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- Chile:
Coltauco versus la Iglesia: Versión moderna de Jesús expulsando a los mercaderes del templo

03 de Mayo de 2014

En defensa de sus raíces e historia una comuna rural enfrenta a la Iglesia


Obispado de Rancagua quiere vender terrenos y ‘colonias escolares’ del balneario de Matanzas, comprados hace años por gente de Coltauco para veraneo de niños vulnerables de esa comuna. Obispo Goic dice requerir dinero para construir nuevo edificio del arzobispado en la capital regional.

- En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, don Quijote frenó bruscamente el andar de su jamelgo ‘Rocinante’ y tuvo a bien advertir a su fiel escudero: “Con la iglesia hemos topado, Sancho”, haciendo clara alusión al poder casi omnímodo que esa institución tenía en épocas del siglo XVI.
¿Ha cambiado tal situación, ahora, en el siglo XXI?

Recuerdo con prístina claridad la opinión entregada por un preclaro ingeniero civil dedicado a la investigación periodística de parlamentarios, gobiernos y asistentes al Congreso: “Es en extremo difícil disputarle a la iglesia católica algún asunto legal, después de todo ella tiene veinte siglos de experiencia en política”. Claro que no es fácil pleitear con esa ‘sacra’ institución, menos aún si se trata de dineros y propiedades. Pero, hay quienes se atreven cuando las circunstancias obligan.

En la extensa región de O’Higgins, específicamente en la provincia de Cachapoal, se sitúa una comuna que puede resultar desconocida para la mayoría de los habitantes del país, la que ha decidido salirle al paso a la poderosa institución eclesial defendiendo un paño de su historia como pueblo, como sociedad local y como gente de bien. ¿El lugar, la comuna? Se trata de Coltauco, hermoso trozo de Chile con 220 kilómetros cuadrados de extensión y tan sólo dieciocho mil habitantes, dueño de una particular historia que mueve a admiración y cariño. ¿Su adversario? El obispado de Rancagua, que hoy está bajo la férula de monseñor Alejandro Goic, el mismo preste que otro de mis amigos (académico de la Universidad de Chile en Santiago) definiera como “un hombre santo”.

La historia es la siguiente. Tome asiento, sírvase un té y no use lectura veloz ya que requerirá calma y aguzados sentidos para una mejor reflexión. Hace muchos años, tal vez más de medio siglo, un inolvidable sacerdote llegó a hacerse cargo de la parroquia ubicada en la rural comuna de Coltauco. Era el padre Ramón Lecaros. Un cura como los de antes. Entregado a su grey; servidor de su fe sin ambages. Un verdadero pastor de las enseñanzas del Cristo. Predicaba lo que hacía, y hacía lo que predicaba. Los coltauqinos lo adoraban… y siguen añorándolo, pues dejó huellas imborrables en quienes hoy peinan canas y tal vez sean ya abuelos.

Monseñor Lecaros realizó innúmeras acciones en beneficio de centenares de niños, la mayoría de ellos, en ese entonces, sumidos en la pobreza campesina de una comuna que aún no conocía el ‘boom’ agro exportador que hoy la tiene en lo alto del ranking de las potencias nacionales agrofrutícolas. Una de sus obras (y quizá la más querida) fue haber levantado “colonias escolares” en la playa de Matanzas cuando allí sólo había una caleta de pescadores y algunas escasas viviendas.

Para lograr la construcción de ese modesto inmueble, que recibiría a los niños más vulnerables de Coltauco a objeto de entregarles un evento que muchos de ellos desconocían –el ‘veraneo’ en la playa, pero un ‘veraneo’ de verdad, de quince días de duración–, el cura Lecaros determinó que era necesario comprar un terreno en la localidad señalada, que pertenecía a Osvaldo Osorio, persona que al igual que el sacerdote pensaba únicamente en los niños, y no en incrementar las propiedades de la Iglesia Católica.

A partir de ese momento, Coltauco y su gente entraron en verdadera revolución de solidaridad y esfuerzo. A punta de bingos, rifas, carreras a la chilena, ventas de sopaipillas, cocimientos, etc., se juntó el dinero, y los terrenos fueron comprados. Muchos niños de la comuna del “agua para renacuajos” (Coltauco, en mapudungun) pudieron entonces conocer el mar. Bajo la dirección del cura Lecaros, la comunidad fue quien, en estricto rigor, compró el terreno y edificó el inmueble que recibiría a la muchachada, esto último gracias a la participación de sus habitantes que concurrieron con alegría y entrega muchos fines de semana y días festivos a martillar y aserrar.

Durante años, niñas y niños de Coltauco visitaron “las colonias de Matanzas”, donde disfrutaban de vacaciones que jamás olvidarían. Gratis. Hermosas. Solidarias. Cristianas. “Lecarinas”. Pero, los tiempos cambian, las sociedades avanzan y otras impetraciones surgen de la realidad. Monseñor Lecaros falleció… las ‘colonias’, durante un largo tiempo, siguieron prestando servicios a los chicuelos de la comuna. No obstante, la Iglesia también fue absorbida por los cambios societales y Matanzas pasó al olvido por un tiempo.

