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10 de Junio de 2023

La misión de salvar al capitalismo en Chile rescata a los extractivismos

Eduardo Gudynas


En Chile, como en otros países, es frecuente que políticos destacados, incluso un presidente, un gobierno o un partido político, usen la figura de un economista famoso del hemisferio norte como una referencia y una presentación de sus planes.

En el actual gobierno Boric uno de los más visibles íconos académicos del norte es la economista Mariana Mazzucato. Ella también es señalada como guía de inspiración por el gobierno de Gustavo Petro en Colombia y todavía más intensidad en Argentina. En este país integra el Consejo Económico y Social y ha sido citada tanto por el presidente Alberto Fernández como por su vicepresidente, Cristina Fernández de Kirchner.

El empleo de economistas extranjeros tampoco es nuevo, y Chile es un caso citado en más de una ocasión debido al papel de los asesores, consultores y mentores de la Universidad de Chicago que fueron los promotores o respaldos ideológicos para varias reformas económicas durante la dictadura de Pinochet.

A diferencia de los monetaristas de aquel tiempo, Mazzucato es una economista heterodoxa que no escatima las críticas al neoliberalismo. Es una académica que nació en Italia, y que además tiene nacionalidad estadounidense y británica, y desde allí tiene una fuerte influencia en el actual gobierno. Giorgio Jackson la presentó como un referente aún antes de asumir Boric, la elogió mientras fue el Secretario General de la Presidencia, y alentó la difusión de sus ideas; Javiera Petersen, subsecretaria de economía es su alumna; Carlos Montes, ministro de vivienda, y Claudia Sanhueza, subsecretaria antes en Hacienda y ahora en Relaciones Económicas Internacionales, la han ponderado; y finalmente, el vicepresidente de Corfo, J. M. Benavente, también es cercano. Mazzucato visitó Chile en octubre de 2022, con el apoyo de instituciones donde justamente trabajan algunas de esas personas (la subsecretaría de economía y Corfo), se reunió con el presidente Boric y ofreció conferencias, e incluso una de ella, auspiciada por la minera SQM, fue cancelada.

Una misión de salvataje

Mazzucato es docente en la University College de Londres, donde fundó y dirige un instituto sobre innovación y políticas públicas. L complace ser descrita como una economista que tiene la “misión” de “salvar al capitalismo de sí mismo”, lo que es revelador de sus ideas. Si se traduce ese propósito a cada país, en este caso ofrecería una estrategia para “salvar al capitalismo chileno de sí mismo”.

Presenta sus estrategias apelando a la imagen de una “misión” hacia la Luna, invocando el papel desempeñado por la agencia espacial de Estados Unidos, la conocida NASA, en organizar recursos humanos y financieros, a la par con innovaciones científico tecnológicas, para llegar a nuestro satélite. Ese imagen es el título de uno de sus más recientes libros: “Misión economía. Una guía para cambiar el capitalismo” (1).

En ese y otros textos, Mazzucato critica las versiones del capitalismo ensimismadas con la especulación, con enormes ganancias acaparadas por billonarios que en realidad transfieren sus riesgos a la sociedad. Son conocidas sus investigaciones sobre políticas industriales, incluyendo estudios sobre cómo los gobiernos financian nuevas tecnologías pero que después son apropiadas por empresas. Es una ardiente defensora del Estado, pero lo quiere convertir en un Estado-empresario, un animador de la innovación y un generador de nuevos productos y procesos. Rechaza tercerizar algunas actividades y busca acotar el interés privado empresarial para potenciar metas colectivas.

Los economistas ortodoxos y los políticos conservadores la describen como radical y critican duramente sus ideas. Se le retruca utilizando conocidos ejemplos de incapacidades e ineficiencias estatales en gestionar servicios o empresas, e incluso se sostiene que de prosperar sus recetas se caería en algo así como un control estatal de estilo soviético. Son, al fin de cuentas, las conocidas reacciones mercantilizadas, casi siempre dogmáticas y superficiales.

