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Plantaciones forestales en Chile y su relación con el Pueblo Mapuche

Fuente: MELI WIXAN MAPU , 9 de julio de 2006

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Adolfo Cárdenas y Enrique Antileo

La histórica lucha del Pueblo Mapuche por la recuperación de sus tierras ancestrales usurpadas primero por los españoles y su colonización, luego los Estados chileno y argentino con su “Pacificación de la Araucanía” y su “Campaña del desierto” respectivamente, enfrenta hace un par de décadas a un nuevo actor.

La profundización del modelo de económico neoliberal aplicado en Chile, ha significado, para las comunidades mapuche, convivir con una serie proyectos energéticos, viales, industriales y forestales. Proyectos que conllevan, entre otras cosas, la apropiación, uso y explotación de los recursos naturales existentes.

Los conflictos generados por esta gran cantidad de inversiones se han intensificado desde 1997. La situación de pobreza que reina en las comunidades provocada por la escasez de tierras, se ve agudizada por los graves daños medioambientales que generan estos proyectos.

En este sentido, son las empresas forestales las que han provocado los escenarios más dramáticos. Hoy en día muchas comunidades se encuentran cercadas por extensos predios de plantaciones de pinos y eucaliptos, que provocan, entre otras consecuencias, la destrucción de los suelos de aptitud agrícola, la disminución de las fuentes hídricas y la desaparición de la flora y fauna nativa.

La situación actualmente es extrema. La agudización del actual modelo de desarrollo forestal, como es el interés de los empresarios y el gobierno, amenaza gravemente la vida de las comunidades mapuche

Desarrollo forestal en Chile

La actividad forestal en Chile, ha sido fomentada desde los años 50’. Los objetivos del Estado chileno eran el desarrollo de una masa forestal industrial y de plantas de fabricación de celulosa. Así, se inicia la plantación de especies exóticas, en viveros estatales, alcanzando ya en 1973 cerca de 300 mil hectáreas forestadas de pinos.

Sin embargo, es en el año 1974, con la venta de empresas públicas a bajo costo; la entrega de predios estatales a particulares (enmarcado en el proceso de “contra-reforma agraria”); la liberalización económica y, especialmente, la promulgación del Decreto Ley N° 701 de fomento forestal- que fijaba hasta en un 75% la subvención estatal a las nuevas plantaciones y la exención del “impuesto territorial que grava los terrenos agrícolas”- que un grupo reducido de empresarios aprovechó estas favorables condiciones, ofrecidas por la dictadura militar, para impulsar la industria forestal.

A partir de ese año, el número de hectáreas plantadas se multiplica enormemente. Ya en 1978 éstas alcanzaban una superficie de 712.000 ha, cifra que a comienzos de la década de los 90’ ya se había duplicado. Sólo en la novena región, desde la promulgación del DL 701 en 1974 hasta 1992, la superficie regional forestada se incrementó en un 1.628,5% [1]. Las tasas anuales de plantación entre los años 1983 y 1993 oscilaron entre las 80 mil y 130 mil ha [2].

Actualmente las plantaciones forestales, según la Corporación Nacional Forestal (CONAF), cubren una superficie de 2,1 millones de hectáreas correspondientes al 2,8% del territorio nacional. Aproximadamente el 75% de esta superficie corresponde a pino insigne y el 20% a especies del género Eucaliptus. El sector forestal chileno se ha consolidado como uno de los principales soportes productivos de la economía nacional. Sus exportaciones se ubican en el segundo lugar del ranking, después del cobre, con un retorno el año 2002 cercano a los 2.300 millones de dólares.

Las dos principales empresas forestales que actúan en el territorio mapuche son Forestal Bosques Arauco, propiedad del Grupo Angelini, con un total de 850 mil ha plantadas y una inversión en el año 2005 de US$148 millones; y la Forestal Mininco S.A. del grupo Matte, que forma parte del complejo de empresas de CMPC (Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones), con un patrimonio forestal de 609 mil ha.

Las utilidades generadas por estas dos empresas permitieron a sus dos principales dueños: Anacleto Angelini y Eliodoro Matte incrementar su capital personal de 2,300 y 1,500 millones de dólares a 3,700 y 4,100 millones de dólares respectivamente en sólo 10 años [3].

A pesar de estos altos ingresos generados por las empresas forestales, estos consorcios están lejos de aportar al desarrollo de las regiones donde se ubican. El año 2002 sólo generaron 118.800 empleos, distribuidos en los rubros de servicios, industria, silvicultura y extracción. cifra que tiende a decrecer cada año debido a los avances tecnológicos que experimenta el sector.

Impacto forestal en territorio mapuche

Las plantaciones están ubicadas en el sector centro sur del país, lugar donde se concentra la mayor cantidad de población campesina e indígena. Más del 50% de la población indígena se concentra en las regiones octava, novena y décima [4]. A su vez, allí se concentra la mayor parte de la población pobre del país, siendo la extrema pobreza más aguda en el ámbito rural que en el urbano [5]. Es en este territorio donde además se concentran las alrededor de 700 mil ha que posee el pueblo mapuche, contrastando enormemente con los 2,1 millones de ha plantadas que poseen las empresas forestales.

Como vemos, las plantaciones forestales triplican la cantidad de tierras que poseen en su conjunto las comunidades mapuche. La gran concentración de plantaciones de pino y eucaliptos que dominan dentro del territorio mapuche acarrean un gran número de problemas.

Entre estos, se encuentran los de orden ambiental como son: la sustitución de los bosques nativos y la consiguiente desaparición de la biodiversidad, que implica la ausencia de plantas medicinales (lawen) que son utilizadas por las machi (autoridad religiosa tradicional mapuche); la tala indiscriminada provocando erosión y deterioro de los suelos, afectando gravemente la agricultura y ganadería mapuche; la contaminación del suelo y las aguas por el uso de productos químicos, el polen y la generación de desechos industriales; el deterioro de los caminos internos de las comunidades; y la disminución de la disponibilidad de agua debido al gran consumo de las plantaciones [6].

