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Ser libres al borde del abismo (Parte 4)29 de Agosto de 2025
La llamada de la selva: Autonomía y Ecología Regenerativa

En el libro probablemente más famoso de Jack London “La Llamada de la Selva”, London explora la vida de un perro llamado Buck que es llevado a Yukón durante la fiebre del oro. Allí, Buck atestigua la violencia humana, siendo domesticado bajo “la ley del garrote”. Con el paso del tiempo, entre trabajos extenuantes y llenos de tragedias, recupera sus instintos y los recuerdos de la vida de sus antepasados con los primeros hombres que les domesticaron.
Por
Daniel S. Santander Urrutia
[La siguiente es la última de un trabajo de cuatro partes que en las tres primeras describe las dimensiones de una crisis sistémica (económica, social y espiritual) y que en esta, plantea las alternativas.]
“No necesitamos pedir permiso para ser libres”
- EZLN, Enero de 1996
En el libro probablemente más famoso de Jack London “La Llamada de la Selva”, London explora la vida de un perro llamado Buck que es llevado a Yukón durante la fiebre del oro. Allí, Buck atestigua la violencia humana, siendo domesticado bajo “la ley del garrote”. Con el paso del tiempo, entre trabajos extenuantes y llenos de tragedias, recupera sus instintos y los recuerdos de la vida de sus antepasados con los primeros hombres que les domesticaron.
Buck conoce a un lobo, del que se hace amigo y aprende a vivir en la Naturaleza, cazar y sobrevivir. Al morir su amo, al que amaba y respetaba, Buck aúlla y llora la muerte hasta desahogarse, comprendiendo que la conexión que tenía con la civilización ha desaparecido y ya nada lo ata al mundo del hombre. El perro se adentra en los bosques volviéndose lobo y retorna a su hogar, la selva.
...
El desarrollo del sistema capitalista ha roto el vínculo del ser humano con la Naturaleza, hemos perdido la capacidad de percibir lo que nos rodea. Al borde del abismo: el perro se pregunta si puede volver a ser lobo. El ser humano, se pregunta si puede ser libre.
Saltar a la selva: confiar y actuar
La complejidad de abandonar las formas de vivir modernas, tanto individuales como colectivas, es tremenda: requiere liberarse de costumbres arraigadas incluso en nuestras conexiones neuronales, reconstruyendo nuestras relaciones sobre nuevos principios éticos-morales-ecológicos, confiando en que volver a la Naturaleza es un camino hacia la liberación y no un salto al vacío.
¿Puede renacer el instinto de supervivencia humano para salvarle de su autodestrucción? Estamos en momentos de definiciones importantes para la humanidad, del abismo se cae o se escapa: el ser humano, debe salvarse a sí mismo.
Es imperante confiar que es posible salir del abismo. Confiar soñando un mundo mejor, creyendo en los sueños pese a las contradicciones que nos azotan como hijos e hijas de la modernidad.
"Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía”
Lenin.
¿Podrían ser los sueños de un mundo mejor una utopía irrealizable? Ernest Bloch, defiende el sueño como organizador de la esperanza: Señala que nadie puede vivir sin sueños y que las utopías no son sólo el pensar un mundo ideal, pues estas tienen un fuerte contenido “anticipatorio” (Bloch E., 1954; Mendez S., 2017). Los sueños no llegan de la nada, son una mezcla de lo real con aquello que podría ser posible con la praxis. Sin la práctica, no es posible soñar (Bloch E., 1954).
Esta praxis consiste en el accionar, como una interacción dinámica y dialéctica entre teoría y acción. Para Antonio Gramsci, la praxis es el fruto de la integración de la consciencia crítica del estado de la realidad con una participación activa en la transformación de la sociedad (Gramsci A., 1935).
La sociedad moderna reprime los instintos y deseos del ser humano; reconocer la necesidad de un cambio radical y rechazar el orden social existente es una condición necesaria para una verdadera transformación, una liberación que no solo es política y económica, sino también cultural y personal (Marcuse H., 1969). Liberarse requiere de compromiso, de una lucha por la liberación para el desarrollo de una verdadera sociedad libre, que abra la posibilidad del desarrollo pleno del potencial humano, la conciencia y la sensibilidad (Marcuse H., 1969).
De acuerdo a Gramsci, este podría ser el rol de los intelectuales orgánicos, un sujeto articulador de cambios que produce conocimiento a través de la praxis y la participación activa en la formación de la conciencia social y la lucha por el cambio (Gramsci A., 1971). En estos procesos de transformación, es dónde se desaprenden los valores y costumbres implantados por la educación moderna, aquella que mantiene en la ignorancia al ser humano, creada en beneficio del status quo de las clases poderosas (Freire P., 2018).