Si se comparan las ideas de Mazzucato con las recetas de esa economía o política convencional, es evidente que son un avance. A los ojos del conservadurismo, parapetado en mercados privatizados con un Estado minúsculo que ni los regule ni intervenga, las ideas de “misiones” con participación estatal resultan intolerables e impracticables. Eso lo dejó en claro Joaquín Lavín, sosteniendo que el problema real es que el Estado chileno “en vez de facilitar, dificulta” (2). Mazzucato rompe con ese neoliberalismo en tanto propone estrategias de desarrollo que recuperan intereses colectivos, desea regular los mercados y defiende el papel del Estado.

Pero sentirse satisfecho con ese balance tiene el riesgo de también caer en el simplismo. Sería aceptar que sus modelos son la mejor alternativa posible para los problemas que se enfrentan. Sin embargo, cuando se los examina en detalle, y en especial cuando se consideran sus propuestas sobre extractivismos, se vuelve imperiosa una mirada independiente y crítica.

Extractivismos para seguir creciendo

En efecto, Mazzucato defiende un desarrollo que sigue basado en los extractivismos. Esto no puede sorprender porque la base de sus ideas se sostienen en tres pilares que describe como: crecimiento inteligente (asociado a la innovación), crecimiento sostenible (más verde) y crecimiento inclusivo (con menos desigualdad) (3). En esto se revela un aspecto clave: es una enérgica defensora del crecimiento - el mito fundamental del desarrollo contemporáneo.

Esa adhesión al crecimiento inevitablemente requiere de una apropiación sostenida y en aumento de recursos naturales, y es por ello que Mazzucato defiende, pongamos por caso la minería de litio, tal como sostuvo en Argentina y Chile. Pero no propone hacerlo siguiendo un estilo conservador que descansan casi exclusivamente en empresas privadas, y mejor si son transnacionales. Su opción de cambio son unos extractivismos con coparticipación estatal, y que no queden confinados a la mera exportación de materias primas. Esa intención no es muy diferente a la ensayada por los progresismos sudamericanos o estudiada por el “nuevo desarrollismo” de los economistas brasileños.

Al mismo tiempo, Mazzucato insiste en combatir la pobreza y la desigualdad, y que el Estado participe en ello, todo lo cual también es bienvenido. Pero en eso tampoco hay novedad, ya que esos mismos fines han sido defendidos desde la ciudadanía, desde la academia independiente y desde muchos actores en la izquierda y el progresismo. Sus citas a Johan Maynard Keynes, la alejan de los neoliberales, pero a la vez tiene resonancias con los keynesianismos sudamericanos.

Por otro lado, el tono de Mazzucato, más allá de sus llamados al diálogo y participación entre actores sociales, es tecnocrático, e incluso ha criticado a la izquierda ser perezosa por no centrarse en crear riqueza.

La misión con la minería y el litio

Mazzucato recientemente ofreció un listado de “misiones” enfocados en América Latina en un manual elaborado para CEPAL bajo el ambicioso título de “cambio transformacional”. Al examinar sus propuestas quedan en evidencia varios límites desde un punto de vista latinoamericano.

Esa guía ofrece indicaciones muy generales intercaladas con alusiones a emprendimientos que están en marcha (4). En el caso chileno describe como “misión” un programa de Corfo en minería, que supuestamente debía para promover la “innovación”, el valor agregado y las tecnologías “verdes”. Su objetivo es aumentar la extracción minera a 8.5 millones de toneladas al 2035, mejorar la productividad (que significa reducir costos), sumar más proveedores chilenos, y aumentar las exportaciones. Aunque se reconoce las fallas en la implementación de esa iniciativa, lo que queda en claro es que se pretende multiplicar la apropiación minera y las exportaciones, o dicho de otro modo, la alternativa de Mazzucato a los extractivismos son más extractivismos con toques de investigación y Estado.

En el caso del litio, Mazzucato propone sumarle etapas dentro de cada país para agregarle valor, y para ello se necesita un Estado que sea emprendedor y empresario. De ese modo, el esquema que resulta es continuar con la minería de litio pero sumándole fases, por ejemplo de industrialización de baterías, y sumarle además, usos en economía digital. Sin embargo, seguiría habiendo minería de litio (5).