Hace algunos años, viejos coltauquinos volvieron a la carga… había que recuperar las ‘colonias’ para beneficio de los niños de hoy, y replicar esos veraneos y vacaciones que ellos recordaban con pasión. Para tales efectos se reavivó la organización primigenia bajo el nombre legal (y con personalidad jurídica) de “Agrupación Sociocultural Monseñor Ramón Lecaros Maldonado de Coltauco”. Muchos habitantes de la comuna han retornado a Matanzas a martillar, aserrar y reparar el inmueble de aquel lugar costero que hoy se ha convertido en un balneario de alta plusvalía en el litoral regional.

EL PROBLEMA

Como en todo orden de cosas, surgió un problema. El obispo de Rancagua, monseñor Alejandro Goic, invitó a los dirigentes de la agrupación ya mencionada a sostener una reunión de trabajo, toda vez que deseaba darles a conocer su decisión de vender el terreno que ocupan las colonias en ese balneario.

En aquella reunión, efectuada el día 24 de abril del presente 2014, Alejandro Goic informó a la directiva de la Agrupación Sociocultural que el obispado de Rancagua se encontraba construyendo un edificio en la calle Astorga de esa ciudad, el cual cobijaría a todos los departamentos en que está organizado el obispado. Goic agregó que la obra era de envergadura y que se equivocaron (la Iglesia) en los costos del proyecto, lo que obligaba al obispado a vender los terrenos de Matanzas para financiar la susodicha obra. Fue entonces que en Coltauco ardió Troya.

En el ínterin de estos intríngulis, ¿qué ofrecía el obispo Goic a cambio, si el terreno e inmueble de Matanzas fuesen vendidos? “En la localidad de Cahuil (Pichilemu, provincia Cardenal Caro), se dispone de un terreno perteneciente a la parroquia de Doñihue donde este obispado proyecta disponer de $150.000.000 (obtenidos de la venta de los terrenos comentados) para la construcción de instalaciones modernas y dignas que permitan cobijar a la comunidad de Doñihue, a las familias y niños vulnerables de Coltauco y al seminario Cristo Rey de Rancagua, bajo la administración y coordinación del obispado”. En esa misma reunión, el obispo agregó: “así consideramos estar respondiendo a los objetivos de la parroquia de Coltauco y de la Agrupación, toda vez que igualmente se dispondría –en Cahuil– de un mes cada verano para la gente de Coltauco, previo acuerdo con las otras instituciones y comunidades beneficiadas”.

En palabras simples, un suspiro en un canasto… eso era a fin de cuentas el ofrecimiento eclesial para los niños de Coltauco, y para sus padres y abuelos que habían comprado y construido lo que existe en Matanzas.

Pero, esta vez, el obispo Goic (‘hombre santo’ según asegura mi buen amigo Guillermo Larrazábal) ha topado con una roca en su camino. La gente de Coltauco se manifiesta indignada, engañada… y está dispuesta a dar la lucha legal, mediática –e incluso política– para conservar las colonias en las que cientos de personas forjaron sus vidas merced a la pasión y esfuerzos de un cura pobre, de un cura honesto, llamado Ramón Lecaros, lo que en esta comuna, todos, sin excepción, más allá de religiones, partidos políticos y posiciones sociales, están dispuestos a defender con dientes y uñas.

A este respecto, el conocido periodista rancagüino (y gran agente cultural) Álvaro Garrido Isla, escribió en Facebook: “Por todo lo errática que ha resultado la administración de la alta curia del Arzobispado de Rancagua para construir sus cómodos aposentos, veo que las consecuencias las tienen que pagar los coltauquinos con la expropiación de un patrimonio cultural que fue levantado no sólo por los feligreses, sino por toda la comunidad local, cristianos, laicos, y probablemente hasta no creyentes, por lo que, si bien la propiedad está bajo la administración de la Iglesia, no es menor el hecho que se está pasando a llevar la memoria de hombres y mujeres que han forjado la identidad cultural de un pueblo. Y a cambio les dan el premio de consuelo, ir a pasar un mes en el año de veraneo en un lugar desarraigado con su historia…”

No obstante todo lo dicho, hombre cuerdo e inteligente, monseñor Goic manifestó a la Agrupación que respecto del problema surgido en el balneario del litoral, se comprometía a “revisar la situación junto con su Consejo Económico, dándose un plazo de quince (15) días para entregar una respuesta final”. Coltauco queda a la espera…pero con las luces de alerta encendidas.
Si don Miguel de Cervantes hubiese tenido información del sólido proceder de los actuales coltauquinos, quizá hubiese escrito: “Sancho, la Iglesia ha topado con las ‘colonias’ de Matanzas”.

Por Arturo Alejandro Muñoz
Politika
diarioelect.politika@gmail.com

En la imagen siguiente, las colonias de Matanzas:


Fuente:
http://mad.ly/a8f9c4?fe=1&pact=22303670442

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