Plantas de celulosa en Uruguay

Fuente: redes.org.uy , 04 Nov 2005

Entrevista a Lucio Cuenca:
"La contaminación es intrínseca a las plantas de celulosa, aceptar su instalación es aceptar ésta y otras consecuencias"

En su visita por Uruguay para narrar lo acontecido en Valdivia, a partir de la instalación de la planta de celulosa Arauco, -luego cerrada por el gobierno y hoy nuevamente en funcionamiento-, Lucio Cuenca destacó que lo que se trata es de ver cuál es el modelo de desarrollo que se pretende instrumentar. Si se acepta un modelo de desarrollo centrado en este tipo de actividad, se está aceptando también la contaminación, los problemas sociales que este modelo acarrea, los daños en la salud de la población, y también que va a haber actividades agrícolas que no se van a poder seguir desarrollando.

Entrevistador: Al estar en Uruguay tuviste la oportunidad de ver lo que dicen los promotores y el gobierno, las oficinas administrativas que se encargan supuestamente del control sobre estos emprendimientos, sobre las plantas de celulosa ¿Qué paralelismos ves entre el "discurso celulósico", ya a nivel del Cono Sur, y el proceso en Uruguay?

Lucio Cuenca: Primero lo que tenemos que constatar es que este modelo forestal que se ha desarrollado, ya en Brasil y Chile por algunas décadas, hoy día es un modelo que se está expandiendo por toda la región y particularmente en el Cono Sur -Argentina, Uruguay, Perú, Ecuador- Y en esa expansión, como lo hemos constatado aquí en Uruguay, hay elementos comunes en cómo se promueve el modelo, desde el punto de vista de subsidios y de las tecnologías.

La actividad de celulosa en Chile representa el casi 40% de las exportaciones de toda la actividad forestal chilena. Eso se está repitiendo. Y tiene que ver con que, al mismo tiempo que los países del primer mundo y del norte están expandiendo estas actividades altamente contaminantes hacia el sur, tampoco quieren reducir sus estándares de consumo. Entonces siguen necesitando mucha celulosa y la mandan a nuestros países. Así los costos sociales quedan en nuestros países, los daños ambientales quedan en nuestros países, y ellos ni siquiera se entran a cuestionar sus patrones de consumo. Específicamente en el tema de la celulosa, lo que nosotros hemos vivido en Chile lo estamos escuchando hoy aquí: que estas plantas traen empleo, que estos emprendimientos son muy importantes porque dinamizan la economía, que no van a contaminar, que son la última tecnología. Ese formato se repite con todos nuestros países. En el caso de Valdivia en menos de un año se pudo constatar todos los problemas que generan estas plantas: contaminación, destrucción de ecosistemas, problemas con otras actividades productivas, como la agricultura y la lechería; desplazamiento de la actividad turística, problemas agudos de salud y también presencia de dioxinas que provocan daños a largo plazo. En Valdivia se ha exacerbado todo en un año.

Entrevistador: Siempre se toma a Chile como un patrón, ha pasado con el modelo neoliberal en general; por tanto también es importante conocer que muchas de esas promesas han generado más problemas que soluciones. Hablando en particular de Chile, ¿que está pasando en su país?, ¿cuáles son los objetivos a futuro?

Lucio Cuenca: Un comentario previo sobre el país en general. Este modelo, que se trata de promover como exitoso, ha llevado a que nuestro país hoy día sea uno de los países con mayor desigualdad en todo el mundo. Es uno de los diez países con peor distribución de la riqueza en todo el mundo, y el segundo en Latinoamérica, después de Brasil. Y eso se debe a la alta concentración de la riqueza. Cada día tenemos una economía más transnacionalizada y concentrada en pocos grupos nacionales e internacionales. Y eso genera una tremenda desigualdad; en parte es la herencia del modelo impuesto por Pinochet, que sentó las bases del modelo neoliberal, del cual forma parte el modelo forestal que se promueve. En ese momento por supuesto la ciudadanía no era consultada y no era posible incidir sobre esos temas. Pero lamentablemente esas cosas se siguen consolidando en los modelos democráticos de después de los ' 90 y hasta el día de hoy. Frente al nuevo gobierno uruguayo, creo que esas son experiencias que hay que considerar, hay amarras que vienen de gobiernos anteriores, hay imposición de organismos internacionales, del Banco Mundial, del Fondo Monetario, de las transnacionales, que van presionando y chantajeando a nuestro países, donde cada día se pierde más soberanía y menos participación social; se le consulta y se le hace participar menos a la gente en las decisiones. En Uruguay, al iniciarse este proceso con el nuevo gobierno, deberían ser experiencias que se vivan con mayor atención. Nosotros tenemos un movimiento social muy débil, un movimiento muy fragmentado que no es capaz de generar un contrapeso a estas decisiones que se imponen a favor de estas transnacionales y de estos intereses que no son los del pueblo chileno. Yo creo que esos procesos hay que mirarlos desde una perspectiva de la región, de los distintos sucesos que están ocurriendo, para sacar ejemplos y prevenir situaciones como las presentes.