La humanidad de hombres y mujeres nuevas, individuos desarrollados durante los procesos de liberación y de construcción de un nuevo orden social. Para Guevara esta nueva forma de ser en sociedad es producto de la transformación revolucionaria de la personalidad, aquella que contribuye comprometida y voluntariamente al desarrollo pleno de la humanidad (Guevara E., 1962; Guevara E., 1965).
Autonomía y libertad
“Ya no queremos decidir por los otros, y tampoco que decidan por nosotros. No queremos el poder, sino poder hacer, que sean nuestras asambleas las que gobiernen (...) Ratificamos que nuestra lucha no es por el poder, no lo buscamos; sino que llamaremos a los pueblos originarios y a la sociedad civil a organizarnos para detener esta destrucción, fortalecernos en nuestras resistencias y rebeldías, es decir, en la defensa de la vida de cada persona, cada familia, colectivo, comunidad o barrio. De construir la paz y la justicia re-hilándonos desde abajo, desde donde somos lo que somos”
- EZLN, 2016.
Una decisión que habita en la acción. Autonomía es una expresión de formas, procesos y redes de lucha, gobierno y vida rebelde como alternativa radical al sistema. Es
emancipadora, sostenedora y creadora de vida. “No necesitamos permiso para ser libres”, dicen las y los zapatistas.
La libertad está en nosotros. La apuesta de la autonomía es una apuesta por desarrollar el poder propio en unidad con La Naturaleza y el respeto con otras formas de vida y autonomías. También se le puede conocer como poder autónomo, popular (Gaudichaud F., 2009), o dual (Santucho M., 1974) en relación a su coexistencia temporal con el poder hegemónico durante la transición.
Son un conjunto de actitudes, prácticas y
modos de vida postcapitalistas abiertas que incorporan
principios de democracia radical, aquella
desencantada y crítica de la democracia formal (Esteva G., 2019) y las hegemonías del poder.
Autonomía no es sinónimo de individualismo, sino de colectivismo: de procesos complejos que requieren sistemas sociales y tecnológicos especialmente eficientes, a la vez que solidarios, en tiempos de crisis.
“Es necesario hacer un mundo nuevo. Un mundo donde quepan muchos mundos, donde quepan todos los mundos”.
Las expresiones por el autonomismo en el mundo no se plantean imponer su visión del mundo sobre el resto, pues buscan como fin ulterior la expresión de
tantos mundos como sean necesarios.
La apreciación por la libertad y la vida en conjunto con sus diversidades, vuelve obsoleto el concepto de propiedad privada moderno. Surgen los bienes comunes cómo alternativas a la propiedad privada en su categoría jurídica: un sistema social de recursos compartidos y respeto por la Naturaleza cómo expresión del autosustento y la emancipación humana (De Angelis, 2019).
La crisis planetaria es una crisis civilizatoria, un agujero oscuro en el que la humanidad ha caído y del que sólo se puede salir con esfuerzo y voluntad. La libertad ahora, como una opción viable para los pueblos oprimidos del mundo toma nuevos tintes de la mano de las experiencias zapatistas, del Kurdistán, del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil (MST), las redes de ecoaldeas y tantas otras.
El resultado de estas experiencias democráticas radicales de autonomía junto a un nuevo sistema de ecología regenerativa ha sido conceptualizado como bio-civilización o civilización de la vida. Una meta diversa de reintegración y de éticas resilientes (Grzybowski C., 2019).
Una nueva ética de la liberación surge, desde las cuevas del colonialismo, el imperialismo, la globalización, el racismo y el patriarcado (Dussel E., 2013). Desde la experiencia particular de explotación y alienación de la sufrida periferia global, pero por otra parte con la dignidad y la creatividad de los pobres y oprimidos del mundo (Fanon F., 1961).
Liberarse, transitar y regenerar
Liberarnos es en otras palabras, transitar. Transitar hacia un nuevo mundo, lo cuál no es para nada una tarea fácil, pues no se puede simplemente apagar el switch del capitalismo. Debemos aprender nuevas formas de vivir y transitar conscientes de nuestras propias dificultades individuales y también de los pueblos.
La transición ocurre por dentro y por fuera del sistema. Superar el capitalismo requiere paradójicamente de que sepamos convivir con él, a la vez que le disputamos y desactivamos sus formas extractivistas impulsando la regeneración social y ecológica.
El extractivismo es un lobo viviendo en nuestro bosque con el que debemos aprender a vivir. Por esta razón, requerimos una administración ecológica del extractivismo, un manejo que permita un proceso de apague seguro del extractivismo, reconociendo que este aún sustenta trabajo y recursos para hogares y familias. Este proceso de apagamiento depende de que podamos desarrollar e incidir e impulsar una agenda sobre el sistema capitalista que por supuesto rechaza su extinción. El triunfo de esta propuesta política depende de que creemos las alternativas suficientes, un nuevo sistema del autosustento que convive con el capitalismo y le desplaza.
