RAPAL - Uruguay, Noviembre de 2007
Botnia: las invisibles emisiones de dioxinas y furanos
El uso de madera para fabricar
papel es una invención relativamente nueva. En el siglo XVIII,
la materia prima principal para la fabricación de papel eran
fibras vegetales como las de lino, caña de azúcar, algodón
y paja de trigo.
Los crecientes volúmenes
de consumo mundial de papel y cartón llevaron a la industria
a apelar a fuentes aparentemente interminables de materia prima (los
bosques), en particular del hemisferio norte. Esta fuente al parecer
infinita comenzó a desaparecer y la industria apeló
a los monocultivos de árboles para abastecerse. Fue a partir
de ese momento que el eucalipto y el pino aparecen en escena y que
comienzan a expandirse rápidamente las plantaciones de esas
especies en el hemisferio sur.
La madera contiene fibras con
alto contenido de celulosa, cementadas entre sí por una sustancia
llamada lignina. Los distintos métodos utilizados para la fabricación
de pasta de papel y el tipo de madera empleada dan lugar a papeles
de diferentes calidades, conteniendo diferentes proporciones de celulosa
y lignina y poseyendo distintas cualidades físicas. Estas fibras
son sometidas a un proceso industrial y la calidad del papel dependerá
tanto del tipo de proceso utilizado como de la fibra vegetal empleada
para su producción; a su vez, del proceso industrial adoptado
dependerá la contaminación asociada al mismo.
La contaminación
resultante del blanqueo de la celulosa
Si bien la producción de
pulpa de papel genera una serie de impactos ambientales importantes,
el principal se vincula al blanqueo de la pulpa para obtener un papel
con un alto nivel de blancura. Los procesos de blanqueo más
antiguos están basados en la utilización de cloro e
hipoclorito, alternando con etapas de tratamiento con soda. En este
proceso de blanqueo se generan dioxinas y furanos, sustancias químicas
altamente contaminantes para el medio ambiente y la salud de las personas,
que no se degradan, que persisten en el ambiente durante muchos años
y que se van acumulando en los tejidos de los animales que están
expuestos a las mismas (incluido el ser humano). Estas sustancias
reciben la denominación de Contaminantes Orgánicos Persistentes
(COPs).
Las dioxinas y furanos son persistentes,
semi-volatiles, móviles (es decir, que se trasladan en el agua
y en el aire a grandes distancias), se disuelven en las grasas, se
bioacumulan, en los seres humanos, animales y peces y se transmiten
de la madre al feto en el útero y a través de la leche
materna. Producen efectos crónicos como el cáncer y
malformaciones en animales y seres humanos.
Los cambios tecnológicos
Hacia mediados de la década
de 1980, el impacto ambiental de la fabricación de papel en
base a árboles generó una profunda preocupación
a nivel público. Los científicos llegaron a la conclusión
de que el cloro elemental, la principal sustancia química utilizada
para blanquear las fibras de madera, combinado con lignina produce
dioxinas, que se encuentran entre los agentes carcinógenos
y deterioradores de hormonas más potentes del mundo. Además,
también concluyeron que, después de las usinas de incineración,
las fábricas de pulpa para papel eran la segunda fuente más
importante de dioxinas y la fuente más importante de contaminación
del agua. Quedó a su vez clara la responsabilidad de la industria
del papel en los graves problemas de salud pública y en impactos
ambientales tales como el envenenamiento de peces y otros componentes
de la fauna acuática.
Frente a la creciente oposición,
la industria internacional respondió con inversión en
tecnologías que podrían conducir a reducir la contaminación.
Si bien la sustitución del cloro elemental por el dióxido
de cloro (proceso libre de cloro elemental - ECF) redujo significativamente
la contaminación por dioxinas, de ninguna forma la eliminó.
También se instrumentaron técnicas totalmente libres
de cloro (TCF), aunque su participación en el mercado es aún
marginal.