No pasan desapercibidas las similitudes entre esas ideas con lo que se sabe sobre la reciente Estrategia Nacional del Litio anunciada por el gobierno Boric. El gobierno plantea una primera etapa con participación de las mineras estatales (Codelco y Enami) y una segunda, con una futura empresa específica para el litio, y algunos componentes en innovación. Se suman propuestas de agregar etapas de procesamiento del litio; por ejemplo, el Ministerio de Minería publicita sumar la producción de celdas de baterías, el ensamble de éstas, y luego su integración a la producción de automóviles). Todo esto recuerda a los llamados de Mazzucato a la coparticipación estatal.

Sin embargo, la implementación que indica el gobierno alude a asociaciones público-privadas, por las cuales las corporaciones privadas regresan a escena. Ese tipo de vinculación ha sido empleado desde hace años en varios sectores con magros o controvertidos resultados, y deja otra vez al Estado en un papel subsidiario. Tampoco queda en claro cómo lograr una industrialización local en tanto el gobierno está condicionado por los acuerdos en comercio exterior que lo atan a seguir siendo un proveedor de materias primas (un ejemplo reciente es acuerdo Acuerdo Marco Avanzado de Chile con la Unión Europea firmado por el gobierno Boric).

No puede dejar de reconocerse que el plan del gobierno sobre el litio tiene diferencias con las intenciones de las administraciones Piñera y otros gobiernos anteriores. No es más de lo mismo. Pero del mismo modo no pasa desapercibido que no se acompaña de cambios más profundos en el sector minero. Las propuestas de Mazzucato no consideran tensiones y contradicciones bien conocidas en América Latina, donde la coparticipación estatal en algunos extractivismos no es una novedad (como en hidrocarburos), y sus resultados no han sido buenos en las dimensiones sociales y ambientales, y son discutibles en la económica. No parece posible un postextractivismo bajo los planes de Mazzucato. Además, sus propuestas por momentos también se asemejan en algunos aspectos a los esquemas de las asociaciones público-privadas promovidas por años desde la ortodoxia en América Latina.

Las urgencias latinoamericanas

Como puede verse en este breve recorrido, las alternativas de las “misiones” de Mazzucato están contenidas dentro de las ideas convencionales de desarrollo, y específicamente son una variedad de desarrollo capitalista. Ella no lo niega, ni busca una alternativa distinta, sino que desea mejorarlo, entiende que esa es la tarea más necesaria, y por ello proclama que debe salvar al capitalismo. No hay una crítica al capitalismo, como a veces se escucha por ejemplo desde algunos kirchnerismos en Argentina, o desde el gobierno de Gustavo Petro en Colombia.

Esto ubica a Mazzucato en el mismo espacio que otros economistas que exploran las reformulaciones del capitalismo. Es un ámbito donde se encuentra, pongamos por caso, Joseph Stiglitz, quien cuestiona duramente la financiarización pero no propone una alternativa más allá del desarrollo capitalista. Son todos ejemplos de heterodoxias frente al dogmatismo del libre mercado, son post-neoliberales, pero no cuestionan fundamentos económicos como el crecimiento perpetuo, la propiedad, o el mercado, y por eso que todos terminan siendo capitalistas. Coinciden que es posible reformarlo y las diferencias entre ellos residen en cuales serían esos ajustes. Como necesitan que las economías sigan creciendo, no tienen más remedio que ser extractivistas, y con ello se repiten los impactos sociales y ambientales que todos conocemos.

Los debates que disparan ideas económicas como las de Mazzucato tienen aspectos positivos. Su rechazo al neoliberalismo permite poner en consideración, por ejemplo, el papel del Estado en diseñar y sostener estrategias de desarrollo, y en sus roles en regular, controlar y encauzar el mercado, más aún en Chile después de los gobiernos Piñera. Pero eso no resuelve el problema si una reforma de los extractivismos, o un cambio de un capitalismo por otro, es la solución más adecuado para las circunstancias actuales en nuestro continente.

Desde un punto de vista latinoamericano, propuestas como las que aparecen en el manual de “misiones” de Mazzucato expresa que los problemas agudos que se viven en la región no son contemplados adecuadamente, e incluso es dudoso si son entendidos. Al lidiar con los extractivismos mineros y petroleros, uno de los dramas más agudo en casi todos los países, en lugar de proponer vías concretas y prácticas para superarlos, los mantiene. En su afán de salvar al capitalismo de sí mismo, también termina en salvar a los extractivismos.