Mientras apagamos el extractivismo, encendemos el Buen Vivir.
Sumak Kawsay, Suma Qamaña, Kumen Mongen, Mo Ora Riva Riva, Das Gute Leben, Good Living; estos términos hacen referencia a un nuevo paradigma de vida en equilibrio entre los pueblos y la Madre Tierra (Kothari A., 2014; Acosta A., 2012). La valoración y respeto de todas las formas de vida de manera interdependiente (Loncon E., 2022).
Paradigmas que pueblos indígenas mantienen vivos y que permiten a la humanidad recuperar conocimiento ancestral e incorporarlo a las teorías de decrecimiento, postdesarrollo y superación del extractivismo (Acosta A., 2019). En su conjunto conforman rutas de transición para alcanzar el Buen Vivir.
La transición tiene diferentes expresiones de acuerdo a cada contexto. Dentro de estas rutas está el decrecimiento, el cual hace relación a abandonar las formas de vida imperial (Brandt U., 2021), predominantes del norte global pero también presentes en los países periféricos. El decrecimiento es reducir controladamente la producción material, el consumo y el extractivismo de los recursos dejando atrás el individualismo, a la vez que la sociedad se reestructura en torno a nuevos valores que simplifican la vida de la población mientras se alcanza un nuevo equilibrio con la Naturaleza (Kallis G., 2011).
El post-extractivismo en tanto es otra ruta, un proyecto surgido en los países subdesarrollados (Svampa, M. , 2012) que han atestiguado las consecuencias del colonialismo, la dependencia y la subordinación al sistema capitalista mundial (Mariátegui J. C, 1971; Marini, R. M., 1977) producto de los procesos de crecimiento del Norte Global.
El post-extractivismo tiene en sus raíces las luchas por la liberación y las resistencias de los pueblos originarios y los pueblos al modo de vida occidental-imperial (Gudynas E., 2013); oponiendo los sistemas de conocimiento ancestral y el vínculo espiritual, en conjunto con el uso inteligente de las tecnologías frente a la poderosa máquina del capitalismo que devasta los territorios.
Estos sistemas de conocimientos en unidad, en profunda vinculación con la naturaleza y el trabajo colectivo son el pilar fundamental de la regeneración ecológica y social. Regeneración es restaurar ecosistemas destruidos mediante la producción de alimento y biomasa, estabilizar los ciclos naturales, contemplar las posibilidades y necesidades disponibles en el medio ambiente en su contexto respectivo (Mollison B., 1987; 1988) y reconstruir las sociedades sobre los nuevos principios éticos-morales-ecológicos.
A pesar de que la superación del capitalismo es un trabajo por la supervivencia y ha estado enmarcada por la violencia que engendra el sistema en los procesos de liberación, el liberarse no es una invitación a la confrontación, sino una a la supervivencia.
Debemos desarrollar la cultura de lo permanente, es decir mantener sistemas agrícolas y sociales de manera sostenible a largo plazo. Esto se explica a través de los tres principios éticos de la permacultura (Mollison B., 1987; 1988):
- Cuidar la Tierra: Reconstruir y mantener el capital natural
- Cuidar de las personas: cuidar del bienestar humano y de la comunidad
- Repartir justamente: limitar el consumo y redistribuir los excedentes de manera equitativa
Principios de una economía de transición
El liberarse es una cuestión profundamente económica, es la administración del uso de las energías y recursos del hogar planetario para construir un nuevo habitar. Podría verse como pasar de la
Entropía que rige los ciclos económicos modernos, caracterizados por el desorden y la pérdida de energía útil (Georgescu-Roegen, N.,1971) hacia la sintropía, la organización de los sistemas mediante la observación consciente de los ciclos naturales.
Esto es construir un sistema de auto-sustento económico, un enfoque bioeconómico que busca la regeneración de los recursos ecológicos, apuntando a la independencia de los combustibles fósiles y que dé respuesta a la crisis (Cruz, I., 2009; Max-Neef M., 1986).
“Prosumidores”: consumir menos, producir más
El fin de la sociedad del hiperconsumo llegará tarde o temprano, ya sea porque no hay más recursos que explotar o bien porque logramos efectivamente frenar a tiempo. Sea como sea, debemos dejar de consumir desenfrenadamente y comenzar a producir nuestros bienes y recursos a la vez que impulsamos el rediseño, la reducción, reutilización, reparación, recuperación y reciclaje de los productos (ThisGreenLifestyle, 2024).