Si bien es cierto que la tecnología
ECF reduce significativamente la cantidad de compuestos clorados liberados
al ambiente, es importante enfatizar que NO LAS ELIMINAN.
El sistema de blanqueo
de Botnia genera dioxinas y furanos
La planta de celulosa de Botnia
utiliza el sistema ECF, que, contrariamente a las afirmaciones de
las autoridades NO ES el sistema de blanqueo más avanzado,
ni tampoco es inocuo como afirma la industria. En efecto, el sistema
de blanqueo ECF puede reducir hasta el 80% en las emisiones de dioxinas
y furanos (organoclorados), lo que significa que sigue emitiendo un
porcentaje importante de dioxinas y furanos. Teniendo en cuenta el
enorme tamaño de la planta de Botnia, dicho porcentaje puede
traducirse en volúmenes muy importantes de dicha sustancias
contaminantes.
Además de dioxinas y furanos,
el proceso de blanqueo que utiliza dióxido de cloro (ECF) también
libera una serie de sustancias tales como cloroformo, ácido
clorado, y otros compuestos tóxicos que pueden ser acumulados
en los tejidos de los peces. Más aún, el blanqueo con
dióxido de cloro produce grandes cantidades de clorate, un
potente herbicida que mata plantas y peces. Finalmente, la mayoría
de los organoclorados encontrados en los efluentes de plantas de celulosa
aún no se han podido siquiera identificar ni menos aún
evaluar en cuanto a sus posibles impactos (Stringer y Johnston, 2001).
Los efluentes y el licor
negro
Los efluentes líquidos
son en potencia la mayor causa de polución, ya que en estado
bruto contienen lignina (que resulta en una alta demanda biológica
de oxígeno), así como alcoholes, cloratos y metales
pesados.
Dentro de los efluentes que se
producen se encuentra el licor negro. Este es un subproducto del proceso
Kraft, también conocido como pulpaje Kraft durante la producción
de la pulpa de papel. La madera es transformada en fibra de celulosa
con lo que posteriormente se hace el papel. El licor negro es una
solución acuosa de residuos de la lignina.
El licor negro es muy tóxico
para la vida acuática y al ser volcado al agua se transforma
en un color oscuro como si fuese Coca-Cola. Como ejemplo de la toxicidad
de esta sustancia se recuerda el desastre ambiental ocurrido en el
verano del 2003 en Finlandia, donde “unos 7.500 metros cúbicos
de licor negro escaparon de la fábrica de celulosa de UPM en
Lappeenranta y contaminaron gravemente un área importante del
lago Saimaa. De acuerdo con la prensa local, “la planta de tratamiento
biológico no fue capaz de hacer frente a esa súbita
descarga y en el espacio de unos pocos días el licor negro
se esparció aguas adentro del lago”. La prensa continúa
diciendo que “el licor negro consume el oxígeno del agua,
causando una elevada mortandad de peces y también oscurece
el agua y contamina las orillas. Además, tiene un olor sumamente
desagradable. La mitad de la población de peces resultó
erradicada en un radio de tres kilómetros de la planta”.
Accidente antes de empezar
a funcionar
Durante las etapas previas de
control que llevó a cabo la empresa Botnia entre los meses
de julio a setiembre antes de que empezara a funcionar, la empresa
hizo entrega a sus trabajadores de una hoja de datos de seguridad
sobre el licor negro, en el cual hacía indicaciones expresas
sobre identificación de peligros y como actuar, primeros auxilios,
instrucciones en caso de incendios, vertido accidental, manipulación,
almacenamiento, incendio, explosión y equipamiento de protección
personal.
Sin embargo, a pesar de todas
estas indicaciones en esa etapa de prueba los trabajadores relatan
que en el momento en que se probaban las piletas con el licor negro
hubo un derrame y las piletas se partieron, mojando a un obrero y
quemándole la ropa y zapatos. El licor negro derramado fue
vertido al río y otra parte se filtró a la tierra. Las
piletas mencionadas son dos y miden 40 mts. de ancho y entre 100 a
200 mts de largo y 10 mts de alto. Estas piletas descargan a otras
2 circulares más chicas, de donde salen cañerías
hacia el río.