Como vemos, la irrupción de las plantaciones forestales afectan gravemente la vida en las comunidades. Estas aparte de hacer difícil la subsistencia, producen un quiebre en la cosmovisión Mapuche, hacen desaparecer espacios ceremoniales tradicionales y finalmente son un factor importante en la migración campo-ciudad.

Represión ligada a las inversiones forestales

La reivindicación de tierras, que actualmente están en manos de privados, sumado a la situación de pobreza y a las nefastas consecuencias que las forestales provocan en la vida de las personas, han llevado a numerosas comunidades a desarrollar un proceso de movilizaciones..

Desde 1995 se inician una serie de acciones tendientes a reclamar los derechos históricos sobre la tierra, denunciando las constantes usurpaciones e irregularidades efectuadas por estas empresas. De esta forma, la resistencia llevada por las comunidades tenía como objetivo, por un lado, recuperar efectivamente el territorio, y por el otro, rescatar los rasgos culturales que se estaban perdiendo.

Las acciones que empezaron como ocupaciones simbólicas o denuncias a la opinión publica, derivaron en ocupaciones efectivas de predios forestales. A la fecha, las comunidades que se han levantado en conflicto llevan ya alrededor de 20 mil ha recuperadas, en donde han reemplazado los pinos por plantaciones de papas, porotos, avena y trigo principalmente.

Sin embargo, las cosas no han resultado tan fáciles. El poderío que poseen estos grandes consorcios económicos se ha hecho notar. Por un lado, han desarrollado cuerpos armados privados, llamados “guardias forestales”, pero que en la realidad representan verdaderos grupos paramilitares; por otro, han ejercido una influencia considerable en los gobiernos de turno.

La estrategia de estos gobiernos para acallar los conflictos, que empezó con la inyección de recursos mediante el Fondo de Tierras y Aguas de la CONADI, y del Programa Orígenes, derivó en una criminalización y judicialización de las demandas sociales (autonomía y territorio) del pueblo Mapuche.

En estos años de conflicto más de 400 mapuche han pasado por las cárceles de las regiones 8va y 9na. Actualmente existen 10 presos políticos mapuche y más de 15 perseguidos políticos. Justamente 4 de estos presos políticos mapuche, acaban de terminar una huelga de hambre que se prolongó por más de 60 días. Ellos fueron condenados el año 2004- por el delito de Incendio Terrorista contra el fundo Poluco-Pidenco- a 10 años de cárcel y a pagar una indemnización de 423 millones de pesos a la Forestal Mininco en un juicio lleno de irregularidades, denunciadas por diversos organismos internacionales [7].

Pero, quizás el caso más emblemático es el ocurrido el 7 de noviembre del año 2002, cuando integrantes de la comunidad Montutui Mapu de la comuna de Ercilla ocuparon el fundo Santa Alicia, actualmente en manos de Forestal Mininco S.A. La ocupación fue apoyada por otros comuneros de comunidades vecinas, entre los que se encontraba Alex Lemun de 17 años, miembro de la comunidad Requem Lemun. En horas de la noche, efectivos policiales se hicieron presentes en el lugar, disparando directamente a los comuneros con sus armas de servicio y alejándose inmediatamente del lugar. Uno de estos disparos perforó la cabeza de Alex quien falleció 5 días después en el hospital de Temuco. Investigaciones posteriores arrojaron como autor del disparo a Marco Treuer, mayor de carabineros, sin que haya hasta la fecha sanción alguna contra él.

Palabras Finales
Las nefastas consecuencias que la actividad forestal provoca en el medioambiente y en las personas, sin duda, se agudizarán. Las plantaciones de pino y eucaliptos seguirán expandiéndose, debido a las enormes ganancias que producen y a la buena impresión que generan en los actuales gobiernos neoliberales. Por otro lado, la incipiente experimentación en plantaciones forestales transgénicas, tornarían aún más rentable el rubro [8].

La resistencia que han desarrollado las comunidades mapuche, oponiéndose a estas inversiones, no sólo representa una lucha de pueblo por la recuperación de sus derechos políticos y territoriales; sino que también significa una lucha por la vida, una lucha por el derecho a un medio ambiente digno para todos.

Organización Mapuche Meli Wixan Mapu

*Ponencia Presentada en el Foro Social de Resistecia contra los Agronegocios, Buenos Aires, Argentina. Junio 2006

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

[1] Ruiz, Enrique. Las entrañas del descontento. En: Sin Censura. Colección Nuevo Periodismo. Editorial LOM. 2000. p-109

[2] INFOR. 2004 a. Estadísticas Forestales 2003. Instituto Forestal. Boletín Estadístico Nº 95. Santiago, Chile. 151 p.

[3] Revista Forbes. http://www.forbes.com consultada el 18 de junio de 2006

[4] INE. 2003. Resultados Censo de Vivienda y Población Año 2002. Santiago, Chile.

[5] CASEN, 2004. Encuesta de caracterización socioeconómica nacional. MIDEPLAN.

[6] Se estima que un sólo pino puede llegar a consumir alrededor de 90 litros de agua al día

[7] Entre ellos se encuentran la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), la Organización Mundial Contra la Tortura (OMCT), Human Rigths Watch y Rodolfo Stavenhagen, Relator Especial sobre situación de derechos humanos y libertades fundamentales de los indígenas para la ONU.

[8] Manzur, María Isabel. “Biotecnología en el sector forestal de Chile”. Ver texto en: http://www.resistalosagronegocios.info