¿Pero, sirve reciclar? Si, pues la acción individual es muy relevante en cuanto se vuelve colectiva.
El sistema tiende a hacer responsable a los consumidores por los daños irreparables al ambiente causados por los productores. Por esto las actividades aisladas, como tomar duchas cortas, no solucionan el problema por sí solas, sin embargo, son parte esencial de las soluciones si constituyen una actitud colectiva hacia el no consumo de los productos de industrias altamente contaminantes.
En este sentido, la regeneración social y de la Naturaleza debe ser productiva. Esto es clave, pues sobre esa producción se construye la confianza para escalar a mayores niveles de participación y consecuentemente, adaptación.
La economía del autosustento
El habitar es un problema fundamentalmente económico, pero no necesariamente monetario. La energía y el sustento territorial de estos proyectos regenerativos y autonómicos son
nuevas cadenas de valor especialmente basadas en el intercambio, el comercio local y los circuitos cortos
que actúan como red articulando los proyectos regenerativos
. Para este propósito son valiosas las experiencias y formas de economías no monetarias, reconocedoras de las interdependencias y las autonomías territoriales (Gibson-Graham J. K., 2006; Jackson T., 2017).
A medida que se extienden las crisis, las alternativas al desarrollo y la regeneración ecológica y social cobran más sentido. Las propuestas regenerativas, incluso desde una perspectiva capitalista, se vuelven más rentables en el tiempo al reconocerse los costos ecosistémicos y la deuda ambiental. Este proceso de reconocimiento es inevitable, pues tal cuál como un elefante en la habitación, no puede esconderse para siempre.
Para que esta transición ocurra, las tecnologías y las inversiones deben pasar a estar al servicio de la regeneración social y ecológica. Nuevos ordenamientos territoriales deben ser creados para facultar e impulsar a la población a un habitar en vinculación con la Naturaleza, dónde personas vuelven al campo y las ciudades reverdecen bajo nuevas formas de consumo y transporte popular (Brandt U., 2021).
Los Estados deben ser movilizados para resolver los problemas esenciales como trabajo, comida, vivienda y energía de manera sostenible. La energía del capitalismo en crisis debe también ser redirigida desde los territorios hacia apoyar las iniciativas de adaptación.
El planeta debe renacer bajo un sistema comunitario e integrado del trabajo, que aborde la crisis climática y la crisis del carbono atmosférico mediante la producción de los alimentos requeridos. La agricultura orgánica y la agroforestería son claves para lograr este propósito, por lo que debemos tomar control de las energías renovables (Stedile J., 2023) incorporándolas en la agricultura regenerativa, asegurando la seguridad alimentaria.
Es esencial desarrollar un proceso de transición agroecológica y de redistribución productiva de las tierras, reformas agrarias que redistribuyan los suelos y garanticen el acceso a la tierra y el agua, impulsando los procesos de autonomía y construcción de economía local.
La Naturaleza no operará sólo cómo cultivos ni cómo parques en medio de la urbanidad. Debemos apuntar a refugios climáticos, reservorios de vida, a la construcción de nichos ecológicos productivos de biomasa y fuentes de trabajo (Santander D., 2024).
Despierta el Instinto de supervivencia humana. Debemos actuar con anticipación y evitar mega extinción de plantas y animales que se avecina, articulando y potenciando los proyectos de resistencia junto con la construcción de alternativas que se tejen alrededor del mundo y que conviven hoy con las relaciones capitalistas.
Más que ver los párrafos de este texto cómo una larga y pesada lista de quehaceres, hay que observar con perspectiva de pájaro las oportunidades que aparecen con el proceso de crisis profunda que ocurre. No estamos cogiendo peso, nos estamos librando de él.
Entre las nubes de humo de los incendios y las tóxicas industrias, los rayos traen la nueva energía que la humanidad requiere. La inspiración y la voluntad que hace que resurjamos colectivamente. Las cargas de la sociedad moderna, las cadenas que arrastra la humanidad de su propia opresión se deshacen en el camino. Baja la lluvia sagrada de agua de montaña cristalina y lava los rostros de los seres que han salido de la caverna, dónde podamos ver realmente que somos poseedores de nuestro propio destino.
Al final del abismo, el humano puede respirar y volver a ser libre.
"Un mundo nuevo es posible, aquel en que las niñas y niños pobres puedan correr libres, estudiar, cantar, bailar y hacer arte; dónde tengan derecho a soñar y a hacer de sus vidas lo que quieran; un mundo dónde la crueldad a la que se ha sometido a la Naturaleza se haya desvanecido cómo el agua de lluvia en el mar. Porque… mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas, por donde pase el humano libre para construir una sociedad mejor."
Salvador Allende G., 1973.
Referencias
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Ver también:
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