Emisiones gaseosas
Desde mediados del siglo pasado
gran parte del licor negro es recuperado y quemado generando vapor.
En ese proceso se emite sulfuro de hidrógeno (H2S, un gas que
huele a huevo putrefacto), metil mercaptan (CH3SH), los sulfuros de
metilo (CH3)2S, (CH3)2S2 y otros compuestos volátiles sulfurados
que son los causantes de las emisiones con olor desagradable características
de estas plantas. Así mismo, las emisiones de dióxido
de azufre generan lluvia ácida.
Es importante señalar
que el olor no es tan solo desagradable sino que también tiene
efectos en la salud, en particular incrementando el riesgo de infecciones
respiratorias agudas, problemas de la vista, cefaleas y problemas
neuropsicológicos, entre otros.
Más grave aún,
la quema del licor negro resulta en la emisión de dioxinas
y furanos tanto al aire como en los residuos de las cenizas. En el
Inventario Nacional de Liberaciones de dioxinas y furanos de Uruguay
(2002-2003) realizado por la DINAMA, se incluyó a una empresa
de pasta de celulosa y de papel que quema licor negro para la recuperación
de productos. De acuerdo a los datos aportados por el inventario,
se muestra claramente que el licor negro quemado emite dioxinas y
furanos tanto en el aire como en los residuos de cenizas. También
cabe mencionar que la fábrica de celulosa mencionada en el
inventario está lejos de tener la capacidad de producción
de celulosa que tiene Botnia, ya que ésta generará 1.000.000
de toneladas de celulosa al año y será la más
grande del mundo.
Dado que la planta de Botnia utiliza
el sistema de blanqueo ECF, esto implica la necesidad de producir
dióxido de cloro. Este compuesto es producido en la misma planta
de celulosa, por ser una sustancia altamente contaminante y difícil
y peligrosa de transportar. La producción y el uso de dióxido
de cloro en la planta de celulosa constituyen otra fuente adicional
de emisiones de dioxinas y furanos.
En violación de
un convenio internacional
La planta de celulosa de Botnia
tiene varias fuentes de emisión de dioxinas y furanos y de
otras sustancias tóxicas, situación que se contradice
con el compromiso asumido por el país frente al Convenio de
Estocolmo, por el cual Uruguay se comprometió a reducir y en
un futuro a eliminar las emisiones de estas sustancias químicas.
Las emisiones de estas sustancias,
catalogadas como las más tóxicas por la Organización
Mundial de la Salud, son muy difíciles de medir y tanto en
Uruguay como en muchos lugares del mundo se carece de los instrumentos
necesarios para su medición adecuada, lo que dificulta aún
más el monitoreo de dichas emisiones.
Más importante aún,
es probable que dichas emisiones resulten en problemas de salud en
la población de Fray Bentos y en poblaciones aledañas,
puesto que estarán expuestas a sustancias altamente tóxicas
en forma constante. Dado que la planta ya está en funcionamiento,
se vuelve urgente que el Estado investigue la existencia de tales
emisiones peligrosas y, en caso de constatarse la presencia de dioxinas
y furanos, que intime a la empresa a adoptar la tecnología
totalmente libre de cloro (TCF), que ya utiliza en una de sus plantas
en Finlandia (Rauma).
Fuentes:
- ‘Pollution, Risks, and Non-Compliance’ NTN analysis
of the SWECO PIC
Report on Gunns’ pulp mill. August 2007
Prepared by Lee Bell BA MA (ESD) for the National Toxics Network
- Tras la huella de la celulosa en Finlandia-La otra cara de la moneda
Ricardo Carrere, Grupo Guayubira
junio de 2005
- Las plantas de celulosa y el asadito RAPAL Uruguay - Diciembre 2005
María Isabel Cárcamo
Noviembre 2007
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