A pesar de todo eso, lo llamativo es que líderes políticos, como Boric o Petro, e incluso la CEPAL, recurran a una economista del norte para guiar reformas en América Latina, cuando ya existen aportes conceptuales mucho más completos y ajustados a nuestras circunstancias, y que incluso han sido ensayados en varios países. Son además estudios y propuestas elaboradas por los propios latinoamericanos, sin necesidad de caer otra vez en copiar recetas del norte.

Recordemos que la anterior generación de gobiernos progresistas llevó adelante varias reformas, regulaciones sobre los mercados y apuestas a empresas estatales. Todo eso ocurrió, por ejemplo en Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Venezuela y Uruguay. Se puede discutir sobre los resultados logrados, pero eso no afecta a la esencia del argumento que aquí se señala, ya que sea en su éxito o fracaso allí están las enseñanzas a tomar en cuenta. Todos esos progresismos quedaron atrapados, por ejemplo, en seguir siendo extractivistas, y esa condición persiste como una de las urgencias a reformular. Pero justamente esas cuestiones no son abordadas por los economistas heterodoxos reformistas del norte, y ello es comprensible, porque sus realidades son distintas.

Tampoco puede dejarse pasar que en las posturas de esta economista como en otros del norte, aparecen problemáticas y opciones que ya fueron planteadas en los debates sobre el desarrollo en América Latina. Algunos fueron muy discutidos entre 1950 y los años 70, sobre todo por los dependentistas, y luego por otras reflexiones posteriores.

Sin embargo, aquí en el sur, de una u otra manera, muchos intelectuales, buena parte de los políticos, y por supuesto el mundo empresarial, siempre prefieren mirar al norte. No son pocas las organizaciones sociales que padecen la misma dificultad buscando en las guías en inglés, alemán o francés, las alternativas a nuestros problemas.

Reforma o alternativa

Dando un paso más, si se consideran los desafíos sociales y ambientales, está claro que las soluciones de fondo no pueden estar en mantener los extractivismos en particular, ni la ilusión del crecimiento perpetuo de las economías. El país, el continente y el planeta ya no resisten esos tipos de desarrollo. Las urgencias de las circunstancias actuales requieren otro tipo de respuestas.

Superar los problemas actuales será imposible bajo las recetas conservadoras o las economías neoliberalizadas. Pero el reformismo también se vuelve insuficiente. Las opciones de cambio no están en cambiar entre una variedad de desarrollo por otra, entre un extractivismo corporativo por uno estatal, entre un auto a combustión y otro eléctrico, y así sucesivamente. La “misión” que plantea Mazzucato puede salvar al capitalismo, como ella propone, pero no salvará al país ni al planeta. Las transformaciones necesarias y urgentes están más allá del desarrollo.

Notas

1. Las referencias a la obra de Mazzucato se basan, entre otras fuentes, en: Misión economía. Una guía para cambiar el capitalismo, Taurus, 2021; The value of everything. Making and taking in the global economy, Allen Lane, 2018; Rethinking capitalism: economic and policy for sustainable and inclusive growth, con M. Jacobs, Willey Blackwell, 2016; El Estado emprendedor. Mitos del sector público frente al privado, RBA, 2014.

2. Mazzucato vs. Boric: ¿Economía de las “Misiones” o el “Perro del Hortelano”?, J Lavín, Ex.-Ante, 27 octrubre 2022, https://www.ex-ante.cl/mazzucato-vs-boric-economia-de-las-misiones-o-el-perro-del-hortelano-por-joaquin-lavin/

3. Conferencia R. Prebisch en la CEPAL brindada por M. Mazzucato, Santiago de Chile, 2016.

4. Transformational change in Latin America and the Caribbean. A mission-oriented approach, CEPAL, Santiago de Chile, 2022.

5. Mariana Mazzucato, economista: De la ‘minería sexy’ del litio al ‘bla bla bla’ del Estado, A. Rebossio, El Diario.Ar, 24 octubre 2022, https://www.eldiarioar.com/economia/mariana-mazzucato-economista-mineria-sexy-litio-bla-bla-bla_1_9651482.html


Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES) y es investigador asociado en el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA). Versiones iniciales de estas ideas enfocadas en Colombia se publicaron en el periódico Desde Abajo (Bogotá), y en Argentina en la agencia Tierra Viva (Buenos Aires).

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