Respecto del tema de la celulosa en Valdivia, genera un punto de inflexión en varios aspectos para nosotros. Uno en el modelo forestal. A partir del conflicto de Valdivia comienza nuevamente el proceso de cuestionamiento al modelo forestal industrial, se empiezan a animar otras acciones y en algunos casos resurgen conflictos que habían estado presentes anteriormente. Este es un factor importante para el caso valdiviano, que trasciende el caso puntual de Valdivia. Logramos articular una movilización nacional contra la destrucción ambiental y por la justicia social, y eso es algo inédito en Chile. La lucha ambiental en Chile hoy día está siendo un eje articulador del movimiento social, y ese es un aporte importante desde nuestra perspectiva. Por otro lado, lo que viene del conflicto de Valdivia es un tema que está abierto, a pesar que la planta se abrió, aunque con algunas limitaciones, -hoy día está funcionando con el 80% de su capacidad, produciendo 4.400 toneladas anuales-. El movimiento ciudadano continua movilizado. Hubo una movilización en un acto en el cual estaba el presidente de la República; 20 compañeros y compañeras fueron detenidos por la policía y eso muestra que se mantiene el descontento. La gente de Valdivia se siente abandonada por el gobierno, no se han cumplido los compromisos que se habían hecho por parte de éste para defender a la gente de la provincia. Quizás ahora empezamos un proceso de una mirada un poco más larga, pero aún no se puede adelantar si planta va a seguir funcionando. La gente sigue luchando porque se deje de contaminar, porque se empiece un camino de recuperación de los ecosistemas que han sido afectados, -en Valdivia hay una vinculación muy estrecha entre los ecosistemas y las actividades económicas, por lo que ese es un tema vital-. Las actividades turísticas fluviales han tenidos pérdidas cuantiosas, hace un año atrás llegaban unos 100 mil pasajero al año y el año pasado se redujo a uno 37 mil, o sea que estas actividades han disminuidos más del 60%. Y esta es parte de una cadena, los operadores, los restoranes, los hoteles; esa gente está perdiendo sus negocios, están endeudados, entonces se han ido sumando al movimiento contra la celulosa y buscando también que se les reparen los daños ocasionados. Todo eso está hoy nutriendo el movimiento y hay varias actividades legales que están pendientes, demandas de daño ambiental, querellas criminales en contra de los dueños y los ejecutivos de la empresas, demandas de perjuicio económico de pequeños agricultores, empresarios turísticos , comunidades mapuches. Y lo que tiene de particular la situación en esta nueva etapa, es que el gobierno, tratando de descomprimir la situación y darle viabilidad al Proyecto Arauco, está ofreciendo llevar los desechos al mar, y eso abrió una nueva situación de conflicto con las comunidades costeras y con las comunidades mapuche. La gente le ha dicho que no le va a dar un centímetro de la costa a la Celulosa Arauco. Se ha articulado una amplia zona costera de dos regiones por donde podrían salir estos residuos y se ha transformado en un nuevo dolor de cabeza para el gobierno y para las empresas.

El tema no está cerrado, seguimos trabajando: la gente de Valdivia, las organizaciones locales, las comunidades indígenas se siguen articulando y estando alerta de las nuevas decisiones. Así no podemos decir cómo va a terminar esto, lo importante es que a través de este caso se ha logrado cuestionar -y en eso estamos trabajando también-, los pilares fundamentales del modelo forestal chileno. Y en eso también la visita a Montevideo nos sirve mucho para transmitir esa experiencia con relación a lo que se pretende hacer aquí en Uruguay.

Entrevistador: Desde el punto de vista social, ¿qué impactos ha generado la producción de celulosa en Chile?, más allá del caso puntual de Valdivia.

