actividades símbolo del neoliberalismo salvaje, implantado y expandido en la dictadura militar y continuado por los gobiernos de la Concertación. Las familias dueñas del sector forestal son las más ricas de Latinoamérica, y se han enriquecido a costa del saqueo de bienes públicos y colectivos. Arauco y CMPC percibieron utilidades que ascienden a los 3.537 millones de dólares entre los años 2000 y 2005. Solo en el año 2010, estas empresas percibieron ganancias por un total de 1.274 millones de dólares (Arauco: US$694 millones y CMPC: US$580 millones).
Algunas estrategias de validación de estas compañías:
- Financian campañas a políticos de todos los partidos,
- utilizan la Responsabilidad Social Empresarial para lavar su imagen e imponer la dependencia comunitaria (salud, educación, cultura, transporte, obras públicas) a actividades contaminantes,
- realizan influencia personal o lobby sobre los actores políticos;
- crean y manipulan instancias gremiales (CORMA) para satisfacer sus demandas y;
- implementan campañas comunicacionales engañosas (Bosques para Chile), financian investigación e infraestructura universitaria y contratan figuras públicas para validar su discurso.
Numerosos estudios muestran que las comunas ocupadas por monocultivos forestales (Maule, Bío Bío y La Araucanía) registran una disminución en la disponibilidad de agua y los mayores índices de desempleo, emigración y pobreza del país.
Además de consumir el agua y los nutrientes del territorio, el proceso industrial de las plantaciones y de producción de celulosa contamina seriamente el suelo, el agua y el aire, por el uso y generación intensiva de elementos tóxicos, siendo los únicos beneficiados de estos procesos destructivos los grupos económicos que lucran con el saqueo de los recursos naturales y las malas prácticas forestales e industriales.
Este modelo ya consolidado se está expandiendo aún más de la mano de las falsas soluciones al Cambio Climático, tales como los agrocombustibles y los mal llamados sumideros de carbono, que son nuevas fuentes de negocios para las empresas transnacionales y no aportan a solucionar el problema.
Colectivo VientoSur • Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, OLCA
CCAA Ing. Forestal, Universidad de Chile • Radio del Mar
Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nativo, AIFBN
Marcha Mundial de las Mujeres, Chile • ECOCEANOS
Campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile
Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina, RAP-AL
Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, ANAMURI • AMAPACH
Díptico en PDF para imprimir y difundir
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