Lucio Cuenca: En Chile la celulosa representa casi el 40% del negocio forestal. De una exportación que ronda los 4 mil cuatrocientos millones de dólares, el 40 % de eso responde a la celulosa. Sin embargo, en conjunto, todas las actividades vinculadas a la actividad forestal en Chile, generan 120 mil empleos, a nivel nacional. Y de esos 120 mil, solo el 5% corresponde a plantas de celulosa. En realidad desde el punto de vista del empleo, de todas las actividades forestales, las plantas de celulosa son la peor alternativa. Por la tecnología, por la contaminación... no representa ningún aporte a los problemas sociales de empleo, como promueven las empresas.

Y en ese contexto uno puede prever que todas estas plantas no contribuyen al desarrollo local de donde se instalan. Hay estudios que muestran que las comunidades donde se han instalado plantas de celulosa, o se mantienen con los mismos niveles de pobreza, o ésta ha aumentado. Esos son datos que se han construido en base a las estadísticas del Estado, o sea que son construcciones que tienen un grado de objetividad importante, y eso es para todas las plantas de celulosa. La gente se empobrece, pierde sus fuentes de subsistencia, se contamina el entorno en el que desarrolla sus actividades, pierde calidad de vida... hay diferentes factores que inciden en el desarrollo de la industria de la celulosa, que como yo planteaba representa la peor alternativa de la industria forestal, si es que aceptáramos el desarrollo de alguna actividad forestal.

Entrevistador: ¿Quiénes son "los hijos de la celulosa"?

Lucio Cuenca: "Los hijos de la celulosa" son los embarazos de adolescentes, de mujeres de localidades donde se han construido plantas de celulosa, lugares donde se invade la vida con el ingreso de miles de trabajadores, hombres mayoritariamente, que llegan a esa zona para hacer el proceso de construcción de las plantas. Gente que temporalmente habita, utiliza los servicios, entre ellos el alojamiento, y también lleva otra serie de problemas a estas localidades, como expectativas de generar negocios a través de la prostitución, de restoranes, pero que son destellos en la vida de la gente, porque duran poco tiempo y lo que queda es más pobreza, más delincuencia, más prostitución. Los hijos de la celulosa son los niños de jóvenes adolescentes que, frente a la presión que generan la presencia de esos trabajadores, dejan eso, el abandono y la suma de miles de problemas a estas localidades que desde antes ya son pobres y quedan más pobres.

Entrevistador: Chile es un país con siete plantas de celulosa y un modelo forestal celulósico de más de treinta años. ¿Qué tipo de control tecnológico se ha logrado desarrollar?, por ejemplo en dioxinas pero también en relación a todos los demás contaminantes.

Lucio Cuenca: Yo creo que el ejemplo de Valdivia, sin ser reiterativo, deja al descubierto lo que son las capacidades instaladas por el Estado chileno para hacer frente a la fiscalización de estas empresas, cuál es la capacidad de actuar preventivamente y también cuál es la voluntad política que existe detrás de la gente que promueve este modelo forestal. A mi me ha tocado hacer un seguimiento de este y otros proyectos a lo largo de 10 años, y uno lo que va aprendiendo es que la escala de estas empresas, la tecnología que se usa, hace que no haya ninguna capacidad de control. Son tantas las variables que nadie puede, ni siquiera teniendo un Estado preparado, certificar 100% que no va a haber riesgos. La fabricación de celulosa tiene incorporado problemas de contaminación muy serios, ni las más modernas plantas logran resolver los problemas de este tipo. Porque incluso las tecnologías que se están usando para descontaminar a su vez son contaminantes. Por ejemplo, en el caso de la fábrica en Valdivia, lo que causa la muerte del alga, -que a su vez es la fuente de alimento de los cisnes de cuello negro del Santuario, y que por tanto llevó a que éstos se murieran de hambre e intoxicación-, es un compuesto que se usa en el tratamiento más avanzado de residuos industriales líquidos que existe en el mundo, se supone. Es un compuesto de aluminio. Así que, paradojalmente, la tecnología que supuestamente se usaba para descontaminar, fue la tecnología que mató el ecosistema. Ahí tienes un ejemplo de que nadie puede dar garantías en esto. Hay que ser muy temerario para decir que las plantas no contaminan. Hay quizás algunas medidas que logran disminuir la contaminación, pero éste es un tema intrínseco a las plantas de celulosa y por tanto aceptar su instalación es aceptar que va a haber contaminación, es aceptar los problemas sociales, los daños en la salud, y es aceptar que va a haber actividades agrícolas que no se van a poder seguir desarrollando por distintos motivos de contaminación, de agua y de suelo.